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Sangriento atentado golpea Afganistán y el acercamiento entre gobierno y talibanes

Sangriento atentado golpea Afganistán y el acercamiento entre gobierno y talibanes

El ataque suicida, que dejó un saldo de casi una venitena de muertos, se produce después que el martes las fuerzas afganas confirmaran que fueron abatidos diez insurgentes, entre ellos dos uzbekos, en combates en un bazar de la provincia de Faryab.


Un ataque suicida que ha dejado al menos 19 muertos y más de 30 heridos volvió este miércoles a teñir de sangre Afganistán, en momentos en que el Gobierno y los talibanes daban pasos para acercarse con un proceso de diálogo que comenzó formalmente hace dos semanas y que hoy puso en tela de juicio el Ejecutivo.

En una confirmación de que a Afganistán le falta mucho hasta el final del conflicto, un suicida acabó hoy con la vida de una veintena de personas en un bazar de la provincia noroccidental de Faryab, lo que suscitó la condena enérgica del Gobierno y del presidente, Ashraf Gani.

El portavoz de la Policía provincial de Faryab informó a Efe de que al menos 19 personas han muerto y 32 han resultado heridas después de que un atacante suicida hiciera detonar las bombas que portaba en el mercado central del distrito de Almar, al mediodía.

Todos los muertos fueron civiles, de acuerdo con el portavoz policial, que agregó que varios heridos se encuentran en estado grave y han sido trasladados a hospitales.

El ataque se produce después de que ayer las fuerzas afganas confirmaran la muerte de diez insurgentes, entre ellos dos uzbekos, en combates en ese mismo distrito.

El Ejército y los talibanes mantienen desde hace un mes combates en seis de los 13 distritos de esa provincia.

Los insurgentes aún no han reivindicado la autoría del ataque, que llega en un momento en que el país empezaba a ver alguna luz en un conflicto que no cesa desde la invasión del país en 2001 por parte de Estados Unidos, que puso fin al régimen talibán.

En una declaración tras el atentado, Gani condenó sin paliativos el «ataque terrorista» perpetrado por los «enemigos del pueblo afgano», y trasladó sus condolencias a los familiares de las víctimas.

Más allá llegó el jefe de Gobierno de Afganistán, Abdulá Abdulá, quien sugirió que el ataque no muestra «intenciones positivas» por parte de los insurgentes y le hace replantearse la política de paz del Ejecutivo.

«El ataque de hoy no refleja intenciones positivas de los insurgentes y nos dice que reconsideremos nuestras políticas hacia los insurgentes y de paz», declaró Abdulá en la red social Twitter.

El de hoy no es el primer ataque desde que el 8 de julio Gobierno y talibanes compartieron mesa de diálogo en Catar.

El pasado día 12, un atentado dejó al menos 34 civiles muertos, 15 de ellos niños, cuando un insurgente estrelló un vehículo cargado de explosivos contra un puesto de control de la Policía afgana a las afueras de la ciudad oriental de Khost, cerca de una base de EE.UU.

Sin embargo, el de hoy llega justo después de que el pasado viernes el presidente afgano, Ashraf Gani, agradeciera públicamente al líder talibán, el mulá Omar, su apoyo a los negociaciones iniciadas a principios de mes.

Gani constató entonces que los talibanes «quieren unirse al proceso político» y agradeció al mulá Omar que abriera la puerta a loa «esfuerzos políticos» para alcanzar la paz.

El mulá Omar había manifestado previamente que «los encuentros e interacciones de paz con los enemigos no están prohibidos» por el islam.

No obstante, el líder insurgente, sobre cuya muerte se ha especulado de forma insistente en los últimos meses, advirtió en un comunicado de que «los esfuerzos políticos y la vía pacífica» no excluían el empleo de la fuerza armada para lograr la expulsión de las fuerzas «invasoras» de Afganistán.

La misión permanente de la ONU en Afganistán, la UNAMA, también rechazó el ataque de hoy a través del representante especial de la Secretaría General de la organización, Nicholas Haysom, para quien el atentado «manifiesta una abominable desprecio por la vida humana».

Gobierno y talibanes se reunieron el 8 de julio tras encuentros informales en Catar y Noruega en los últimos meses y en medio de la habitual ofensiva insurgente de primavera.

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