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Muere Fidel Castro: cómo fue su relación de “piedra en el zapato» o «mano amiga” con América Latina

Muere Fidel Castro: cómo fue su relación de “piedra en el zapato» o «mano amiga” con América Latina

Chile no escapó la influencia de la Cuba de Fidel Castro, más notablemente durante el gobierno de Salvador Allende, cuyo triunfo electoral -y su proclamada visión de una «vía chilena al socialismo»- fue considerado como la primera revolución socialista que triunfaba a través del voto, en vez de la lucha armada.


Cuba siempre pareció quedarle pequeña a Fidel Castro, el líder de la Revolución cubana que murió este viernes por la noche.

Fue así desde sus tiempos de estudiante: su primera aventura revolucionaria fue un intento de derrocar al dictador dominicano Rafael Trujillo.

Luego se halló a sí mismo en el lugar adecuado en el momento adecuado para participar en el «Bogotazo» de 1948, que siguió al asesinato del líder político colombiano Jorge Eliécer Gaitán.

Casi simples anécdotas frente a sus años de jefe de Estado, cuando quiso hacer de la Cordillera de los Andes «la Sierra Maestra del continente americano».

«Las revoluciones no se exportan», dijo en la Declaración de La Habana de 1962. Pero eso no parecía excluir la posibilidad de apoyarlas, auxiliarlas, armarlas, auparlas, organizarlas…

O esto fue lo que pasó en la práctica a través del llamado «foquismo» guerrillero, que aunque fue inspirado y razonado más por el «Ché» Guevara que por el propio Castro, marcó la política cubana hacia América Latina hasta entrados los años 70.

Entonces, con Castro desalantado por los fracasos y presionado por una Unión Soviética que no quería obstaculizar su relación con EE.UU., perdió fuerza.

Pero la influencia del líder cubano nunca se desvaneció por completo. Permaneció ahí, materialmente o como referente, para agudizar el conflicto o en el papel de mediador, «piedra en el zapato» o «mano amiga». Y en ese sentido, dejó huella innegable a lo largo y ancho del subcontinente.

BBC Mundo recoge algunos de los hechos y episodios que así lo reflejan, en los cuatro países donde la marca fue, quizás, más profunda.

Venezuela

Fidel Castro y Hugo Chávez, en una foto del año 2000

Venezuela fue el primer destino de Castro, tres semanas después del triunfo de la Revolución. Allí llegó el 24 enero 1959, donde un año antes había caído el gobierno militar de Marcos Pérez Jiménez. Castro, y el recién electo presidente venezolano Rómulo Betancourt, parecían tener mucho en común: se habían impuesto a regímenes de facto; el uno por las armas, el otro por las urnas.

La recepción en Caracas fue apoteósica. Pero el encuentro con Betancourt marcó el principio del fin de su relación. Castro quería un préstamo por US$300 millones en petróleo, a lo que el mandatario venezolano se negó. «Betancourt lo cala y sabe que Castro será, a partir de entonces, su enemigo mortal«, a decir del intelectual mexicano Enrique Krauze («Poder y Delirio»).

Lea: Los otros enemigos de Fidel Castro.

Pero antes, los irreconciliables Castro y Betancourt coincidieron en un objetivo común en 1959: armaron una expedición para derrocar al gobernante dominicano Leonidas Trujillo.

Leonidas Trujillo, en una foto de 1955

A principios de los 60 la relación se deterioró rápidamente. Los dos países rompieron relaciones en 1961. Venezuela se convirtió en objetivo revolucionario, destino de armas cubanas y cantera de aspirantes a guerrillero. Según algunas fuentes, uno de los más notables fue Carlos Illich Ramírez, «El Chacal», quien recibió entrenamieno en Matanzas, cerca de La Habana.

Hubo dos desembarcos cubanos en Venezuela. En el primero, el 24 de julio de 1966, participó nada menos que el entonces capitán Arnaldo Ochoa, «héroe de la Revolución» caído en desgracia en 1989, cuando fue fusilado en Cuba bajo cargos de traición.

Castro en persona acompañó a los 14 militares cubanos que participaban en la expedición hasta aguas dominicanas. El mandatario cubano lo intentó otra vez en 1967, en la invasión de Machurucuto, en la que una decena de guerrilleros cayó en combate con el Ejército venezolano, mientras que dos fueron capturados.

En 1976, miembros de los servicios de inteligencia venezolanos -incluido el ex director de contrainteligencia de ese organismo, el cubano-venezolano Luis Posada Carriles– aparecieron involucrados junto con operativos de la CIA en la llamada voladura del avión cubano, el atentado contra una aeronave de Cubana de Aviación que volaba entre Barbados y Jamaica, con 78 personas a bordo.

A pesar de que las relaciones diplomáticas se normalizaron en 1974, Fidel Castro no volvería ser bienvenido en Venezuela hasta 1989. Entonces, controversialmente, el electo presidente Carlos Andrés Pérez lo invitó a su toma de posesión. Castro fue la estrella del evento, bautizado por la prensa local como «la coronación», por la pompa que la caracterizó.

El general Arnaldo Ochoa, en su juicio en 1989

Con el gobierno de Hugo Chávez Frías, Castro dejó de ser una referencia, para adquirir rol protagónico en Venezuela. Castro fue visto y tratado como un «padre» por el líder venezolano, que buscó consejo e implementó sus recomendaciones -en materia de programas sociales, organizaciones de base, sistemas de identificación, Fuerza Armada y muchos otros- al tiempo que le ofreció ayuda vital para superar las dificultades que enfrentó Cuba desde que perdió el apoyo de la Unión Soviética.

Miles de médicos cubanos fueron enviados a Venezuela para participar en la misión «Barrio Adentro», de asistencia en los vecindarios pobres, mientras que expertos cubanos asesoraron al gobierno en materia de seguridad e identificación, lo cual generó una fuerte controversia entre sectores de oposición, que acusaron a Chávez de convertir a Venezuela en una colonia de Cuba.

Colombia

El libro

La relación de Colombia con Fidel Castro es de vieja data. El líder cubano fue testigo del «Bogotazo», los desórdenes masivos que siguieron al asesinato del líder político Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948. De hecho, tenía una cita para reunirse con el candidato presidencial justo antes de que lo mataran.

Algunos sectores en Colombia -de derecha- han insinuado que Castro tuvo que ver en la muerte de Gaitán. También se ha dicho -en especial por la izquierda- que detrás de la muerte del líder estuvieron poderosos sectores de la élite que temían sus políticas populistas.

Tal como lo cuenta el propio Castro, su presencia en Bogotá en aquella circunstancia fue más bien una coincidencia.

A sus 21 años, se encontraba allí para discutir la participación de Gaitán como orador en la inauguración del Congreso Latinoamericano de Estudiantes, organizado como protesta por la IX conferencia de la Organización de Estados Americanos, OEA. Desatada la revuelta, él y sus compañeros se le unieron. «De las 16 balas, que era todo el parque que yo tuve en aquellos días (…) empleé cuatro«, recordó en un testimonio de 1976.

En lo que coinciden varios biógrafos es que presenciar ese estallido social espontáneo lo marcó profundamente y le hizo revisar algunas de sus ideas sobre cómo actuar en esos casos.

Posteriormente, la influencia fue en sentido contrario: de Cuba y Fidel Castro hacia Colombia.

El Ejército de Liberación Nacional de Colombia, ELN, fue fundado en 1964 como un movimiento de orientación marxista-leninista por jóvenes colombianos- algunos formados como guerrilleros en Cuba- inspirados por la Revolución y las teorías de lucha del Che Guevara.

En cuanto al principal grupo subversivo colombiano, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el nexo es menos directo, incluso distante.

Manuel Marulanda, en una foto de 2001

Castro habló extensivamente del asunto en su libro «La paz en Colombia» (2008). Entre otras cosas, reveló que Manuel Marulanda, su líder histórico -al que alabó- siempre quiso viajar a Cuba pero nunca lo hizo.

Dos presidentes colombianos acusaron a Fidel Castro de injerencia en el país y suspendieron las relaciones con Cuba. Alberto Lleras Camargo en 1961, luego de un discurso del mandatario cubano en el que criticó a Colombia y a Lleras Camargo por su papel en la creación de la Organización de Estados Americanos, OEA. Las relaciones sólo fueron restablecidas en 1975, por Alfonso López Michelsen.

En 1980, Castro medió en el caso de la toma de la embajada dominicana en Bogotá por parte del grupo M-19 en 1980. El líder cubano ofreció intermediar personalmente y planteó darle asilo en la isla a los guerrilleros, como finalmente ocurrió.

Sin embargo, un año después, el presidente Julio César Turbay Ayala volvió a romper relaciones acusando a la Habana de apoyar y financiar al M-19.

El líder cubano también intervino como mediador en otras acciones de grupos subversivos. Así fue en el secuestro de dos hermanos de presidentes: Jaime Betancur (en 1983, hermano de Belisario Betancur) y Juan Carlos Gaviria (1996, hermano de César Gaviria).

Y fue precisamente en la presidencia de de César Gaviria, cuando, en 1993, se restablecieron las relaciones diplomáticas.

Desde entonces Fidel Castro y el gobierno cubano han colaborado en muchos de los intentos por lograr una paz negociada con la guerrilla. La Habana ha sido sede tanto de acercamientos de gobierno colombiano con el ELN, como de diálogos en firme con las FARC, la guerrilla más antigua del continente.

Nicaragua

Fidel Castro y Daniel Ortega en 1988

De Puerto Cabezas, Nicaragua, partió por mar el contingente de unos 1.500 hombres entrenados por la CIA para derrocar a Castro, a través de la invasión de Bahía de Cochinos.

El favor que Luis Somoza Debayle le hizo a EE.UU. al permitirle usar sus bases militares no se le olvidaría a Fidel. «Dícese que el tirano Somoza, al despedir a las fuerzas mercenarias de Girón, les pidió que le trajeran al menos un pelo de la barba de Castro. Y yo he venido aquí, con toda mi barba, para ofrecérsela al pueblo victorioso de Nicaragua», dijo en una visita a ese país en 1980.

Y esa nación centroamericana es, quizás, donde -hasta Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela en 1998- Fidel Castro dejó una huella más notoria.

«De todos los países en América Latina, el trabajo más activo que hemos llevado a cabo es Nicaragua«, dijo en una ocasión el jefe de la Dirección General de Inteligencia cubana (antiguo nombre del G2), Manuel «Barbarroja» Piñero.

Así como en otras naciones de la región financió, equipó y entrenó a grupos armados, Cuba fue fundamental para el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), enfrentado a la dinastía Somoza. Mientras que Nicaragua se convirtió en un centro desde el cual La Habana dirigió ayuda y armas a grupos rebeldes de El Salvador y Guatemala.

Uno los líderes fundadores del FSLN, Carlos Fonseca, vivió -y en ocasiones «sobrevivió», según él mismo dijo- en Cuba. Incluso llegó a participar lado a lado con fuerzas revolucionarias en el combate de la contrarrevolución en la isla.

Un afiche con el rostro de Carlos Fonseca

Allí fue a parar también luego de que sus compañeros lo liberaran de una cárcel de Costa Rica, en un intercambio de rehenes secuestrados en un avión de la United Fruit Company. Pero nunca fue recibido por Fidel Castro.

En 1979, el líder cubano usó su influencia para lograr que los diferentes grupos divididos del Frente (Fonseca había muerto en 1976) aceptaran una dirección unificada de nueve comandantes.

En 1983 -a cuatro años del triunfo de la revolución sandinista-, el gobierno cubano envió al general Arnaldo Ochoa para actuar como asesor en la campaña militar frente a las llamadas «contras», los grupos rebeldes financiados por Estados Unidos para hacerle la guerra a los sandinistas. El número de unidades militares cubanas en la nación centroamericana se incrementó y los expertos cubanos fueron empleados en varias áreas de gobierno.

Algunos analistas apuntan, sin embargo, que le costó más influenciar al país en términos ideológicos, debido al peso de Estados Unidos en la región y el apoyo que daba a las «contras».

Chile

Fidel Castro y Salvador Allende en 1971

Chile no escapó la influencia de la Cuba de Fidel Castro, más notablemente durante el gobierno de Salvador Allende, cuyo triunfo electoral -y su proclamada visión de una «vía chilena al socialismo»- fue considerado como la primera revolución socialista que triunfaba a través del voto, en vez de la lucha armada.

Su gobierno fue el primero en restablecer relaciones diplomáticas con Cuba, en 1971. Poco después tendría lugar la célebre visita de Castro a Chile, que aunque originalmente iba a durar unos días, terminó prolongándose por 25 (10 de noviembre al 4 de diciembre).

Durante su estancia, recorrió el país a sus anchas, se reunión con líderes políticos, se dirigió a las masas, habló en la radio y la televisión e irritó en términos generales a comentaristas de oposición y prensa crítica, que lo acusaron de entrometerse en asuntos internos de Chile.

Como relata el ex escolta personal de Fidel Castro (entre 1968 y 1994) Juan Reynaldo Sánchez, hubo al menos dos planes de asesinar a Castro en el curso de su estadía en Chile. En uno de ellos, dos supuestos periodistas con credencial del canal venezolano Venevisión le dispararían durante una rueda de prensa con un arma introducida en una cámara. Al final, dice Sánchez, no se decidieron.

Dos años después, el 11 de septiembre de 1971, y en el marco del golpe de Estado en su contra, el presidente Allende se quitó la vida con un rifle de asalto AK-47, según confirmó una investigación forense en el año 2011. La versión popularmente aceptada es que el rifle se lo había regalado Fidel Castro.

Durante el gobierno de Augusto Pinochet, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) intentó crear una «Sierra Maestra» en las montañas aledañadas a la localidad de Neltume, en la zona central del país: un foco de resistencia, que el gobierno logró neutralizar completamente en el año 1981.

El gobierno de Fidel Castro también apoyó al Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), un movimiento de guerrilla urbana, que notablemente intentó asesinar a Pinochet en septiembre de 1986.

Ese mismo año, el Frente había recibido un importante cargamento de armas procedentes de Cuba, incluidos 3.000 rifles, 300 lanzacohetes, unas 2.000 granadas de mano y varias toneladas de explosivos. El arsenal fue descubierto por fuerzas de seguridad y la operación, conocida como la internación de armas de Carrizal Bajo, fue desmantelada.

En 2009, la presidenta Michelle Bachelet se convirtió en la primera mandataria chilena en visitar Cuba desde 1971, una decisión controversial en su país. El viaje terminó en desastre, porque al día siguiente Fidel Castro opinó a través de uno de sus acostumbrados artículos de prensa que Chile debía darle una salida al mar a Bolivia, lo que obligó a Bachelet a llamarlo a capítulo.

Salvador Allende con el rifle que le regaló Fidel Castro en 1971
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