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Devolverle la diferencia a la Concertación

Genaro Cuadros
Por : Genaro Cuadros Arquitecto Urbanista, jefe de la carrera de Arquitectura de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, UAHC
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… no «tengai julepe» a ser tan «pulento» entre medio de tanto «julero», el Rumpi.



Hay algunos que dicen que la falta de entusiasmo o «mala onda» se debe a que el país no crece. Yo diría que es una visión interesada. Lo cierto es que lo que existe es una sensación de abandono e inseguridad. Se insiste en afirmar que la falta de entusiasmo de las personas con la Concertación es porque no ha logrado movilizar la economía, que su agenda de gobierno es desordenada y que su único capital es el Presidente. Lo cierto es que la falta de entusiasmo se debe a que no proponemos nada distinto a administrar mejor la economía y para eso mejor el original y no la copia.



Es cierto que existe instalada una percepción de sobrevivencia en la mayoría de los chilenos, sobre todo de los más humildes y de las capas medias, sensación que se debe a un modelo que funciona sobre la base de un fuerte individualismo y donde efectivamente «para las nuevas generaciones de chilenos la integración o justicia social son asuntos que dependen de sus propio esfuerzo, no del estado ni de las políticas publicas». La pregunta me surge de inmediato, no será mas bien, que la gente se siente «abandonada» a su suerte. ¿No fue ese el resultado de un celebrado estudio del PNUD, que marcó la agenda de la itelligentzia nacional por un tiempo?.



Gran parte de esa inseguridad y sentimiento se le atribuye a la acción política y con ello también toda la sensación de indiferencia, de indiferencia de sus comentaristas, lobistas, analistas y lamentablemente, también de nuestra clase política.



¿Será posible que La Concertación haya llegado al punto en donde votamos por ella como el último acto de fidelidad a un recuerdo histórico, o como mal menor?. Es legítimo que la gente se pregunte si otros sabrán hacer más y mejores comisarías, si es así, cuál es la diferencia a esta indiferencia imperante.



Es cierto que el Estado requiere un giro radical en su cultura y forma de hacer las cosas- sólo pensemos en la necesaria reforma al sistema de salud. El punto es si ese giro apunta hacia su desaparición para dejar que «cada uno mate su toro», o hacia vencer, con eficacia y eficiencia, el abandono y construir solidaridad.



En dictadura, conocimos a quienes en este afán de crecimiento vendieron todo lo que estaba a su alcance a precio de «mercado de pulgas», con la misma promesa de que «ya habrá tiempo, para otros temas de la agenda». Conocimos esos tiempos sin regulación ni contrapesos, competencias desreguladas y mercados que se cayeron con altas tazas de desempleo. Quienes saben de regulación están conscientes de que en este país tan sólo se regula la competencia entre las empresas, ni siquiera se trata de una regulación entre las empresas y sus consumidores o ciudadanos.



Será que no sabemos nada más que buscar el éxito macroeconómico, porque cada vez es más evidente que el crecimiento macroeconómico va para un lado y la generación de empleo, condiciones de equidad y derechos cotidianos van por otro carril. Me pregunto qué tan leve es nuestro sólido estado de ánimo y nuestro pujante club de emprendedores. O es esto una estampida para vender lo último que queda y que nuestros valientes guerreros no ganan si el partido no está arreglado.



Frente a todas las preguntas planteadas, sólo puedo responder de una forma. Existe esa diferencia: mientras algunos creen en la política de la administración de lo existente, otros nacieron a ella para la transformación. El Chile de hoy y el de mañana, ya no pide elites distantes, hiper calculadoras y que se mueven en el reino de lo posible, sino compromiso, cercanía e imaginación para ampliar el futuro.



Los tiempos cambian y el modelo de actividad política practicado en los últimos años, no sólo ha perdido legitimidad, sino que también eficacia.



Este reimpulso significa no trenzarnos en falsas disyuntivas entre burócratas-románticos o nostálgicos, eso es huir hacia adelante. Nadie cree en un ser social versus, uno individual. En el Estado versus el Mercado. Es un falso dilema, necesitamos claramente de ambos, cada uno de nosotros es la suma y su expresión. En este sentido no nos engañemos: el punto no es «la mala onda que hay», sino «lo mala onda que somos».



La diferencia existe y superar el abandono es poder decirle a los chilenos: no estás solo para enfrentar tus problemas y expectativas. No se puede pretender hacer política desde el mundo progresista, sin desatar esa diferencia.



* Presidente de la Juventud Socialista

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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