Estoy convencido humana, política y profesionalmente que el único problema real, grave, no resuelto aún, del futuro de Chile es su posibilidad de sobrevivir como país, como comunidad moral e histórica, y que eso tiene que ver esencialmente con la manera cómo resuelve la cuestión de la justicia y la superación de la impunidad respecto de los crímenes atroces cometidos por Pinochet y las Fuerzas Armadas durante la dictadura militar.
Todo el resto vendrá por añadidura, si somos capaces de resolver este drama sin que se convierta en tragedia o catástrofe moral, como fue la Alemania de los veinte años siguientes al nazismo, pese a sus éxitos económicos, políticos y científico-tecnológicos.
Y por eso estoy consternado por lo sucedido en los últimos días, tanto en lo referido a la posible impunidad del máximo criminal responsable de la dictadura y su barbarie, como respecto de la información entregada por la Fuerzas Armadas en relación a los detenidos desaparecidos, y el clima con que las fuerzas políticas la han recibido y comunicado al país.
Estamos a las puertas de una gran mentira que cancelará la posibilidad de ser un país moral y de la cual todos seremos cómplices por aceptarla.
Yo no critico que pueda decirse que ha habido esfuerzo de algunas autoridades militares por recoger alguna información y que esta mínima información ha causado un proceso difícilmente controlable de búsqueda de justicia y lucha contra la impunidad. Pero de ahí a reconocer apresuradamente que la información es seria, que ha habido un «enorme esfuerzo» de las instituciones armadas y -Ä„qué horror!- que debemos sentirnos orgullosos por ello, que éste es el unico país (lo que es absolutamente falso), que será un hito para cerrar las heridas, etc, hay un abismo inmenso.
Por favor, miren lo que dice la información: un listado de nombres especialmente seleccionados para intentar tranquilizar a algunos, fechas de detención y ejecución y destino final sin ninguna otra explicación. Nada permite decir que esa informción sea verdadera ni que sea útil para los próximos pasos. Cada día aparecen más desmentidos, más incoherencias, más falsedades, que obligan al Ministro de Defensa a reconocer errores en ella.
Y cuando esos errores aumenten y cuando se comprueben más falsedades, ¿vamos a seguir insistiendo en que debemos estar orgullosos?.
Y cuando las Fuerzas Armadas se apresuran a decir que esto es todo lo que tienen y que dan por cerrada la página, y un Comnadante en Jefe chantajea diciendo que deben haber nuevas condiciones, lo que es reafirmado por su predecesor que dice que hay proceder a una amnistía general desde el 78, ¿vamos a seguir diciendo que hubo un gran esfuerzo?.
Y si hay estas dudas, ¿tenía sentido apresurarse a ver sólo la mitad del vaso lleno sin precaver al país que todo podría derrumbarse y que el vaso quedaría vacío? Y si son los Tribunales los que van a evaluar, y ya el Presidente de la Corte Suprema, pinochetista recalcitrante, ha tenido la honestidad de decir que esa información sirve muy poco, ¿por qué haber hecho una evaluación precipitada del gran esfuerzo, el hito, el avance sustantivo?
He sido, soy y seré un laguista a toda prueba. Tengo la mayor admiración por el Presidente Lagos y siento hacia él un enorme afecto y amistad. Pero no puedo dejar de decir que aquí se ha cometido un error grave de apreciación, que hace que la opinión pública sienta que el problema le molesta y que quiere cerrar la página, lo que estoy convencido no es cierto.
El Jefe de Estado no puede ser sólo un receptor neutro que traspasa esta información a otros para que la evalúen. El ha pedido que lo ayuden pensar qué debe hacer y a tomar las decisiones adecuadas. Mi modesta opinión es que el Estado y el gobierno no son neutros frente al unico gran drama de Chile y que el Jefe de Estado debe liderar y ser garante moral que habrá justicia en este país.
Todo ello, dentro de sus atribuciones y sin menoscabar la de los otros poderes del Estado. Recordemos que el Presidente Aylwin pidió perdón al pais a nombre del Estado y propuso a los Tribunales una solución sobre cómo interpretar la ley de amnistía. Necesitamos gestos como esos. Por ejemplo, solicitar a la Corte Suprema que estudie la nulidad de la ley de amnistía, como se hizo en Argentina.
Todo el pueblo de Chile respaldaría a un Presidente que, en el uso de sus facultades, liderara y orientara respecto de la principal amenaza que tenemos como nación.
Si no hay señales en este sentido, podremos tener éxito en muchas cosas, pero no valdremos la pena como país. Habremos transformado un drama en una catátrofe y una tragedia moral.