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Los efectos económicos de la guerra (Parte II)


Los Efectos Económicos para Chile



En la práctica, los efectos económicos del conflicto ya se han hecho sentir en Chile desde el 2002, con el alza anticipada de los precios del petróleo desde los primeros meses del año pasado (también resultado del conflicto interno en Venezuela). Dado el grado de apertura de la economía, los efectos de la guerra en materia de precios ya están casi completamente internalizados.



Desde marzo de 2002 a Marzo 2003, los precios del petróleo se han elevado en promedio en un 42,6% y es probable que en los próximos meses, de marzo a junio de 2003, se eleven aún un poco más, a niveles cercanos a los 40 dólares por barril, para descender paulatinamente hacia la segunda mitad del año, a niveles eventualmente inferiores a los actuales que ya se encuentran en los 33 a 34 dólares el barril.



Por lo tanto, en la primera mitad del año tendremos alzas de precios internas en transportes, energía, alimentos y otros, que tenderán a elevar el IPC en 12 meses a niveles de un 4% anual. Sin embargo, esta tendencia se modificará a la baja en la segunda mitad del año, restableciéndose la tendencia de más largo plazo, más próxima al rango 2,5 a 3,5% anual, para el año 2003.



Lo que debe aclararse y reconocerse ante la opinión pública y los mercados, es que todos los supuestos y anticipos realizados, se basan en que la guerra será corta y que tendrá un desenlace rápido, lo que permitiría reducir las incertidumbres que hoy existen en torno al conflicto. Así y todo, en términos de crecimiento económico, dado que la política de crecimiento del Gobierno descansa principalmente en la apertura y el sector externo, las proyecciones deberán corregirse a la baja (una vez más), desde el 3,5% proyectado para el 2003, a un más probable 2,8 a 3% anual.



No obstante el alcance acotado que tendría esta guerra, si es de corta duración, en materia de exportaciones, el mercado internacional seguirá siendo la principal explicación oficial que nos impedirá recuperar mayores tasas de crecimiento. Aunque la apertura externa ha sido considerada el elemento dinamizador principal en la estrategia gubernamental para recuperar el crecimiento, paradojalmente, ha sido también el mismo sector externo el que se ha usado como excusa para explicar el bajo crecimiento alcanzado por Chile en los últimos años, por la falta de dinamismo de las economías desarrolladas y el descalabro de las economías vecinas.



En este sentido, este año 2003 no introducirá ninguna modificación al escenario o a las explicaciones ya conocidas de los años anteriores: primero, proyecciones auspiciosas de crecimiento de 3,5% o más; luego, correcciones a la baja por razones externas; y finalmente, resultados bastante más bajos de lo esperado, pero, que serán superados -se explica- en el año siguiente, porque ahora sí la recuperación económica ya viene.



En términos de la cuenta corriente de la balanza de pagos, hay que recordar que el país importa cerca de 70 millones de barriles al año, lo cual el año 2002 representó algo más de US$ 1.650 millones, con un precio promedio de unos US$ 25,5 por barril. Se estima que el valor promedio anual en 2003 puede llegar a US$ 30 por barril, lo que significaría un mayor gasto de US$ 290 millones, aproximadamente un 0,43% del PIB.



¿Pueden darse efectos diferentes?



El mayor problema de futuro, es que hay muchos imponderables e incertidumbres para que no todo salga bien y -eventualmente, aunque es menos probable- que se produzca un conflicto que dure más tiempo del esperado y que se extienda hacia otros países del sector.



Así por ejemplo, un factor que conspiraría en contra de los buenos augurios es que aparecieran armas de destrucción masiva; que Irak ataque a Israel, como ya lo hizo en la Guerra del Golfo en 1991; que se produzcan importantes atentados en otras regiones del mundo y que, más allá del daño físico que se produzca con la guerra, emerjan conflictos políticos relacionados con la ocupación militar en Medio Oriente, que alteren más profundamente la frágil estabilidad que existe al día de hoy.



Con cualquiera de estos imponderables, se producirá un aumento drástico en los precios del petróleo, el que puede llegar hasta 60 o 70 dólares por barril, produciendo un fuerte daño a las expectativas para el segundo semestre y una reducción adicional en las proyecciones del crecimiento global.



Debe tomarse en consideración -más allá de las cuentas optimistas que algunos empiezan a hacer dando por descontado que el conflicto será breve y que vendrá una reactivación económica posterior- que una profundización de la incertidumbre e inseguridad actual, produciría una depresión adicional en el gasto de los consumidores y en la inversión de capital, deteriorando aún más las ya disminuidas perspectivas de crecimiento de la economía norteamericana y de la economía global, incluso llevando a algunas regiones a una recesión más abierta o declarada.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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