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La «Dama Blanca» enfrenta mar tormentoso

Nuestra embajada flotante no es bienvenida. Debe soportar fuertes protestas en numerosos puertos extranjeros. En otros sencillamente ya no la autorizan recalar y buscar abrigo.


«La Esmeralda», nombre lleno de heroísmo, honor y patriotismo, ligado íntimamente a la historia naval de Chile, arraigada al alma nacional como sinónimo de valentía y gallardía, uno de nuestros más preciados estandartes y símbolo de orgullo nacional.



El nombre «Esmeralda» nace en nuestra patria en 1818 cuando la fuerzas navales chilenas capturan a la fragata del mismo nombre durante la guerra de la Independencia. Luego se construyó la segunda Esmeralda en Northfleet, Inglaterra, la que en 1865 -bajo el mando del Capitán Williams- defendió exitosamente la soberanía de la naciente república del Perú, capturando con audacia y valor la corbeta «Covadonga», hecho que precipitó la retirada de las fuerzas navales enemigas. Esta misma Esmeralda fue comandada por Arturo Prat el 21 de mayo de 1879, la cual se hundió con su bandera al tope frente a las costas de Iquique, luchando contra el grueso de las fuerzas navales peruanas. La tercera «Esmeralda» fue un crucero que fue vendido a Japón. Años mas tarde, otro crucero y una fragata antisubmarina llevaron del nombre «Esmeralda».



La sexta «Esmeralda», es nuestro actual Buque Escuela y embajada flotante. Comprada a España en 1953 cuyo nombre original fue Juan de Austria. Bellísima Goleta, popularmente conocida como «La Dama Blanca» embarcación que cumple la noble misión de entrenar a nuestros futuros hombres de mar.



Por estos días, la embarcación se encuentra realizando la travesía mas difícil de su historia y no por razones de navegación o climatológicas, sino por razones políticas relacionadas con los derechos humanos. Nuestra embajada flotante no es bienvenida. Debe soportar fuertes protestas en numerosos puertos extranjeros. En otros sencillamente ya no la autorizan recalar y buscar abrigo.



El último crucero de instrucción zarpó, desde Valparaíso, el 6 de abril. El Presidente de la República despidió a la dotación sobre su cubierta señalando: «Con ustedes zarpa el espíritu de la Armada de Chile y también zarpa un país orgulloso con lo que se está haciendo. Durante esta travesía van a ser embajadores de Chile, llegarán a otros puertos y otros países. Ustedes son una embajada especial que envía Chile en sus deseos de integrarse en un mundo global». Lagos, al parecer, no sospechaba lo que esperaba a sus embajadores en este viaje.



El primer problema surgió al poco andar, desde Panamá se informaba que debido a fuertes protestas ciudadanas se recomendaba que nuestra embajada flotante desviara curso hacia otras aguas. La goleta alba, frente a este escenario hostil, no buscó abrigo en aguas panameñas.



Posteriormente, Holanda y Suecia también rechazaron la presencia de nuestra embajada flotante tras lo cual, nuevamente, tuvo que buscar nuevos vientos y cambiar su ruta establecida. La Cancillería, al ser consultada sobre los problemas que originaban estos cambios de planes, atribuyó la decisión a «razones de Estado». Todos sabemos que cuando las autoridades chilenas atribuyen decisiones a «razones de Estado», es porque algo realmente anda muy mal. Pero lo peor aún puede estar por llegar.



Según informaciones confiables de diversas agencias informativas, el juez Baltasar Garzón está preparando una acción judicial contra el buque escuela de la Armada chilena, el que tiene programado atracar en España en julio. El «juez de Hierro» evalúa la posibilidad de ordenar requisar el buque y efectuar diligencias a bordo. Otra posibilidad es que Garzón prohiba el ingreso del barco chileno a costas españolas.



Como si lo anterior fuese poco, la turbulenta travesía de la «Dama Blanca» no termina aquí. Parlamentarios ingleses solicitaron al primer ministro Tony Blair, impedir el ingreso del Esmeralda en aguas de ese país hasta que Chile admita que la plataforma fue utilizada como cárcel flotante en 1973. La solicitud de los representantes, fue rechazada por Blair.



Según los antecedentes disponibles, todo hace pensar que, efectivamente, la guapa embarcación de cuatro mástiles, fue centro de detención y, posiblemente, de tortura después del 11 de septiembre de 1973. Los informes son múltiples, concordantes y coincidentes.



Al respecto se puede destacar el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, el cual manifiesta claramente: «En el caso del Buque Escuela Esmeralda, las investigaciones practicadas por esta Comisión permitieron comprobar que una unidad especializada de la Armada se instaló en su interior con el objetivo de interrogar a los detenidos que se encontraban en la misma nave y a los que eran traídos de otros recintos de reclusión de la Armada. Estos interrogatorios, por regla general, incluían torturas y malos tratos».



A pesar de que el número de detenidos a bordo del Esmeralda no está claro, el Senado Norteamericano, en 1986, estimó que la cifra de detenidos llegó a 112 civiles. En un momento, según testimonios disponibles, hubo 40 mujeres detenidas, las cuales fueron sometidas a todo tipo de maltratos, torturas y vejaciones.



Una de las víctimas emblemáticas, el sacerdote católico (chileno-británico) Miguel Woodward, falleció oficialmente de un «paro cardiorespiratorio» camino al hospital. Sin embargo -según una publicación del diario británico The Guardian-, «el testimonio del oficial naval de más alta graduación en el puerto ese día, el Capitán Carlos Fanta, deja claro que un médico naval determinó que debía ser trasladado desde la Esmeralda tras haber certificado que moriría de sus lesiones causadas por la tortura». Aunque la Iglesia reclamo su cuerpo, nunca le fue entregado. La familia Woodward, sigue esperando que su querella por genocidio, terrorismo de Estado, homicidio calificado, delitos contra la Convención de Ginebra, secuestro calificado, torturas y asociación ilícita -presentada a la Ministra de Fuero Gabriela Corti en los tribunales de justicia de Valparaíso, en enero de 2002- llegue a buen fin.



Entre los numerosos testimoniales de víctimas de torturas se encuentra las declaraciones del ex Alcalde de Valparaíso Sergio Vuskovic, quien ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA denunció: «Siete de nosotros somos de Valparaíso. Los siete fuimos torturados en el buque Esmeralda durante nueve días. Me aplicaron descargas eléctricas en el pene, los testículos, el pecho y la espalda. Y todo esto se lo hacían tanto a hombres como a mujeres, en el buque escuela de la Armada chilena».



Otro documento relevante es el Consejo de Guerra efectuado en Valparaíso -publicado por el Comité Mundial de Ginebra- en el cual se identifica al Esmeralda como centro de detención.



Contrario a todas las pruebas, testimonios e informes disponibles, La Armada de Chile ha negado sistemáticamente que se haya cometido algún crimen a bordo del navío en cuestión.



La «Dama Blanca» está en dificultades. Si la acción judicial del juez Garzón prospera, el país entero va a sufrir una bochornosa deshonra. ¿La Armada está dispuesta a que le capturen un buque en aguas extranjeras? ¿La tripulación de jóvenes marinos debe abrir fuego y resistir el abordaje hostil hasta las últimas consecuencias? ¿La Cancillería está bien informada y preparada para actuar en una situación límite de esta naturaleza? ¿Vale la pena correr el riesgo de enfilar la embarcación hacia aguas españolas?



El solo hecho de formularse esta preguntas, hace aconsejable revisar la conveniencia real para Chile de mantener la actual plataforma en servicio activo. Esta afirmación puede llegar a caer mal, resultar antipática, puede incluso ser catalogada -por algunos- como anti patriota. Pero, ¿qué sentido tiene para un país mantener un embajada flotante que es recibida con protestas y blasfemias en el extranjero? Una nave que navega solitaria con incertidumbre permanente. Esto equivale a designar a un embajador que produce malestar y bochorno al país anfitrión.



Los ecos del pasado son un lastre demasiado pesado para el Esmeralda. Ä„Qué situación más injusta, endiablada e infame para nuestros jóvenes hombres de mar! Tener que cargar con las pifias y deshonras, mientras el silencio y la oscuridad amparan a quienes, en su momento, actuaron contra civiles indefensos, abusando de los principios y valores éticos que la patria les enseñó. Ä„Qué indignación más grande!



En estos momentos la alba señora, navega sola y silenciosa. Su arrogante hermosura esconde gemidos de dolor y vergüenza. Ä„Qué lástima tener que renegar de tu impetuosa majestuosidad! Ä„Qué contra sentido más grande! ¿Cómo pudo tanta belleza y elegancia haber estado al servicio de tanta crueldad?





* Miembro Comité Pro-Defensa Ciudadana.



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