Publicidad

La paz reina en Varsovia




Con esta frase, »La paz reina en Varsovia», un general alemán describió a Hitler la situación de Polonia tras la ocupación alemana, que había sido de una fulminante rapidez y que inauguró la táctica militar conocida como «blitzkrieg». Por cierto, ninguna referencia a las decenas de miles de muertos que se acumulaban en las calles y trincheras, en las que un pueblo casi indefenso rindió su vida ante la enorme potencia militar del III Reich.



Ahora son los mass media, en especial la TV, quienes transmiten la misma impresión desde Irak y desde Nayaf en particular, claro que sin poder esconder las muertes y la carnicería de esta moderna Pax Americana. Paradojalmente, el jefe de la casa Blanca ha ocupado ese país, tiene en sus manos al ex dictador Saddam Hussein, ha «transferido» los poderes a un gobierno local, cuya representatividad es proporcional al empeño de los EEUU con sus soldados, que son quienes efectivamente tienen el control territorial, pero se encuentra al mismo tiempo en un verdadero «zapato chino», toda vez que un retiro USA se ve cada vez más lejano, por no decir casi imposible.



Cada día aumenta el número de caídos en combate y aunque su número es ciertamente menor que el de los civiles iraquíes, las cifras no son publicadas, pues se enredarían con los avateres de la campaña electoral norteamericana, que es ni más ni menos que la lucha por la presidencia de la más grande potencia de la Tierra.



Para complicar aún más las cosas, se anuncian vertiginosas alzas del precio del petróleo y aquí estamos frente a otro efecto brutal de los errores de la administración americana: el Tercer Mundo y, ciertamente las llamadas naciones emergentes, son importadores netos de este vital elemento energético que está a la base de casi todas las economías del planeta. No cabe duda que las tasas de crecimiento previstas se van a alterar -por cierto hacia abajo- y van a producir un aumento, tanto en la pobreza como en las tasas de desempleo, y de todas las lacras que caracterizan lo social, en los países menos desarrollados.



Habría que preguntarse seriamente quién o quiénes ganan con estas alzas del petróleo. Hay misterios financieros que envuelven como un manto todo este mundo, aunque hay claridad en el hecho de quién o quiénes pierden: los más pobres, los consumidores entendidos como el proletariado de esta etapa neoliberal. Quizá descubramos a poco andar que algunos personajes ligados al poder de Washington se encuentran entre los directos beneficiarios de esta situación.



Aumenta el radicalismo islámico y en regiones bien apartadas se descubren militantes de Al Qaeda, sin que nadie se pregunte cómo es que esto se ha acelerado y qué efectos tendrá en el corto, mediano y largo plazo. Sin jugar a la ciencia ficción, hay que preguntarse qué harán cuando se llenen las celdas de Guantánamo. ¿Pedirán trozos de la Antártica?



Bush hace del tema de la seguridad la base de su doctrina, pero sobre todo de su campaña electoral, mientras aumenta a nivel planetario la sensación opuesta, es decir, la inseguridad y se van creando medidas que limitan más y más las libertades individuales e inclusive las colectivas. ¿Será que la etapa final del neoconservantismo es precisamente caer en formas de dictadura que lo salven de su inaplicabilidad global?



El Derecho Internacional codificado cada vez es menos respetado, violado casi sistemáticamente, mientras la comunidad internacional organizada en el Sistema de Naciones Unidas calla o es incapaz de traducir sus críticas en acciones reales. ¿La famosa «desregulaciónm» de la que hablan tan tontamente los economistas, llegará hasta romper las leyes aceptadas en lo internacional?



Como se ve, las interrogantes son muchas, aunque pocas de ellas son en dirección positiva o de progreso. Estamos asistiendo a una involución que puede conducirnos a la barbarie, casi sin darnos cuenta. Lamento decir esto, que varias críticas me ha traído de más de algún lector de El Mostrador.cl, pero no me siento capaz de sumarme a los corifeos de la autocomplacencia, mientras veo que el mundo en que vivo se destroza sin más razón que la lucha por el poder.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias