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Jóvenes, violencia y delincuencia

En el Gobierno, estamos implementando un conjunto de programas de prevención social orientados a dar alternativas positivas a los jóvenes que se encuentran en condiciones de riesgo social. Así, por ejemplo, a través de programas de reinserción escolar se busca reingresar a las aulas académicas a un conjunto de jóvenes que por diversas circunstancias han abandonado su proceso formador.



Durante el pasado fin de semana observamos con preocupación los crecientes hechos de violencia entre jóvenes de diferentes barrios. Frente a tal realidad es necesario hacer una pausa en las acciones urgentes para enfrentar de manera reflexiva -pero no menos proactiva- el rol que nos corresponde a cada uno de los diferentes estamentos en la prevención de este tipo de flagelos.



Una reflexión de lo general a lo particular, nos sitúa en primer término en el debate de las políticas públicas orientadas a evitar este tipo de situaciones.



En el Gobierno, estamos implementando un conjunto de programas de prevención social orientados a dar alternativas positivas a los jóvenes que se encuentran en condiciones de riesgo social. Así, por ejemplo, a través de programas de reinserción escolar se busca reingresar a las aulas académicas a un conjunto de jóvenes que por diversas circunstancias han abandonado su proceso formador.



De igual forma existen iniciativas destinadas a fortalecer la formalización de la empleabilidad juvenil, evitando con ello que exista una explotación tácita de la actividad laboral de jóvenes que por razones económicas se ven obligados a realizar actividades laborales. Capacitación a través de cursos especiales en materias que los proyecten en actividades productivas, fomento de actividades sociales, deportivas, artísticas y culturales como oferta extracurricular; y validación de sus estructuras organizacionales propias son algunas de las iniciativas de prevención social que se encuentran en actual implementación por diferentes instituciones públicas y privadas.



Desde el punto de vista del control delictual en abril de este año entró en vigencia la ley 19.941 que aumentó en 2.970 el número de Carabineros, para acentuar la presencia policial preventiva en las zonas que más lo requieren. Para el 2005 se ampliará la aplicación del Plan Cuadrante a otras 7 ciudades del país, con lo que dicho plan cubrirá el 59,8% de la población nacional. Su implementación implicará duplicar el número de carabineros en las ciudades, triplicar el número de vehículos policiales e incorporar tecnología de punta para reducir aún más los tiempos de respuesta frente a la demanda de la comunidad.



De igual forma se está dotando a las policías de mayores facultades para controlar la identidad de los ciudadanos y así poder sacar de circulación a ciertas personas que tienen órdenes judiciales pendientes para ser puestas a disposición de los tribunales de justicia. Junto con lo anterior se promulgó la Ley que sanciona con multas y penas privativas de libertad el porte de armas blancas en lugares públicos o de expendio de bebidas alcohólicas, a fin de disuadir el porte de armas y sancionar con severidad a quienes realicen dicha conducta, la que sin duda pone en riesgo la seguridad de los jóvenes y adultos que circulan por la vía pública o asisten a lugares de esparcimiento.



Paralelamente se están discutiendo en el H. Congreso Nacional el proyecto de responsabilidad penal juvenil que reducirá la edad de responsabilidad penal a los 14 años; la ley que sanciona el microtráfico de drogas y aquella que establece mayores requisitos para la adquisición de armas de fuego y municiones.



Es decir, existen un conjunto de políticas públicas orientadas, por una parte a crear alternativas positivas y reales a los jóvenes que no quieren caer en el consumo de drogas o en la delincuencia; y por otra parte al endurecimiento de la legislación vigente a fin de desincentivar la actividad delictual como forma de sustento económico.



Luego corresponde entonces analizar el rol de las fuerzas vivas de la sociedad o cuerpos intermedios de la comunidad. Dentro de ellos destacan las actividades vinculadas a las diferentes iglesias, las que históricamente han sido de mucha relevancia en la inculcación de valores, principios y ayudas concretas con actividades participativas orientadas al segmento juvenil.



Por su parte, las organizaciones vecinales o comunitarias no han abordado de manera permanente el trabajo para el segmento juvenil, ya que los jóvenes prefieren adscribirse a grupos esporádicos y temáticos como los grupos de hip-hop, rapers, grafittis y otras organizaciones vinculadas a la entretención, las cuales también debemos fortalecer ya que son parte de la realidad juvenil. No podemos pretender exclusivamente someter a los jóvenes a las estructuras formales de la sociedad, sino que debemos ser capaces de legitimar y orientar en forma positiva a las organizaciones propias de los jóvenes, fortaleciendo su capacidad de asociación y participación.



Todas las medidas anteriores y muchas otras en actual ejecución, ayudan ofreciendo alternativas positivas para el desarrollo de los jóvenes o controlando la actividad delictual, pero carecerán de todo valor si el entorno inmediato del niño o joven carece de iniciativa y preocupación.



Así, el rol principal corresponde a las familias, ampliamente concebidas, al núcleo o entorno familiar. No podemos obviar la importancia que la familia tiene para el desarrollo de nuestros niños y jóvenes. Constituyen los formadores principales, el entorno inmediato, en definitiva son los pilares fundamentales en la formación y educación de los niños. No puede ser que algunos jóvenes salgan a divertirse por las noches portando cuchillos o armas blancas sin que la familia lo impida o simplemente no se entere.



¿Dónde están nuestros niños por las noches, qué hacen, quienes son sus amigos? Estos son algunos de los temas que deben abordarse de manera abierta y transparente al interior del núcleo familiar. El control y la comunicación familiar no debe limitarse exclusivamente al rendimiento académico de los jóvenes y niños, sino que también debe hacerse cargo de las formas de diversión, amistades, hábitos, conductas y horarios.



Podríamos aumentar aún mas la dotación policial, podríamos establecer penas aún mas drásticas a la comisión de delitos, pero el problema de fondo no se resolverá sino abordamos como sociedad en su conjunto estos temas.



Finalmente quisiera hacer un llamado a todos los actores sociales, en sus diferentes instancias y funciones a trabajar unidos por la prevención del delito para tener un país que camine por la senda de la paz, seguridad y tranquilidad.



Felipe Harboe Bascuñán. Abogado. Subsecretario de Carabineros. Integrante Comité Interministerial de Seguridad Pública.




  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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