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La información en imágenes


El diario digital francés Voltaire ha publicado un estudio del talentoso periodista, Thierry Meysson, acerca del papel jugado por la CNN en los procesos de desinformación mundial. El análisis toma como ejemplo la Operación Tormenta del Desierto, 90-91, que logró una movilización internacional contra la invasión a Kuwait por parte de Irak.



En dicho conflicto, el mundo tuvo como única fuente de información a la CNN, y todas las cadenas internacionales restantes reprodujeron las imágenes de esta empresa sin ningún cuestionamiento. Así, el dispositivo de propaganda que EEUU montó durante la Guerra Fría se extendía a nivel planetario. En ausencia del competidor soviético, la propaganda de Washington ahora se difunde sin tregua en todo el país y en los países aliados sin oposición.



Los medios que consideraron que el tratamiento que la CNN da a la información era tendenciosa y parcial, agrega Meysson, se dotaron de equipos que les permitieran entregar información continua. Con ello pretendían garantizar la objetividad, pero lejos de proteger a la opinión pública, el método la legitimó, lo que quedó claro en los atentados del 11 de septiembre.



Porque el problema, afirma Meysson, citando al sociólogo Marshall McLuhan, reside justamente en la forma, más que en el fondo del mensaje.



De esta manera, el año 1990 puede definirse como año de la imposición del modelo de información continua.



El concepto consiste en difundir en tiempos reales imágenes de eventos. Esta crudeza y simultaneidad crea en el espectador una sensación indiscutible de veracidad. Quien puede discutir al que lo «vio con sus propios ojos».



Pero, en realidad, esto es la negación del periodismo que consiste en analizar el evento, seleccionar los hechos sobresalientes, recuperar las fuentes, verificar las imputaciones y darles sentido. El periodismo no es una técnica de descripción, es el arte de la comprensión. La inmediatez, lejos de garantizar la verdad la rinde a las apariencias y los prejuicios.



Y lo que es más grave, es que en ello juegan un papel destacado las empresas de publicidad.



En 1990, al mismo tiempo que el Secretario de Estado, James Baker, trataba de convencer a la opinión pública de la necesidad de librar una guerra contra Irak, la empresa de publicidad, Hill and Knowlton difundía el rumor de que el Ejército irakí había prohibido el uso de incubadoras en las maternidades de Kuwait produciendo la muerte de más de 300 bebés prematuros. El rumor fue confirmado por un informe de Amnesty International.



Las audiencias realizadas en el Congreso norteamericano se trasmitieron por la CNN y se retrasmitieron en todo el mundo. Y todo quedó allí. Era la denuncia de una enfermera, que quedó en el anonimato.



Después de la guerra, un periodista de la revista Harper´s Magazine demostró que la acusación era un montaje y que la enfermera era la hija de un diplomático kuwaití. La directora de la empresa Hill and Knowlton, Victoria Clark, había armado el montaje. Con esto, la Administración de Bush padre, no sólo buscaba engañar al Congreso, sino también a la opinión pública internacional. La noticia estaba garantizada «por provenir de la CNN».



Ningún periodista trataría de verificar hechos informados al instante, aún la proveniente de informantes anónimos. Si después la noticia se desmiente ello no se publica, porque «ya dejó de ser noticia». El tiempo borra el engaño y las consecuencias de un montaje pasan desapercibidas, como que Victoria Clark, haya pasado de directora de Hill and Knowlton a ser vocera del Departamento de Defensa de los EEUU.



También, durante la Operación Tormenta del Desierto, el Secretario de Defensa de la época, Dick Cheney y el Jefe del Estado Mayor del Ejército, Colin Powell, denunciaron que Sadam Hussein había abierto las compuertas de sus pozos de petróleo esparciéndolos por el Golfo y provocando el desastre ecológico más grande de todos los tiempos. La CNN lo confirmó y difundió la imagen de un cormorán inundado de petróleo en el mar. Sin embargo, desde el primer día, la agencia Reutters explicó que la escena se había producido por la marea negra que creó el ataque norteamericano a un buque-tanque irakí sospechoso de transportar armas.



Las acusaciones lanzadas contra Sadam Hussein, permitieron a Washington disfrazar el ataque militar y satanizar a Hussein frente a los ecologistas. Una vez más el efecto CNN servía para credibilizar la información. En el instante, ningún periodista verificó la extensión de la marea negra, nadie observó atentamente las imágenes, ni reflexionó sobre la autenticidad de la información.



Sólo más tarde se comprobó, a través de imágenes antiguas de la Agencia británica ITN:



– que capas de petróleo no podían llenar tanto una playa como para que de allí pudieran caer al mar,



– que la raza de cormorán que apareció en las imágenes no habita en el Golfo,



– y que que la acusación era estúpida, porque los iraquíes no iban a destruir las mismas riquezas petroleras que estaban reivindicando.



De esta misma manera, Dick Cheney que buscaba demostrar que Irak invadió Kuwait por expansionismo, afirmaba que Sadam Hussein se armaba para conquistas futuras y para contar con el cuarto ejército del mundo, después de EEUU, la URSS y Gran Bretaña. En efecto, durante la guerra contra Irán, Irak aumentó su presupuesto militar llegando a ser el noveno en el mundo, pero el país quedó exangüe después de esta guerra y sólo contaba con un armamento obsoleto y reciclado de los deshechos de los ejércitos occidentales.



Estos ejemplos muestran que la información continua dificulta estructuralmente el trabajo periodístico en la actualidad.



Esto se acentúa, en un país como Chile donde existen dos grandes monopolios de la información escrita, que al mismo tiempo forman parte de los grupos económicos principales del país con riquezas que ya se encuentran en Forbes, y la televisión que está destinada a las grandes audiencias cuya demanda se mide por el people meter donde las imágenes efectistas serán las que quedarán en las mentes de las mayorías.



No hay posibilidades ni medios para que el periodismo serio pueda demostrar a estas mismas audiencias la veracidad o no de las imágenes que recibieron por la TV o los grandes titulares. Escuchar a un asaltado o mostrar el robo hormiga en un Supermercado vale más que cientos de estadísticas, aún cuando todos sepamos que las imágenes corresponden a una campaña montada por el candidato Lavín que añora el toque de queda, los campos de concentración aislados y los tanques allanando las poblaciones humildes con los jóvenes violentados en las canchas de football.



Como concluye Thierry Meysson, la única forma de enfrentar la desinformación mundial es anteponiendo la fuerza de la comunicación global y también en Chile, sólo tenemos esa opción impulsando el desarrollo de la prensa digital alternativa, aunque todavía nos llegue sólo a unos pocos.



Patricia Santa Lucía es periodista.














  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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