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El G 20 y la desprogramación del mundo bipolar

Para los más optimistas, escuchar las palabras de «un mundo más pacífico que permite salir de la pobreza» aparece como el anuncio de la esperada desprogramación de las bases del mundo bipolar, entroncadas en el poderío bélico nuclear. Aunque parezca demasiado simple, sin armas nucleares…


Por Juan Francisco Coloane*

Si bien la reunión del G 20 acordó un plan de rescate de la economía mundial, el evento en  Londres del 2 de abril quizás se recuerde más como el comienzo del verdadero descongelamiento de la anterior Guerra Fría. O la única, para los que sienten que ahora no existe una segunda Guerra Fría.

La reunión de los presidentes de EE.UU. Barack Obama y Rusia Dimitri Medvedev, con las declaraciones de un posible plan de reducción de ojivas nucleares, merece una atenta reflexión para no pensar impulsivamente que es el comienzo de la verdadera distención  y por qué no, de la consolidación de un progresivo desarme nuclear, hasta conseguir el desarme total en punto cero.

El comienzo de un nuevo diálogo para un desarme real ocurre en esta reunión 18 años después del desmembramiento de la ex URSS, la única potencia que ha enfrentado a EEUU.  El costo económico y social de la confrontación bipolar y la Guerra Fría, es quizás inconmensurable, y el sistema socioeconómico global recién comienza a revelar su verdadero impacto en este período más reciente.

Las declaraciones de ambos presidentes  marcan, -de continuar en acuerdos-, el comienzo de un nuevo proceso para discutir  altos niveles de reducción de ojivas en ambos países.

Con todo, habrá muchos obstáculos. Desde que la historia se pierde en el horizonte, guerra y destrucción han sido ejes naturales de los ciclos transformativos, o más bien, la transformación necesita de ese proceso destructivo de cimientos y de capital humano.

Muchas potencias regionales de tipo medio, con poderío nuclear bélico como India, Israel, Pakistán y las con aspiraciones como Brasil, Indonesia, Irán, Sudáfrica e Irán,  -Corea del Norte no ha demostrado esa aspiración- se deberán sentir amenazadas por la eventualidad de un acuerdo en el sistema macro de reducción y eliminación eventual de armas nucleares representado por las dos naciones con mayor potencia nuclear.

La aspiración bélica nuclear se desarrolló por la inevitable necesidad del sistema bipolar de administrar equilibrios con múltiples posibilidades de salvaguardas.  Contención o expansión (de un polo de poder), no podían llevarse a cabo absolutamente en forma centralizada y unilateral, y  el equilibrio consistía en cierta simetría. Así, ambas potencias son cómplices de la proliferación de armas nucleares.

La emergencia de India y Pakistán como potencias nucleares se desarrolla bajo el amparo de los dos poderes centrales. China, aunque elaboró su propia estrategia independiente,  sus bases se establecieron con apoyo de la ex URSS. Igualmente en el caso de Francia y Gran Bretaña que desarrollan su capacidad bélica nuclear bajo el alero de la Alianza Transatlántica. Israel no podría haber desarrollado su capacidad tan tempranamente sin la indispensable ayuda de EE.UU.    

De esta forma se constituyó un sistema programado de claves razonablemente fáciles de identificar. Con la bipolaridad administrada por la ex URSS y EE.UU., con la supremacía nuclear como eje, el sistema de equilibrios era reconocible. Con el fin de esta «bipolaridad», lo que apenas se genera es un sistema descompuesto y descontrolado en múltiples espacios de interdependencia entre países y zonas, formándose alianzas nuevas para ganar cuotas de maniobra en las negociaciones, en su sistema de relaciones donde las aspiraciones fundamentales de los actores, más allá de la cuota comercial, no parecen ser claras.

El contexto de amenazas a la seguridad de las naciones, ha sido caracterizado de «multidimensional», como una forma de sustituir aquella amenaza que se desprendía del conflicto bipolar. A pesar de esta conceptualización ampliada, el carácter multidimensional de las amenazas, no provee sustentación para facilitar la identificación del enemigo como era el caso del comunismo y la expansión  soviética. Sin la bipolaridad, la identificación del espacio político se fragmenta y se dispersa en la apariencia, pero las bases de esa bipolaridad permanecen, porque lo que se ha formado es una cultura binaria rígida de la confrontación.

A pesar de la ampliación del concepto de amenaza, más se ha reducido el espectro analítico a esa concepción de enfrentar manifestaciones de insurgencia en esos mismos espacios políticos dispersos y fragmentados, donde la visibilidad de la bipolaridad no se manifieste y el enemigo más palpable se reduzca a grupos de terroristas.

La amenaza multidimensional no es más que otra forma de apuntar a la desestabilización de un solo sistema. Aunque el comunismo desestabilizador sea un fantasma, las bases de la bipolaridad permanecen, porque de otra forma no se protege el sistema. Es la concepción de Estado fascista del que hablaba Nicos Poulantzas 35 años atrás. Un estado capitalista monolítico y de autoridad férrea que se reproduce a través de ciclos transformativos de destrucción y reconstrucción.   

En la conferencia de prensa de Barack Obama en Londres, al preguntársele respecto al liderazgo de EE.UU., transmitió algunas de sus ideas para la cooperación y la paz: «Pienso  que en un mundo tan complejo como se nos presenta,  es muy importante para nosotros (EE.UU.), ser capaz de cultivar la asociación, en vez de sólo pensar en dictar soluciones».

Recurrió al ejemplo de la reunión de Brettonwoods, cuando se  abordada la reconstrucción de la arquitectura internacional después de la guerra, señalando que «ese no era el mundo en que  vivimos, y no debería ser así el mundo en que vivimos»… «Europa ha sido reconstruida, y tiene poderío; Japón ha sido reconstruido y es una potencia; China, India son naciones en movimiento. Y  eso es bueno, son billones de personas  trabajando para salir de la pobreza, haciendo que potencialmente en el tiempo exista un mundo más pacífico. Ese es el tipo de liderazgo que necesitamos exhibir, el que ayuda a guiar aquel proceso de integración ordenada, sin perder de vista el hecho de que todo se está haciendo en  beneficio de las familias y los niños, que se les están entregando más oportunidades, se les está dando una mejor vida. Si se nos juzga por esos estándares, pienso que EE.UU. continuará mostrando liderazgo por un largo tiempo».         

Para los más optimistas, escuchar las palabras de «un mundo más pacífico que permite salir de la pobreza» aparece como el anuncio de la esperada desprogramación de las bases del mundo bipolar, entroncadas en el poderío bélico nuclear. Aunque parezca demasiado simple, sin armas nucleares, no hay polaridad de ningún tipo. Y como la crisis económica lo ha demostrado, no hay tiempo ni espacio para confrontaciones.

*Juan Francisco Coloane es analista internacional.

 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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