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Virus de Influenza Humana: un enfoque multidimensional

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No es errado comprender las epidemias como una externalidad negativa de la globalización que los países deben de tener muy en cuenta y que, de paso desatan, junto a la evidente inquietud y a la natural y necesaria respuesta sanitaria, efectos económicos de gravedad en diversas industrias…


Por Raúl Allard Soto*

Las imágenes en México de los transeúntes en las calles con mascarillas y el impacto causado por la propagación del virus de influenza AH1N1 con casos confirmados en una treintena de países alrededor del mundo, han puesto de relieve los peligros que encierran estas emergencias internacionales de salud pública y su aparición frecuente en un mundo cada vez más interconectado y con mayor tráfico internacional. El brote epidémico en el país azteca provocó la adopción de medidas de restricción sin precedentes que han afectado a sus habitantes -cancelación de vuelos, aislamiento de pasajeros, suspensión de clases y recitales, cierre de restoranes, partidos de fútbol jugados sin público, y un largo etcétera- junto a su estigmatización consiguiente.

Urge a nivel mundial estar preparados para enfrentar las epidemias que seguirán ocurriendo. No es casualidad que en lo que va de siglo ya se haya sufrido con el síndrome respiratorio agudo severo (Sars) aparecido en China el año 2003, y luego, con sucesivos brotes de gripe aviar.  Por ello, no es errado comprender las epidemias como una externalidad negativa de la globalización que los países deben de tener muy en cuenta y que, de paso desatan, junto a la evidente inquietud y a la natural y necesaria respuesta sanitaria, efectos económicos de gravedad en diversas industrias, exceptuando principalmente la farmacéutica. De ahí que junto a la preeminente preocupación por la salud surjan también temores de que la actual emergencia agrave la crisis económica mundial, entre otras dimensiones.

Los países y sus sistemas de salud deben reforzar las medidas preventivas que permitan enfrentar de mejor manera estas epidemias, y disminuir con ello sus efectos en la salud de las personas, en aplicación de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Esta emergencia internacional revela nuevamente la importancia de una adecuada infraestructura sanitaria y de emergencia, la necesidad de disponer de importantes reservas de medicamentos y vacunas, el establecimiento de comités de emergencia, la disponibilidad de mascarillas, la vigilancia de interacciones humano-animal que facilitan la emergencia de nuevos virus y la difusión oportuna de medidas de prevención que debe adoptar la población.

A propósito de críticas efectuadas a las autoridades de salud de México, provenientes del interior de dicho país y del exterior, por su lentitud en reaccionar y por no alertar a tiempo de la epidemia de influenza AH1N1, se manifiesta la trascendencia del manejo de información relevante con impacto en la salud pública. En este ámbito, su oportuna difusión tiene preeminencia sobre consideraciones de otra índole. En el caso de medidas relativas a la seguridad del Estado y de policía -que no se encuentran comprendidas en el concepto de medida sanitaria conforme al reglamento sanitario internacional-, su consideración debe compatibilizarse con la de carácter sanitario.

El desafío en este mundo globalizado frente a una alerta de propagación de virus será estar preparados para brindar una adecuada respuesta de salud pública a la aparición natural, la liberación accidental o el uso deliberado de agentes biológicos que afectan la salud. Muestra de ello es Hong Kong, cuya experiencia con el virus del Sars llevó a tomar medidas preparatorias que le han permitido incluso realizar pruebas genéticas al virus de influenza AH1N1 y disponer de una gran reserva de medicamentos. Una prueba más de que la complejidad del problema requiere de un enfoque multidimensional.

*Raúl Allard Soto es abogado de la Universidad de Chile, Master en Salud Internacional.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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