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Las claves para pronosticar el resultado de segunda vuelta

José Miguel Zapata
Por : José Miguel Zapata Analista político y MPA de la Universidad de Harvard.
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Dentro de la Concertación hay varios que han manifestado que ese electorado más derechista que apoyaba a ME-O, finalmente no votó por él en primera vuelta y lo hizo por Piñera y que, por lo tanto, el 20% de ME-O seria más homogéneo de lo pensado y de un carácter más claramente centro-izquierdista. Sin embargo, no creo que exista una base para sustentar eso.


Es efectivo que la segunda vuelta representa una nueva elección. Sin embargo, es una nueva elección con un universo reducido y con preferencias electorales bastante solidificadas. Debido a que las personas tienden a mantener su decisión electoral a favor de los front runners, el nuevo universo se reduce principalmente a los votos de los candidatos que no pasaron a la segunda vuelta. En este caso, a cerca de un 27% del universo electoral.

Desde ese punto de vista, la elección es nueva en cuanto las estrategias están dirigidas esencialmente a conquistar a ese menor universo. Sin embargo, desde el punto de vista del electorado, la segunda vuelta representa más continuidad que cambio, por cuanto el electorado ya ha tenido un tiempo suficiente, no sólo para determinar su primera preferencia, sino que también para jerarquizar al conjunto de los candidatos. Es decir, las personas más o menos saben cuál es su segunda mejor opción o la menos mala de ellas.

A partir de este contexto de continuidad y cambio, me gustaría mencionar algunas fuentes de incertidumbre en esta nueva elección. Es decir, cuáles son los factores a los que hay que mirar para tener una estimación de lo que pasará en enero.

Obviamente, lo primero a lo que hay que mirar es al perfil del electorado cuyos candidatos no pasaron a la segunda vuelta.

La primera de ellos y la más importante es la votación de ME-O. Todos los análisis del perfil electoral de los seguidores de ME-O mostraron de que se trataba de un grupo heterogéneo y que, en cuanto a su decisión de segunda vuelta, se dividía en tres grupos bastante diferentes.

La cuantificación de esos grupos es difícil de hacerla hoy. Hasta un mes antes de las elecciones, ese electorado tenía un grupo de aproximadamente un tercio (es decir, unos seis puntos porcentuales de lo que obtuvo ME-O en la primera vuelta) que se definía de Derecha, pero que se sentía más seducido por el tipo de cambio que ofrecía ME-O que por el que ofrecía Piñera. Sin embargo, en una decisión de segunda vuelta, tenía una opción clara hacia este último. Era precisamente ese electorado, el que permitía configurar la paradoja de que un candidato más débil en primera vuelta fuera más competitivo en una hipotética segunda vuelta.

[cita]Desde el punto de vista del electorado, la segunda vuelta representa más continuidad que cambio, por cuanto el electorado ya ha tenido un tiempo suficiente, no sólo para determinar su primera preferencia, sino que también para jerarquizar al conjunto de los candidatos.[/cita]

Siempre he postulado que esa parte del electorado de ME-O sólo puede tomar una opción por Frei si es que es el propio ME-O que los convoca a alterar sus preferencias primigenias y a votar por una opción que le es más bien contranatural. El único que puede cambiar esas preferencias originales es el propio líder haciendo que sus seguidores voten como una concesión a él más que por una verdadera convicción. Sin embargo, el compromiso de ME-O no ha existido y más aún, muchos de sus seguidores creen que ese proyecto puede crecer más con Piñera que con Frei en La Moneda. Lo que ME-O piensa sobre este punto, no lo sabemos, lo que sí ha quedado claro es que no jugará un rol clave hacia ese segmento de sus votantes.

Dentro de la Concertación hay varios que han manifestado que ese electorado más derechista que apoyaba a ME-O, finalmente no votó por él en primera vuelta y lo hizo por Piñera y que, por lo tanto, el 20% de ME-O seria más homogéneo de lo pensado y de un carácter más claramente centro-izquierdista. Sin embargo, no creo que exista una base para sustentar eso.

El segundo grupo de los votantes de ME-O, el grupo mayoritario de cerca de un 50%, está conformado por los concertacionistas descontentos, quienes siempre han tenido una clara inclinación a votar por Frei en la segunda vuelta con o sin concesiones programáticas o de otro tipo.

El restante 25% ha manifestado sistemáticamente su intención abstenerse o anular en la segunda vuelta. En general, se trata de la votación más de izquierda y de los concertacionistas que se encuentran algo más que simplemente desilusionados. Este grupo sí podría ser más receptivo a concesiones programáticas y en cierta medida podría reaccionar espontáneamente ante la posibilidad de que la Derecha vuelva al Gobierno.

La votación de Arrate. El electorado de Arrate siempre se inclinó mayoritariamente a votar por Frei en una segunda vuelta. Ello debe haber quedado reafirmado por el éxito en el pacto contra la exclusión patrocinado por la Concertación. Sin embargo, también existe un porcentaje que ha declarado su intención de abstenerse o anular en la segunda vuelta, aunque ese porcentaje no es muy relevante.

Lo segundo a lo que hay que mirar para estimar el resultado de la segunda vuelta es hacia los posibles cambios en la configuración del universo de votantes. Sumados los que no fueron a votar y los que votaron blanco o nulo, hay cerca de un 15% que no manifestó una preferencia en la primera vuelta. Si ese porcentaje fuera a votar y efectivamente votara por uno de los dos candidatos, introduciría una alta incertidumbre en las futuras elecciones. Sin embargo, es muy difícil atribuir una clara dirección a esos cambios de universo y, además, los que ocurren no son de una gran magnitud.

Lo que en general sucede es que los nuevos votantes atraídos por la mayor competencia que significa una definición a dos candidatos se compensa con los que se abstienen, anulan o votan blanco dentro de aquéllos que perdieron su candidato en primera vuelta. Ello ha producido hasta ahora, efectos netos muy moderados en cuanto al cambio del electorado.

En la segunda vuelta entre Lagos y Lavín, una elección altamente competitiva, el universo se incrementó sólo en un 2% aproximadamente (150 mil nuevos votantes) y en la de Bachelet  y Piñera casi no hubo cambio (sólo 17 mil votos nuevos). Así y todo estamos hablando de algunos puntos que quizá puedan inclinar la balanza en favor de uno u otro.

Lo tercero a los que hay que mirar, y que ha sido mucho menos analizado, es hacia la votación estratégica de primera vuelta. La votación estratégica es aquélla en que el votante no expresa su verdadera preferencia en la primera vuelta sino que vota por el candidato que le ayuda a generar el mejor escenario para su candidato en la segunda vuelta. Las elecciones a dos vueltas son un espacio privilegiado para expresar votación estratégica y esta elección ofrecía una oportunidad para votantes de Piñera para votar Frei en primera vuelta y así evitar que Piñera se enfrentara a un candidato más competitivo (ME-O) en segunda vuelta. Como puede deducirse, la votación estratégica es privativa de un electorado políticamente más sofisticado y que es capaz de entender con alta precisión los distintos escenarios electorales. En contextos parecidos, en otros países, se ha evidenciado que entre un 2 a 5% corresponde a votación estratégica. Si efectivamente hubo votación estratégica del tipo mencionado, es posible que la votación de Frei haya estado ligeramente sobrestimada.

El último factor al que hay que mirar para estimar el resultado es la llamada “tendencia de sumarse al ganador”. Aunque este fenómeno tiene poca evidencia en los estudios electorales, es algo que se ha descrito como algo propio de la idiosincrasia del chileno y que debiera también tomarse en cuenta.

Una adecuada ponderación de todos estos factores permitirá, a quien lo desee, hacer su propia estimación del resultado final del 17 de enero.

No hay que ser analista, para reconocer que muchos de estos factores le dan una ventaja importante a Piñera por sobre Frei, quien sólo necesita que se mantengan las tendencias ya manifestadas durante la primera vuelta.

Frei, por el contrario, necesita diseñar una estrategia que dé cuenta conjuntamente de todos esos factores. Hoy, sin embargo, su estrategia parece tomando en cuenta sólo parcialmente las complejidades de esta nueva elección.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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