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Latorre y Escalona: los grandes electores

Carlos Correa B.
Por : Carlos Correa B. Ingeniero civil, analista político y ex Secom.
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El discurso claramente corresponde al golpe de timón de las nuevas generaciones en el comando, encabezadas por Carolina Tohá, y si bien no menciona a los actuales presidentes, les achaca claramente la culpa de los desaciertos de la primera vuelta al decir textualmente que la ciudadanía, más que preferir otra alternativa, está molesta con las prácticas políticas.


Mirado desde la distancia del tiempo, el 30 de diciembre será recordado como el día clave de la campaña de Frei, tal como el episodio de la Casa Naranja lo fue para sellar el paso a segunda vuelta.

Fue un día mágico para Frei : la Corte Suprema ratificó lo obrado por el juez Madrid, evitando al candidato de la Concertación un ataque despiadado desde la derecha sobre un aparente uso político del magnicidio. Además la Presidenta anuncia una nueva línea del metro, generando algo similar al viejo desalojo de la derecha, incluyendo el grueso yerro de Sabat al calificar de rasca un proyecto que ha sido aplaudido por la ciudadanía. Y como punto final, en reacción al fuerte discurso de Frei del día anterior, se suceden las renuncias de los presidentes del Partido Radical y del PPD, colocando una presión comunicacional fuerte sobre Latorre y Escalona, los principales adalides de la campaña autista de primera vuelta.

[cita]El discurso claramente corresponde al golpe de timón de las nuevas generaciones en el comando, encabezadas por Carolina Tohá, y si bien no menciona a los actuales presidentes, les achaca claramente la culpa de los desaciertos de la primera vuelta al decir textualmente que la ciudadanía, más que preferir otra alternativa, está molesta con las prácticas políticas.[/cita]

El discurso claramente corresponde al golpe de timón de las nuevas generaciones en el comando, encabezadas por Carolina Tohá, y si bien no menciona a los actuales presidentes, les achaca claramente la culpa de los desaciertos de la primera vuelta al decir textualmente que la ciudadanía, más que preferir otra alternativa, está molesta con las prácticas políticas.  Frei se jugó anticipadamente, antes que termine el año que cierra las dos décadas de Concertación, una bala de plata que puede implicar, si la logra, una elección verdaderamente competitiva con Piñera, y si no, el descalabro anticipado de la segunda vuelta. Si bien han salido dando explicaciones de que no les pidió la renuncia a los presidentes de los partidos, al darle legitimidad a los reclamos de recambio en la dirigencia, refiriéndose a la llamada Revolución del Court Central, dejó claro que su camino a la presidencia pasa por la renuncia de los timoneles oficialistas.

Como se ha explicado una y otra vez, Frei sólo será Presidente si logra captar a la gran mayoría de los votantes de Marco Enríquez – Ominami. El análisis de los resultados de la primera vuelta muestra claramente que dichos votantes se dividen en dos grandes grupos, un primero más ideologizado corresponde a personas de izquierda que han sido votantes tradicionales de la Concertación y que mostraron su descontento con la actual conducción política de ésta, y votarán por Frei simplemente porque es su domicilio político. Entre ellos se encuentran varias figuras del comando que han manifestado públicamente la opción de segunda vuelta. Pero como bien saben los analistas electorales del freismo, este primer grupo no es suficiente para ganar la segunda vuelta. El segundo grupo es quien hace distinto este ballotage de los anteriores.

Este mundo corresponde a votantes inscritos recientemente, con mucha fuerza en comunas densamente pobladas de sectores de clase media como Peñalolén, Maipú, Puente Alto, Pudahuel y San Bernardo y capitales regionales como Iquique, Copiapó y Punta Arenas. En dichos lugares la Concertación ha creado grupos sociales emergentes, con mucho acceso a información y por tanto con mucha opinión crítica acerca del modo como es conducida la política.

Esos votantes, en las elecciones parlamentarias marcaron preferencia de manera cruzada, apostaron a liderazgos regionales o simplemente votaron nulo, dando pruebas de pragmatismo. Corresponden a sectores socioeconómicos donde la Presidenta Bachelet goza de un alto respaldo. Marco Enríquez – Ominami con su campaña simplemente los volvió adictos al cambio.

La buena noticia para Frei es que Piñera, pese a todo el esfuerzo desplegado, que incluye cambiarle el nombre a la Alianza por el Orwelliano Coalición por el Cambio, simplemente no los representa. Si así fuera, simplemente habrían cruzado el río en primera vuelta. Pero Frei, hasta el discurso del 29 de diciembre, tampoco los representaba. El voto nulo o el voto protesta era el desahogo de ellos. Por vez primera tienen mucho poder, como lo tuvieron las mujeres de sectores populares en las segundas vueltas anteriores.

El discurso de Frei es el último recurso para conquistar los votos que le quedan. Si renuncian Latorre y Escalona, simplemente Frei les habrá mandado el mensaje que él también puede encarnar el cambio, y que tiene poder suficiente para remover a las vacas sagradas y gobernar con prescindencia de los partidos, aunque con ellos. Frei con ese gesto anuncia que será el gran reformador de nuestro sistema político, haciéndolo más democrático y cercano a los ciudadanos, y sin duda, transformando la segunda vuelta en una instancia muy competitiva.

Pero si después de su discurso los presidentes que quedan no renuncian, volviéndose fuertes en la institucionalidad, el escenario para Frei se vuelve cuesta arriba. Su arenga quedaría en nada, y por tanto no sería creíble su propuesta de gobernar con autonomía de los partidos, perdiendo el probable favor de los adictos al cambio. Por tanto, de la evolución de los acontecimientos, y sobre todo de los gestos de los presidentes de partidos en los próximos días, dependerá en buena parte la decisión del 17 de enero.

Al menos Escalona y Latorre pueden estar felices, lograron arrebatarle a Marco el rol de ser el gran elector de la segunda vuelta.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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