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Un gabinete de excelencia para los monopolios

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José Cademartori
Por : José Cademartori Ex ministro de Economía durante el gobierno de Salvador Allende.
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Lejos de la transversalidad que tendría su gobierno, y de la “unidad nacional” que ofreció, Piñera formó un gabinete monocolor desde el lado que se lo mire. La “coalición” para el cambio no pudo embarcar a otros partidos ni siquiera a los disidentes más pequeños de la Concertación. Sólo reclutó al DC Ravinet, cuyos correligionarios repudiaron la maniobra y al maniobrado.


En estos días se han difundido las biografías de los ministros designados para el nuevo gobierno. Una interesante discusión se ha desatado al respecto.

Piñera dijo que por la sólida formación académica de sus integrantes, intachable trayectoria y alta vocación de servicio público, se trataba de un gabinete de “excelencia”. Se ha destacado que sus integrantes son profesionales con postgrados en universidades extranjeras de “prestigio”. Se ha incorporado un alto número de independientes para dar a entender que ya no hay cuoteos políticos, ni se depende de los partidos. Pero no es difícil advertir lo que hay tras esta fraseología destinada a incautos.

[cita]Lejos de la transversalidad que tendría su gobierno, y de la “unidad nacional” que ofreció, Piñera formó un gabinete monocolor desde el lado que se lo mire. La “coalición” para el cambio no pudo embarcar a otros partidos ni siquiera a los disidentes más pequeños de la Concertación. Sólo reclutó al DC Ravinet, cuyos correligionarios repudiaron la maniobra y al maniobrado.[/cita]

El cuoteo está presente en partes iguales, cuatro para cada uno, entre miembros de la UDI y RN, los dos partidos de derecha. Pronto aparecieron los descontentos de la UDI, alegando que su partido tiene el doble de votos y parlamentarios que RN. Este replica que además de los UDI hay varios independientes “pro UDI”. Por lo visto las usuales disputas entre ambos sectores no tardarán en reaparecer una y otra vez.

Además, desde los partidos reclaman que hay demasiado “independientes” y tecnócratas, agregan, “sin experiencia” política. Viene el recuerdo de los gabinetes de Jorge Alessandri, integrados por técnicos sin partido, salidos de las gerencias de poderosas compañías, vapuleados luego y reemplazados por los radicales de Julio Durán, todo lo cual condujo a la disolución de conservadores y liberales, uno de los peores descalabros de la derecha.

Lejos de la transversalidad que tendría su gobierno, y de la “unidad nacional” que ofreció, Piñera formó un gabinete monocolor desde el lado que se lo mire. La “coalición” para el cambio no pudo embarcar a otros partidos ni siquiera a los disidentes más pequeños de la Concertación. Sólo reclutó al DC Ravinet, cuyos correligionarios repudiaron la maniobra y al maniobrado.

La uniformidad se advierte en que casi todos provienen de los círculos de negocios más poderosos del país. Por algo han recibido los parabienes más calurosos de los dirigentes de los mayores gremios patronales. Altos ejecutivos, asesores o directores de grandes consorcios, como Fontaine, (Economía) Larraín, (Hacienda) Moreno, (Relaciones Exteriores) Mañalich, (Salud) Golborne, (Minería) Magdalena Matte, (Vivienda) Solminihac (Obras Públicas) y así otros más.

En aras de la transparencia será necesario conocer cuáles son todos “sus intereses”, sus inversiones familiares y su valor comercial. También sería sano que informen de las rentas que perciben por sus participaciones, cómo se enriquecieron, cuánto declaran y pagan por concepto de impuesto a la renta. Esto para comprobar como mínimo su “intachable” trayectoria.

Desde luego Piñera debiera ser el primero en mostrar sus cuentas. Pero no hay que engañarse respecto de cómo harán para evitar el conflicto de intereses entre las decisiones que adopten y los beneficios que derivarán para sus intereses particulares, de sus amigos y socios. Ni fideicomisos ciegos, ni traspaso a fundaciones pueden impedir que ellos mismos o por medio de subordinados nombrados por ellos, cuiden que sus patrimonios se incrementen. Lo veremos en cuatro años más, si se aplica la transparencia al momento del retiro.

La escasa diversidad del gabinete se explica por su origen social. Hay un buen número de parentescos, o bien de amistades de infancia y adolescencia; abundan los apellidos de clanes familiares y grupos económicos poderosos, de antigua y reciente data. Casi todos declaran conocerse, viven en lo alto del Barrio Alto, comparten balnearios exclusivos, frecuentan los mismos clubes. Ideología, religión y hasta raíces raciales son uniformes. Blancos, europeos, vaticanistas, (Opus Dei, Legionarios de Cristo, Schoensstad), neoliberales irrestrictos, partidarios del capitalismo más ortodoxo; pocos, si los hay, de origen árabe, judío, ni hablar de las etnias mapuche o aymara; excluidos librepensadores, laicos, masones.

Tampoco están representadas las corrientes feministas, la diversidad sexual ni el movimiento ecologista. Las capas medias, los pequeños empresarios, no aparecen representados por ningún ministro. Para qué preguntar si hay alguien de origen obrero, campesino, profesor de escuela, artesano, dirigente sindical, etc. Si alguien hace un gesto de desagrado por mencionar estas exclusiones, recordemos que en Ecuador preside un economista antineoliberal, en Brasil tenemos un obrero industrial de Presidente, y en Bolivia, un campesino indígena, todos reconocidos por sus capacidades políticas y con sólido apoyo ciudadano.

Llamó la atención que del grupo escogido por Piñera, un aplastante número estudió en la Universidad Católica. ¿Y qué pasó con la Chile, la de Concepción, U. Santa María, la de Santiago? ¿Ya no son de excelencia? No está en duda el alto nivel que ostentan diversas facultades y la capacidad de los egresados de la UC. Pero cuando alguno de sus profesores eminentes como el Dr. Croxato, es despedido por demostrar que la discutida píldora no es abortiva, se revela cómo en la Pontificia prevalece el dogmatismo por encima de la ciencia.

Tampoco se puede ocultar que en su mayoría sus alumnos son hijos de familias adineradas, educados en colegios tipo cota mil. Especialmente desde la dictadura hasta ahora, la UC es la universidad favorita de la clase privilegiada chilena, especialmente en materias económicas o sociales. Quienes egresan de escuelas como Derecho, Economía y Administración o Ingeniería Industrial, no pueden garantizar solvencia científica, ni criterio político abierto, por el sólo hecho de exhibir el cartón de la UC. Hoy en día especialmente en estas carreras, prevalece un verdadero monopolio de la ideología neoliberal que es funcional a los intereses de la gran burguesía chilena, a la cual sus egresados se integran rápidamente. No se aceptan ni se enseñan otras escuelas del pensamiento económico y hasta la enseñanza de la historia se presenta generalmente deformada.

Otro tanto se puede decir de los postgrados obtenidos en el exterior, particularmente las maestrías, doctorados en economía, administración, finanzas, derecho económico y disciplinas similares en universidades como Chicago, Harvard o incluso el MIT. Unos cuantos de sus académicos son críticos o disidentes respetados, pero generalmente se les aisla. En cambio, el anterior rector de Harvard, el economista neoliberal Summers, actual consejero de Obama, se permitió afirmar, sin el menor fundamento, que las mujeres no tenían cerebro para las ciencias físicas.

No pocos de sus catedráticos o doctores, incluidos algunos premios nobeles de economía o candidatos, han fracasado rotundamente en la aplicación de sus teorías financieras o en pronósticos y enfoques de la evolución económica. Hoy la ideología neoliberal está en crisis y sigue causando desastres en todo el mundo. Nuestros Chicago Boys pronto verán el abismo que se abre entre su concepción clasista del mundo y lo que los chilenos realmente desean. Nada bueno nos pueden traer al país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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