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Desarrollo Humano y acceso al poder

Marcela Ríos Tobar
Por : Marcela Ríos Tobar Socióloga, politóloga, ex ministra de Justicia.
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Las mujeres con las capacidades y formación para ejercer cargos de liderazgo político no enfrentan un obstáculo único.


Hace pocos días se presentó el último Informe de Desarrollo Humano del PNUD, Género: los desafíos de la Igualdad. En él se muestra cómo nuestro país ha logrado avanzar significativamente en disminuir las brechas de oportunidades y resultados entre mujeres y hombres en la mayoría de los ámbitos de desarrollo. Los avances hacia mayores grados de igualdad están acompañados de una creciente valoración y expectativa por parte de las personas respecto del futuro: las chilenas y chilenos esperan seguir avanzando hacia relaciones de género más igualitarias en la familia, el trabajo, la vida pública.

A pesar, de este escenario alentador, el diagnóstico que entrega el Informe también muestra la complejidad del fenómeno. Existen así desafíos pendientes y nudos duros de resistencia frente a cambios en el rol que ocupan mujeres y hombres en la sociedad.

El acceso al poder y la toma de decisiones es una de las áreas donde es posible observar la complejidad de los desafíos que enfrentamos como sociedad para avanzar hacia una mayor igualdad de género. Hoy estamos aún lejos de una situación donde el género de las personas no sea un condicionante que determine sus oportunidades para ocupar cargos de alta dirección.

[cita]Las mujeres con las capacidades y formación para ejercer cargos de liderazgo político no enfrentan un obstáculo único.[/cita]

El “mapa de género y elite” elaborado para el Informe entrega información actualizada sobre la presencia de mujeres entre las élites de las esferas económica, política, social y simbólica, y muestra que hoy en día sólo el 5% de los cargos de poder en la esfera económica y el 22% en la esfera política son ocupados por mujeres. Los datos indican que a pesar de la creciente valoración ciudadana de la presencia de mujeres en cargos de dirección, el ritmo de incorporación de éstas a dichas esferas ha sido excesivamente lento en las últimas décadas; indicando que las resistencias al cambio son aún muy significativas.

En lo que respecta a la esfera política, la evidencia muestra que las resistencias se encuentran más en las instituciones políticas propiamente tales (sus prácticas y procesos de toma de decisiones) que en la sociedad. Las mujeres con las capacidades y formación para ejercer cargos de liderazgo político no enfrentan un obstáculo único. No se trata sólo de un techo de cristal -metáfora para un bloqueo o discriminación explícita que ocurre en un momento determinado- sino de un laberinto que dichas mujeres deben cruzar a lo largo de sus trayectorias. En su carrera política, las líderes deben sortear las barreras concretas que mantienen los partidos, pero también los múltiples obstáculos que implica conciliar la esfera familiar, de pareja y profesional, con la pública política.

Los desafíos para la igualdad de género que enfrentamos como sociedad nos indican que es necesario reconocer que existen aún barreras objetivas que inhiben que mujeres y hombres construyan sus trayectorias personales a partir de sus intereses y méritos individuales independientemente de su sexo. En la actualidad las oportunidades y los resultados en materia de ejercicio del poder muestran fuertes sesgos de género que sólo pueden ser derribados a partir de políticas explícitas y voluntad política.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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