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Irak: el epílogo

Fernando Thauby
Por : Fernando Thauby Capitán de Navío en retiro
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No hubo estabilidad ni democracia. Al momento del abandono de Irak por parte de las fuerzas interventoras, la situación política, económica y social en Irak en general en la región, es peor que antes de la intervención.


Los efectos del 11 de septiembre del 2001, su complicado proceso de reelección, algunos elementos ideológicos  del grupo cercano al Presidente norteamericano, obscuros intereses económicos y otros elementos de diferentes agendas en su círculo interno, empujaron al Presidente George W. Bush a decidir el derrocamiento del Presidente  de Irak, Saddam Hussein, y a intentar el cambio de régimen en ese país.

Esto es clave, si consideramos que el cambio de régimen implica el recambio de toda la elite gobernante. De ahí la expresión “regime change” de los neo conservadores  norteamericanos que dicen que la existencia de regímenes antidemocráticos impide a algunos Estados alcanzar el desarrollo y la estabilidad y los transforman en riesgos para el sistema internacional. Para corregir esa situación no basta el simple cambio de comportamiento de esos regímenes totalitarios o tiránicos, sino que se requiere un genuino cambio de régimen de instituciones, valores y conductas políticas.

Se trata de una auténtica revolución, impuesta desde fuera de la sociedad intervenida, por la vía de la fuerza militar.

Pocos días antes de que EE.UU. diera comienzo a la intervención en Irak el periodista norteamericano Bob Woodward en su libro Plan de Ataque, registra una conversación entre el Presidente George W. Bush y un grupo de exiliados iraquíes y otros promotores de la intervención:

[cita]La campaña militar fue un éxito, la guerra fue un fracaso. La revolución abortó. Se comienza a hablar seriamente de una intervención en Irán.[/cita]

“El periodista Kanan Makiya le asegura: Usted romperá moldes, cambiará por completo la imagen de EEUU en la región. La democracia es perfectamente factible en Irak … Los iraquíes son gente técnicamente capaz, están alfabetizados y viven en pueblos con electricidad …la gente recibirá a las tropas con flores y dulces.

¿Cómo lo sabe? preguntó Bush. Todos afirmaron que la información procedía de fuentes internas.

Otro asistente a la reunión comentó que la división entre la minoría gobernante sunní y la mayoría shiita no era tan violenta o pronunciada como se creía fuera de Irak. El método de Hussein era dividir y conquistar.

La democratización en Irak será más probable si los iraquíes que comprenden y que vivieron bajo una democracia vuelven al país – afirmó el Presidente – ¿durante cuánto tiempo tendrán que quedarse los militares?

De dos a tres años – estimó un asistente.

¿Y cómo haremos frente a la sensación de que EE.UU. está colocando a un líder concreto, imponiendo su voluntad?

Para esta cuestión no tenían respuesta”.

La primera fase de la intervención, consistente en apoyar los esfuerzos diplomáticos, económicos y sicológicos; de operaciones encubiertas y de intentos de subversión; de campañas mediáticas a nivel global; de fundamentación de la peligrosidad de Hussein en base a su presunta posesión de armas nucleares y de ensamblado de una Alianza que diera una imagen de voluntad colectiva de producir una transición democrática pacífica o al menos originada desde dentro, fue un fracaso, en definitiva hubo que recurrir a la intervención armada abierta.

La segunda fase, la derrota del ejército regular iraquí y su desbande fueron un éxito norteamericano.

No hubo dulces ni flores; sí hubo sospecha, desconfianza y temor. La animadversión entre sunitas y shiitas era aún más fuerte de lo que se podía imaginar. Si había cierta estructura institucional era gracias al partido baat y se diluyó junto con éste.

La tercera fase, la instalación de la libertad democrática para la consolidación en el poder de la nueva élite seleccionada por los norteamericanos, la construcción del nuevo Estado, la reconstrucción de la economía y del tejido social fue un completo desastre: no hubo como convencer al pueblo iraquí de que las autoridades iraquíes impuestas por EE.UU. eran legítimas, representativas y autónomas.

No hubo estabilidad ni democracia. Al momento del abandono de Irak por parte de las fuerzas interventoras, la situación política, económica y social en Irak en general en la región, es peor que antes de la intervención.

La campaña militar fue un éxito, la guerra fue un fracaso. La revolución abortó. Se comienza a hablar seriamente de una intervención en Irán.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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