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«Lo sospeché desde un principio»


Hoy (ayer) en «El Mercurio», p. D 16, aparece una gran fotografía del senador Guido Girardi junto al Presidente Piñera, en el corazón de Jerusalén. El segundo tiene la inefable expresión de quien esta obteniendo un objetivo muy anhelado. Pero su expresión resulta incluso innecesaria para deducir cuál era su anhelo, pues el mismo diario lo hace explícito y dice que «ambos se tomaron la fotografía por deseo del Mandatario».

El senador Girardi es, probablemene, el elemento más extremo de la izquierda de la Concertación. Pertenece a un partido, el socialista, que tiene una negra hoja de servicios en materia de derechos humanos, pues era explícitamente marxista-leninista (y más lo segundo que lo primero); propició de manera abierta la violencia armada para tomar el poder (lo que suponía la previa labor de liquidar a otros por las armas para conseguir ese objetivo); propició a grupos terroristas y es hasta hoy defensor del régimen cubano. Antes de 1973, se ubicó a la izquierda del comunismo en la consecución del objetivo de «destruír la democracia burguesa».

Pero el Presidente, que reitera una y otra vez su «compromiso con la democracia y los derechos humanos», PIDE ser fotografiado con Girardi. Previamente, por supuesto, lo convidó a integrar su comitiva en el más extenso y publicitado viaje al exterior de su mandato, seguramente para enaltecer su visita a Su Santidad el Papa…

Días atrás el ex senador concertacionista Roberto Muñoz Barra se sorprendía, en carta a «La Segunda» del 21 de febrero, de que el mundo político rasgara vestiduras por el hecho de que la intendenta Van Rysselberghe hubiera ofrecido a pobladores de un campamento paupérrimo asimilarlos a damnificados del terremoto, para conseguirles viviendas, al mismo tiempo que dicho mundo político se aprestaba a elevar a la dignidad de presidente del Senado a Girardi, que había sido sorprendido financiando masiva correspondencia propagandística con fondos por millones de pesos en la Cámara; presentando una factura fraudulenta por 29 millones de pesos para obtener reembolso de gastos electorales; y comprando a un «pelusita», con la promesa de un par de zapatillas, para que simulara reconocer a dos senadores de la UDI como asistentes a las fiestas pedófilas de Spiniak, manchándoles su reputación de por vida (pues «mentid, mentid, que algo queda»).

¿Qué tiene la izquierda que merece para sus fechorías tanto perdón, olvido, amnistía, prescripción, cosa juzgada, borrón y cuenta nueva y todas las demás cosas que se niegan a los demás, y en particular a quienes han puesto la cara para impedir que se saliera con la suya y arrasara con todos los derechos humanos?
¿Por qué Piñera quiere fotografiarse con el más genuino exponente de todo aquello con lo cual un Presidente elegido por la centro-derecha jamás debería querer vincularse?

Tal vez la respuesta del filósofo de izquierda, Humberto Giannini, a la pregunta sobre qué opina del gobierno de Piñera, unas páginas antes en el mismo Mercurio (D 6), ayude a encontrar la explicación: «Tenía una opinión muy negativa, dice, pero últimamente me estoy inclinando a imaginar que tal vez Piñera, hombre imprevisible, puede llegar a hacer lo que la izquierda no hizo y que el país necesita con urgencia. Tal vez rompa con la UDI, se acerque a la DC, y acepte el apoyo silencioso de la izquierda».
Pasados por el aro, una vez más.

«Lo sospeché desde un principio».

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