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Energías renovables: Tan lejos, tan cerca

Graciela Moguillansky
Por : Graciela Moguillansky Economista. Especialsta en temas de desarrollo productivo, competitividad e innovación.
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No existe un solo país en el mundo cuyo Estado no haya promovido proactivamente – vía subsidios, créditos blandos, tarifas reducidas, entre otras- el desarrollo, las inversiones y el uso de las tecnologías renovables. Eso significa hacer apuestas, que tanto desagradan, al vicepresidente de CORFO y al Ministro de Economía.


El modelo libremercadista en Chile está haciendo crisis.  Los estudiantes protestan contra el lucro en la educación; la voracidad de una empresa del retail tiene a miles de consumidores trasquilados como ovejas. Y aunque el gobierno exhibe exitosos indicadores macroeconómicos, las porfiadas cifras de la desigualdad  señalan que “que el tipo de crecimiento que tiene el país está favoreciendo a un grupo y perjudicando a otro”,  en palabras del director de uno de los principales barómetros políticos, Adimark, Roberto Méndez.

En este contexto, el modelo eléctrico chileno también hace crisis. La reciente aprobación del proyecto HidroAysén fue el detonante que llevó a la ciudadanía a movilizarse y decir “queremos incidir en la estrategia energética del país”.

Los defensores del sistema niegan de plano tal crisis mientras no haya escasez energética. Insisten en que los combustibles fósiles y la hidroelectricidad nos acompañarán en proporción importante en las siguientes décadas, porque resta mucho para que las Energías Renovables No Convencionales, ERNC, sean competitivas.  Las ERNC son más caras y nadie está dispuesto a pagar más por mejorar el medio ambiente, sentencian categóricamente.

En este contexto es útil conocer qué está pasando en el mundo y evaluar alternativas, considerando que las nuevas tecnologías están mucho más cerca, incluso que hace 10 años y que avanzan aceleradamente.

Políticas energéticas en  países desarrollados

En primer lugar habría que precisar que, aunque la hidroelectricidad  es considerada una energía renovable no contaminante, los científicos limitan esa calificación a las  mini centrales. En el caso de las megacentrales, como las que se pretende construir en Aysén, se liberan grandes cantidades de gas metano, el peor componente de los gases de efecto invernadero, producto de la descomposición orgánica de miles de hectáreas de terreno, bosques, campos productivos, humedales y fauna inundados, pudiendo esta contaminación ser mayor que la producida por las centrales de energía fósiles.

[cita]No existe un solo país en el mundo cuyo Estado no haya promovido proactivamente – vía subsidios, créditos blandos, tarifas reducidas, entre otras- el desarrollo, las inversiones y el uso de las tecnologías renovables. Eso significa hacer apuestas, que tanto desagradan, al vicepresidente de CORFO y al Ministro de Economía.[/cita]

Los líderes de la Unión Europea, en diciembre del 2008, adoptaron un conjunto de medidas  para reducir su contribución al calentamiento global y garantizar un suministro energético fiable y suficiente. Esta decisión influyó en la estrategia energética de cada uno de los países europeos, y en el financiamiento público de la inversión en investigación y desarrollo vinculada a las energías renovables.

Los países nórdicos y Alemania son los que más avanzaron en las metas propuestas.  Este último, líder en renovación energética, redefinió su estrategia, comprometiéndose a eliminar las centrales nucleares en los próximos 10 años, en repuesta a la presión ciudadana provocada por la catástrofe de Fukushima. En 2022 el 40% de la energía de Alemania será renovable.  Existe, por tanto, una fuerte presión para que surjan nuevos desarrollos, a menor costo y con mayor  eficiencia.

En relación  a Estados Unidos, el director del  Centro de Análisis Estratégico y Aplicaciones de la Energía (SEAAC) del Departamento de Estado de dicho país, Doug Arent, estuvo en Chile el 2008. Entonces señaló que para las tecnologías renovables, los mercados en los países industrializados y sobre todo en el propio, se ven robustos, sólidos, y apoyados no sólo por inversiones federales sino también por políticas estatales y regionales. “En las últimas dos décadas estas tecnologías han visto tasas de crecimiento anuales de 20% a 30% en los mercados”, señaló. Afirmó que el costo de estas energías está bajando mientras su competitividad aumenta, lo cual se suma a otras ventajas como su aporte al desarrollo económico, uso de recursos locales, seguridad energética y medioambiental.

El costo de las energías renovables

Un informe de Bloomberg New Energy Finance (BNEF) presentado ante las Comisiones de Minería y Energía del Congreso chileno, en mayo pasado, señaló que las energías renovables no convencionales ya son económicamente competitivas en Chile, al tiempo que las opciones tradicionales “no son necesariamente las más seguras o más asequibles para el futuro”. Una disminución importante en los costos vendrá de la mano de tecnologías solares. “Para 2030, casi todas las tecnologías renovables serán más económicas que las tecnologías de producción energética en base a combustible fósil”, indicó el documento de BNEF, proveedor líder de análisis de datos y noticias en la energía limpia y mercados de carbono.

A lo anterior se suman las nuevas capacidades para procesar y controlar nanopartículas y estructuras, permitiendo a la energía solar, eólica y geotérmica, un desarrollo tecnológico de nuevo nivel  y por tanto una evolución más acelerada en el mercado. Nanomateriales y nanoestructuras están siendo aplicadas para mejorar la eficiencia y durabilidad en la conversión, almacenamiento, transmisión y uso final de las ERNC.

¿Puede Chile incorporarse a la revolución tecnológica de la energía?

Bajo el enfoque del libremercado es difícil. No existe un solo país en el mundo cuyo Estado no haya promovido proactivamente – vía subsidios, créditos blandos, tarifas reducidas, entre otras- el desarrollo, las inversiones y el uso de las tecnologías renovables. Eso significa hacer apuestas, que tanto desagradan, al vicepresidente de CORFO y al Ministro de Economía.

Chile tiene uno de los mayores potenciales de energía renovable en el mundo. Apostar a ellas significa crear una masa crítica de investigadores y técnicos en la materia, vincular universidades y empresas en proyectos conjuntos, fomentar una red de investigación y colaboración con los centros tecnológicos de la Unión Europea, los Estados Unidos y Japón. Mandar estudiantes de doctorado a especializarse en temas energéticos y sus disciplinas afines, traer expertos de alto nivel a nuestro país, pero por sobre todo impulsar la iniciativa privada mediante presupuesto estatal.

CORFO acaba de anunciar que aumentó en 300 las vacantes para que grupos de emprendedores vengan, inicien su negocio e idealmente se establezcan en Chile, en el marco del proyecto Start-UP, con un subsidio de 40.000 dólares. La pregunta cae por su propio peso: ¿Cuántos de ellos trabajarán en el desarrollo de energías renovables y contribuirán a los requerimientos del país en esta materia?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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