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El proyecto de voto en el exterior: otro parche

Por: Carolina Rossetti, periodista y ex embajadora


Señor Director:

No puedo más que alegrarme del acuerdo alcanzado en el Senado que permitirá a lo menos a 500 mil chilenos y chilenas que residen en el exterior, ejercer un  derecho humano fundamental: el de votar en las elecciones presidenciales y de ese modo elegir a la mejor persona para conducir nuestra nación. Puedo imaginar cómo estarán celebrando esta noticia en Francia, España, Suecia, Australia,  Suiza y   en tantos otros países.

No obstante, no puedo dejar también de expresar mi preocupación por la cláusula que se les exigirá inscribirse en los Consulados de Chile en el exterior. Esta condición, porque no había que hacerle fácil a los chilenos del exterior ejercer su derecho, y más que ponerle una piedra en el camino, es un bloque de cemento, que hará difícil la inscripción. Lo que me extraña es que los parlamentarios  que propusieron este obligación, con tal de llegar a un acuerdo, no conozcan nuestro Ministerio de Relaciones Exterior y menos  aún cómo funcionan nuestros consulados en la práctica. No como se señala que lo hacen en la página web de ese ministerio. La realidad es muy distinta.

No hay consulado en el exterior que no esté colapsado por el número de actuaciones (trámites) que tienen que realizar cada día. La Reforma Constitucional de 2005, que permitió que cada hijo o hija nacido de un chileno o chilena en el extranjero, es  automáticamente chileno o chilena, ha significado una procesión de guaguas y niños que llegan orgullosos a los consulados para  adquirir la nacionalidad de su papá o mamá. Este solo trámite ha aumentado muchísimo el trabajo de los consulados, porque  no solo hay que sacarle las huellas a los 10 deditos y  la foto justo cuando se hizo caca en los pañales, sino que además el nuevo sistema de captura digital conectado directamente al Servicio de Registro Civil de Chile, se caracteriza porque funciona bien una semana y la siguiente  “se cae”, como todo en Chile, por lo demás. ¿No le ha pasado a usted de entrar a un banco o servicio público o privado a realizar un trámite, y escuchar del funcionario que lo atiende anunciarle con una gran sonrisa “es que se cayó el sistema”? Bueno, eso sucedía al menos hasta 2010, cuando  era  Embajadora de Chile en Suiza del Gobierno de la Presidenta Bachelet.

Al asumir el cargo en el 2006, me encontré con un Consulado colapsado, con un personal estresado y con colas de chilenos que tenían que esperar, a veces varias horas, sin poder ir al baño, con guaguas y niños,  en un pasillo oscuro, donde faltaban sillas, para realizar un trámite que además les había significado pedir permiso en el trabajo, perder por tanto un día laboral, tomar un tren de ida y vuelta desde sus ciudades,  y financiarlo junto a los trámites que venían a hacer.

Espero que estas líneas ayuden a reflexionar a los parlamentarios y que si hacemos cambios hagamos las cosas bien. No se puede vivir parchando aquí y allá. Los grandes países son aquellos que tienen la audacia de asumir los cambios que nos exige una sociedad mundial que se ha puesto de pie. Los acuerdos a media le hacen daño a Chile.

Carolina Rossetti Gallardo
Periodista y ex embajadora de Chile en Suiza

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