A propósito del interesante artículo que A.O. Scott del New York Times le hizo a Raúl Ruiz, me acordé de algo que en verdad pasó y que para mí es prueba de que las supuestas fantasías de su cine son más bien documentales de cómo hablamos los chilenos.
Hace unos años, estaba con un amigo hablando sobre Raúl Ruiz en el bar del restaurante donde suele ir Raúl Ruiz cuando viene de visita a Chile. Estábamos bebiendo y al lado había unos señores jugando cacho.
Mi amigo me dice: vi una película de Ruiz donde aparece un juego de cachos. Es una sobre un tipo que se escapa de un manicomio.
No la he visto, le digo yo.
Mi amigo dice: no, la vi contigo en un ciclo de películas de Ruiz en el Hoyts La Reina hace tiempo. El tipo es un psicópata, pero es como muy amable. Y se hace amigo de una cabra muy bonita y muy ingenua que va a heredar una fortuna.
No me acuerdo, contesto.
Pasan varias cosas, dice mi amigo. Entonces de repente, el tipo empieza a matar a los familiares, que son todos unos ricachones ansiosos de quedarse con la plata de la cabra.
Pucha, le digo yo, no me suena. ¿Sale Melvil Poupaud?
No, dice mi amigo.
¿Sale Charles Berling?
No, dice él. Sale esta mina que trabaja en Farinelli.
Le digo que vi Farinelli hace años y que misericordiosamente la he olvidado.
Mi amigo enumera una serie de detalles que recuerda de la película de Ruiz, incluyendo varios planos.
Me cuenta el final. Dos veces.
No la he visto, le digo.
Pucha, si fuimos juntos, Villalobos.
Me cuenta –de nuevo- el final y de pronto le digo: ¿El rollo era que la mina heredaba así como la fortuna más grande del mundo? ¿Que empezaba a recitar las cosas que podría comprar y el tipo le decía a todo que sí?
No, me dice mi amigo, esa no es. Terminaba con la mina bailando.
Ce Jour-Lá digo yo. Se llamaba Ce Jour-Lá.Ahora me acuerdo.
Le cuento a mi amigo el final en detalle.
Me dice que no, está bien seguro que el final era con la chica bailando. De pronto dice, a ver, espérate, no. Lo que te conté era de otra película. La que yo vi era con la mina bailando al final.
Lo que logro entender es que mi amigo me contó en detalle una película de Ruiz pero en su cabeza esa película terminaba con el final de otra película de Ruiz.
Le repito que lo que me contó es Ce Jour-Là y que la dieron en el ciclo de La Reina.
¿La vimos juntos? me pregunta.
No, le digo, en esa época no nos conocíamos.
Tienes razón, dice él, nos conocimos después.
Y esa es mi historia de Ruiz.
(*) Texto publicado en somosblogs.cl