El hecho es que el espectáculo ha dejado en evidencia (y de ahí mi preocupación), quiénes son hoy los verdaderos referentes del chileno. No es el santo ni el héroe. No es el intelectual, el artista y mucho menos el político. El verdadero referente, el líder de opinión por excelencia, es ¡el rostro!
El viernes pasado yo escribía un elogio fúnebre; era una sátira pensada como regalo para un amigo que estaba de cumpleaños. Intempestivamente, alguien me interrumpió para hablarme de un accidente aéreo y de la muerte (altamente probable) de sus pasajeros. Entre ellos dos caras conocidas: la de Camiroaga y la de Cubillos.
Y aunque yo no sea de las que ve a diario el matinal y mucho menos de las que siente que la gente de la tele es parte de su familia, la noticia me estremeció. Mal que mal, la desaparición de los rostros televisivos se da casi siempre de forma paulatina; es la vejez y la moda aquello que suele dejarlos offside y no un accidente brutal como el del viernes. Me estremeció también porque tengo hijos y alcanzo a imaginar lo que sería para mí perder a alguno de esa forma (o lo que significaría para ellos sufrir la muerte de mi marido o la mía).
Me estremeció… hasta que el hecho de dolor comenzó a transformarse en espectáculo televisivo, en una especie de reality del dolor. Un espectáculo que se ofrecía para saciar el apetito voraz de morbo que tienen los televidentes y marcado por la frivolidad. Porque la muerte ¡lamento traerlo a colación! no es una posibilidad remota, algo que quizá podamos evitar en caso de suerte. Tampoco es un punto final que se controla a voluntad, un cerrar el boliche cuando estimamos llegó la hora de hacerlo. No. La muerte es una posibilidad siempre presente y que llega la mayor parte de las veces de manera impertinente e inoportuna.
[cita]El hecho es que el espectáculo ha dejado en evidencia (y de ahí mi preocupación), quiénes son hoy los verdaderos referentes del chileno. No es el santo ni el héroe. No es el intelectual, el artista y mucho menos el político. El verdadero referente, el líder de opinión por excelencia, es ¡el rostro![/cita]
El hecho es que el espectáculo ha dejado en evidencia (y de ahí mi preocupación), quiénes son hoy los verdaderos referentes del chileno. No es el santo ni el héroe. No es el intelectual, el artista y mucho menos el político. El verdadero referente, el líder de opinión por excelencia, es ¡el rostro! No deja de ser simbólico por eso que fuera justamente un rostro el que debilitara un movimiento que parecía inquebrantable, y el que le diera al Gobierno una victoria parcial. Porque la televisión puede controlar la agenda noticiosa e instalar verdades oficiales con una facilidad y una eficiencia que ya se quisieran el Gobierno y la oposición.
El espectáculo también ha hecho patente la función que cumple el rostro en una sociedad con la familia debilitada y en la que los vínculos son cada día más frágiles. Porque eso de que “no sé cómo haré para estar sin él en las mañanas” no lo dice ni su esposa ni su madre, lo dice una mujer que a muchos kilómetros de distancia lo tiene en su pantalla mientras trabaja.
Se equivocan por eso quienes creen que los poderosos son los políticos o los ricos. Lo que hoy da poder, verdadero poder, es tener belleza, simpatía y carisma televisivo. Eso es lo que permite estar en miles de hogares al mismo tiempo, eso es lo que consigue una influencia semejante, si no mayor, a la que puede tener uno en su familia. La televisión ha llegado a ser un verdadero catalizador de las opiniones, de los temas de conversación y de los afectos del chileno… y bueno es tenerlo presente si uno quiere influir.
¿Que soy insensible? Para nada. Me conduelo del dolor que hoy experimentan 21 familias, pero mi primera muestra de compasión y de respeto es decir ¡Basta!