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La trampa del “incendio mapuche”

Algunos dirán que ninguna autoridad de gobierno culpó al pueblo mapuche directamente y así es, pero en comunicación política, tanto o más importante que lo dicho, es lo que la gente entendió como mensaje y ese fue claro: Mapuche = Incendio = Terrorista.


El tema indígena en nuestro país y en especial la situación del pueblo mapuche, es una realidad a la que aún no le damos la importancia que requiere.

Al menos desde los años 90, se aprecia con más fuerza un redescubrimiento y revalorización de la “conciencia étnica” mapuche, lo que ha llevado a una verdadera “reinvención” de la cuestión indígena en nuestro país, bajo la construcción de nuevas identidades y relaciones con el resto de la sociedad chilena.

Esta nueva “conciencia étnica” y siguiendo los criterios del historiador Eric Hobsbawm, tiene al menos dos caminos posibles de evolución:

(i)    Aceptar la condición de minoría, pero manteniendo un carácter especifico “en sectores de no articulación”

(ii)  Poner de relieve esa identidad étnica, utilizándola en “sectores de articulación” con el fin de crear una realidad excluyente.

[cita]Los grupos extremistas siempre necesitan de la radicalización de los ambientes para poder operar y así, la invocación de la Ley Antiterrorista sin duda que ayuda a tal fin. Fue el error en que cayeron los gobiernos de la Concertación y que terminó debilitando el posicionamiento público de los gobiernos de Lagos y Bachelet en materia de política indígena, y hoy, el actual gobierno ha caído en la misma trampa.[/cita]

En el primer caso, hablamos de convivencia y participación respetuosa de los pueblos indígenas, desplegando su identidad e influencia dentro de la sociedad chilena.

En el segundo caso, hablamos de influir quebrando la institucionalidad, entendiendo el desarrollo del pueblo mapuche de espaldas o al margen de la sociedad chilena. Es decir, estamos hablando de una “conciencia étnica excluyente”.

Estas son precisamente las dos almas en que se debate hoy en día la nueva dirigencia mapuche, que ya no son los campesinos pobres de los años 60, sino que líderes sociales, estudiantes universitarios y profesionales, que luchan por reconstruir esa “conciencia étnica”.

Sin embargo, es en la segunda vía, donde se enmarcan los grupos más extremos y radicales como la CAM, que para subsistir y consolidarse necesitan desarrollar y validar una  “conciencia étnica excluyente”, cuyo elemento esencial es siempre la construcción de una “memoria colectiva” marcada por la experiencia común de maltrato, exclusión y discriminación, permitiendo así unir y aglutinar al pueblo mapuche cuando se activa su recuerdo.

Lo que se ha hecho por parte del gobierno, a propósito de los últimos incendios en la Araucanía, es precisamente reforzar dicha evolución excluyente.

Algunos dirán que ninguna autoridad de gobierno culpó al pueblo mapuche directamente y así es, pero en comunicación política, tanto o más importante que lo dicho, es lo que la gente entendió como mensaje y ese fue claro: Mapuche = Incendio = Terrorista.

Hemos caído por tanto, en la trampa del “incendio mapuche”, estableciendo así el mejor escenario para los grupos más extremos como la CAM, pues hemos activado y alimentado esa “conciencia colectiva” de discriminación, reinstalando un ellos y un nosotros.

Los grupos extremistas siempre necesitan de la radicalización de los ambientes para poder operar y así, la invocación de la Ley Antiterrorista sin duda que ayuda a tal fin. Fue el error en que cayeron los gobiernos de la Concertación y que terminó debilitando el posicionamiento público de los gobiernos de Lagos y Bachelet en materia de política indígena, y hoy, el actual gobierno ha caído en la misma trampa.

Se cometió un error, el gobierno entró a  jugar su política indígena en la cancha de los dirigentes más extremos y radicales y eso siempre ira en perjuicio de la inmensa mayoría de dirigentes y comunidades mapuche que trabajan por una “conciencia étnica” inclusiva y enriquecedora de nuestra sociedad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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