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El Cultivo del Odio


El sábado leí que a la una de la madrugada del domingo TVN transmitiría la Vuelta Ciclística y, como ciclista (r), me dispuse a trasnochar un poco y ver la etapa de ese día. Pero a la una de la madrugada me encontré con que estaban transmitiendo una de esas cosas sórdidas de los continuadores de la UP, con repaso unilateral, sesgado e inexacto de las muertes atribuidas a la comitiva del general Arellano en octubre de 1973, en el norte.

Por supueto, no vi el capítulo porque de antemano sé todo lo que dice y exhibe y para dónde va toda esa propaganda; y porque soy especialista en ese tema (no soy especialista en casi nada más) y escribí un libro al respecto, fundado en el expediente («La Verdad del Juicio a Pinochet», 1999). Pero me pregunté qué sentido tiene seguir dándole vueltas propagandísticamente, puesto que no hay una verdad judicial al respecto (no se ha dictado sentencia en el caso, abierto en 1998, como centenares de otros, tras una querella de Gladys Marín).

Sería lo mismo que si en 1930 se hubiera seguido escenificando obras de teatro, bajo el patrocinio del gobierno, sobre la Matanza de Lo Cañas durante la Revolución de 1891; o que si en 1977 se hubiera presentado en la televisión estatal una versión sesgada y condenatoria por la Matanza del Seguro Obrero de 1938. Todas esas cosas fueron amnistiadas y olvidadas por los chilenos de antes, si bien acerca de ellas se formaron su respectivo juicio. Pero los chilenos no andaban entonces removiendo esas heridas constantemente, por una razón: porque todavía no se había sembrado ni instalado el odio en el país, de modo que la planta de la odiosidad no había que estarla regando constantemente, porque no brotaba.

Pero aquí sucedió algo en los años ’60: comenzó la siembra del odio, en el cual se funda la doctrina de la lucha de clases. Y ella culminó entre 1970 y 1973, cuando Chile estuvo al borde una guerra civil, que los mismos sembradores del odio pronosticaban que podría dar lugar a una cifra de muertes que hacían oscilar entre cien mil y un millón. Bueno, todos sabemos quiénes la evitaron, a un costo de tres mil vidas, es verdad (cerca de quinientas a manos de los sembradores del odio); y sabemos que esos mismos que nos salvaron de la guerra civil devolvieron a la ciudadanía un país pacificado y próspero en 1990.

No obstante, los sembradores del odio se han preocupado durante todos estos años de mantenerlo vivo. Lo riegan con piezas de propaganda como «Los Archivos del Cardenal», que, como he dicho otras veces, no son del Cardenal, pues el Archivero que los reunió fue José Manuel Parada, un alto jefe del Partido Comunista y del Freente Patriótico Manuel Rodríguez, grupo armado terrorista de dicho partido.

Lo increíble es que en un canal que está bajo la tuición d3 un sedicente «gobierno de centroderecha» (no lo es, por supuesto, pero podría siquiera aparentar serlo) se siga cultivando el odio.

Bueno, estuve hasta las dos de la mañana, completaron la exhibición odiosa, después dieron un programa con el Dakar y con los Juegos de Invierno y no el ciclismo anunciado en el diario.

Cuando le comenté a mi mujer el fiasco, me informó que en la tarde del sábado también estaban transmitiendo las mismas sordideces en TVN. ¿Es que dedican la mayor parte del día a eso? ¿Hasta cuando?

Lo más notable, y con esto termino, como dicen los oradores que se aprestan a hablar otra media hora, es que el caso de la comitiva de Arellano, pongan atención, porque se lo dice a ustedes un especialista: NO VA A CERRARSE NUNCA. Y por una razón, que es politica (como todas las que explican las actuaciones de los poderes del Estado en Chile): porque si dictan sentencia ajustada a derecho, van a tener que reconocer en ella que ni el general Pinochet, ni la Junta, ni el general Arellano, tuvieron responsabilidad en las muertes registradas en Copiapó, Antofagasta y Calama, en los días del paso de la comitiva del último general señalado.

Ahora, si le pasan el caso al ministro Solís, ahí sí puede haber sentencia rápidamnte, en la cual va a culpar al brigadier (r) Miguel Krassnoff y, como en todos los casos en que lo ha hecho, sin tener siquiera necesidad de interrogarlo.

Entretanto ¿cuántas horas diarias más va a seguir destinando TVN al cultivo del odio?

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