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Fútbol y política: Piñera, el Garrincha chileno

Jorge González
Por : Jorge González Ph. D. Profesor Universidad Adolfo Ibáñez (Valparaiso, Chile)
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]¿Puede haber alguna duda que Piñera es el Garrincha de la política chilena? Y; ¿que los resultados de las elecciones de este y el próximo año dependerán de sus habilidades? ¿Y las del 2017?


En las semifinales del mundial del 62, Chile perdió con Brasil (cuatro a dos) y luego ambos ganarían a Yugoeslavia y Checoeslovaquia alcanzando el tercer y primer lugar respectivamente. Es lo más cerca que hemos estado de la copa y nuestro mejor resultado. Para los brasileros, con el mayor numero de campeonatos en la historia de ese deporte, es la menos gloriosa y recordada de sus copas. De hecho, si no fuese porque consolidó el mito Garrincha, estaría completamente olvidada.

El puntero derecho carioca Mané Garrincha (también llamado “la alegría del pueblo”), fue el autor de dos de los cuatro goles y de los pases de los restantes, con los que Brasil nos detuvo y el jugador más importante en el logro del bicampeonato (sin Pelé, quien estaba lesionado). Su espectacular habilidad, llevó a los chilenos a aplaudir y vitorear al scratch (el seleccionado brasilero), como si fuese el propio, en la final contra Checoeslovaquia y a contribuir al mito de Garrincha más que ningún otro pueblo fuera del Brasil. Mientras aun se discute quien fue el mejor futbolista del siglo veinte, habiendo una mayoría que postula a Pelé, pero suficientes que argumentan por Di Stefano o Maradona, la suprema habilidad de Garrincha en el drible (o gambeta) es unánime. La admiración (casi idolatría) de los brasileros por Mané se puede apreciar en las palabras del poeta Carlos Drummond de Andrade, para quien: si hay un Dios que gobierna el fútbol, ese Dios es particularmente irónico y engañoso e hizo a Garrincha para burlarse de todo y de todos en el campo de juego…puede que sea un Dios algo cruel, que elige a un deforme (sus piernas torcidas, eran de diferente tamaño) de agente divino.

[cita]¿Puede haber alguna duda que Piñera es el Garrincha de la política chilena? Y; ¿que los resultados de las elecciones de este y el próximo año dependerán de sus habilidades? ¿Y las del 2017?[/cita]

Para las ilusiones chilenas en el 62, la habilidad de Garrincha sugiere un Dios despiadado. No sólo sus goles fueron extraordinarios, sus espectaculares pases llevaron al no siempre modesto ariete central (que convirtió los otros dos goles) Vavá, a afirmar: con Garrincha de puntero, todo lo que necesita el equipo de centro delantero, es un poste. La habilidad de Garrincha estaba en el drible, que consiste en realizar movimientos y amagues con diferentes partes del cuerpo (pies, piernas, cadera, brazos o manos) mientras se tiene la posesión de la pelota, con el fin de eludir al contrario para evitar que éste le arrebate el balón. La esencia del drible es que sea imprevisible e incontrolable para el adversario. Una variante es el freno, en el cual el jugador viene controlando el balón con velocidad y súbitamente, se detiene en seco y cambia de dirección. Garrincha era tan bueno en el freno, que el video del pasaje del partido eliminatorio contra México (en el mismo mundial del 62), en que siete jugadores son incapaces de detener sus dribles y frenadas, es uno de los iconos del mito Garrincha. En las semifinales los chilenos no pudimos evitar aplaudirlo, aún cuando con esa habilidad nos estaba liquidando. Antes del mundial mismo, los checoeslovacos, con esa mezcla de ingenio bohemio y disciplina soviética, seleccionaron y entrenaron un marcador de punta sólo para la eventualidad (como sucedió) de tener que enfrentar a Brasil (y a Garrincha). Lo más complejo de este entrenamiento radicaba en “vencer” la reacción instintiva e impedir que el cuerpo se arrojara hacia donde indicaba Mané con su cachaña e ir hacia otro lado. Para ello implementaron las técnicas más modernas de la época, incluyendo el uso de videos en cámara lenta, la selección y entrenamiento sicológico y kinético del marcador, y; mucha, mucha práctica. Garrincha ni se enteró de todo esto y el zaguero checoeslovaco fue sólo una víctima más.

En lo que concierne a la capacidad del Presidente de “gambetear” en política y siempre contar con “un plan B”, esto es, con otro curso de acción además del principal y explicito, esta habilidad es la variable más importante para entender porqué es el único presidente de derecha electo competitivamente desde la administración que presidió sobre el mundial del 62, la de Jorge Alessandri. Esa capacidad de tener más de un curso de acción, no sólo les impide a sus competidores saber qué es lo que va a hacer y anticiparlo, sino que también es lo que explica que haya sido presidente con la derecha. Sebastián Piñera es el único dirigente relevante de la derecha actual, que se opuso a Pinochet. De hecho, si los dirigentes demócratas cristianos y concertacionistas de la época (alrededor del plebiscito de 1988) hubiesen apoyado su “plan A” de entonces, Sebastián Piñera nunca habría aceptado la invitación a ser “generalísimo” de la candidatura presidencial de Hernán Buchi (en la primera fase), ni a ser candidato a senador por la importante circunscripción metropolitana oriente o a militar en RN. Pero esa no sería la única vez que sorprendería a electores, competidores y partidarios. En la siguiente elección que participaría, sería el año 2005 cuando desafió (y venció) al propio Joaquín Lavín, hasta entonces indiscutido campeón electoral de la derecha, que había logrado la hazaña, impensable para muchos entonces, de forzar a Lagos (y a la Concertación) a una segunda vuelta en 1999.

En ese caso el “plan A” era que el disminuido RN apoyaría al candidato de la cada vez más hegemónica UDI, pero una vez más el curso de la política chilena sería impuesto por el virtuoso de la gambeta política. Piñera derrotaría a Lavín y pasaría a la segunda vuelta donde a pesar de ser derrotado por Michelle Bachelet, él emergería adelantado en su objetivo: ser el candidato único de la derecha en 2009 y derrotar a la Concertación. Prescindiendo de lo sobrenatural, al intentar explicar la habilidad del Presidente en el drible, tres elementos se destacan: el conocimiento técnico, la disciplina estratégica y el realismo táctico. En el primero, si hay algo en que existe unanimidad en Chile, es que S.P. no sólo es extremadamente inteligente y estudioso, sino que además se ha preocupado de dedicarle el tiempo y el esfuerzo a las materias necesarias, en directa relación a lo relevante que ellas eran para su objetivo presidencial. Por otra parte, la disciplina estratégica es algo que escasea en nuestro país y el Presidente es una excepción que vale la pena explicar. Para lograrla se requiere perseverancia en la implementación, flexibilidad en los procedimientos y apego estricto a las prioridades implícitas en la estrategia.

Es conocido que sus competidores, socios y adversarios se han quejado de excesivo individualismo (egoísta), falta de escrúpulos y en síntesis, que para lograr sus objetivos políticos S.P. es capaz de recurrir a cualquier medio. Agréguese a lo anterior, dificultades especificas de la estrategia en cuestión. En concreto, los diferentes incentivos que imponen los sistemas electorales mayoritario (presidencia) y binominal (proporcional parlamentario). Puede que él no haya sido el único dirigente de derecha que entendió que con el sistema electoral presidencial (mayoritario con segunda vuelta), es imprescindible lograr el apoyo de los votantes de centro para ganar.

Pero él fue uno de los pocos que no se rindió y perseveró en la búsqueda de su meta (la presidencia) en base a una estrategia que además de los costos y riesgos intrínsecos, implicaba enfrentar los inherentes a las contradicciones derivadas de los incentivos asimétricos de los distintos sistemas electorales.

Así como en el sistema mayoritario se producen efectos centrípetos en las estrategias de los candidatos y es necesario obtener el apoyo del centro para ganar, en el sistema binominal sucede lo contrario y si un candidato se “centra” pierde para con su compañero de lista más al extremo. Este efecto centrífugo es el causante principal del declinamiento relativo de los partidos más moderados de cada coalición (DC y RN), en beneficio de sus socios de pacto. Aun más importante, es el causante del vaciamiento del centro en Chile desde el retorno de la democracia. Este vaciamiento se caracteriza por el movimiento de la DC a la izquierda y el que este no haya sido ocupado por RN quien se mantuvo en la derecha en vez de irse hacia el centro después de las desastrosas elecciones de 1997. Tanto Joaquín Lavín como S.P. se sometieron sólo una vez al binominal (en 1989 con distinta suerte) y ambos apropiadamente evitaron reincidir, para evitar “derechizarse”.

Piñera estuvo dispuesto a abandonar la candidatura a senador por Valparaíso el 2001 e incurrir en los costos políticos que en síntesis se pueden enunciar como los necesarios para tener la flexibilidad de abandonarlo todo y a todos, para priorizar sus necesidades electorales de largo plazo (las conducentes a la presidencia).

Es en este punto donde las virtudes necesarias para el drible sugieren una transacción Faustiana. El que gambetea tiene que tener una idea de hacia dónde se va a mover el otro jugador, dependiendo la información que tenga y de ahí la decisión de cachañar. En el fútbol eso no conlleva el efecto que tiene en la política. Esto por cuanto no hay “valores” involucrados en esta manipulación. Disciplina estratégica, particularmente en lo que respecta al “realismo táctico” es la parte menos romántica de la política y hace necesario estar dispuesto a abandonarlos a todos. Una de las críticas y/o descalificaciones que se le ha hecho a S.P. apunta a la forma de relacionarse con sus asociados, calificando estas de “mercenarias”, introduciendo una dimensión ética, a lo que no es más que una consecuencia de su realismo táctico y la más absoluta flexibilidad en los procedimientos.

Pero el efecto más dañino debe buscarse en el impacto en el tiempo para su sique de estar siempre preguntándose cuál es el precio de cada persona con que interactúa y como negociar mejor su aporte o evitar costos (económicos y/o políticos), toda vez que a menudo se encuentra con individuos “ideológicos” “que dejan plata en la mesa” y/o aceptan menos de las razones de “bien público”.

Para terminar, apréciense las sofisticadas conjeturas y anticipaciones involucradas en las gambetas más estratégicas en el logro de la presidencia. La primera es del 2005, cuando la decisión de entrar a competirle a Lavín dependía de cuanto espacio dejaría éste en el apoyo del electorado de centro a consecuencia de su desperfilamiento (derechización). Esto era alimentado por la cercanía a las posiciones y los candidatos a parlamentarios de su partido (UDI) y a los más cercanos y/o conservadores de RN. Piñera predijo correctamente que esto sucedería, dado lo que había podido observar en las elecciones parlamentarias del 2001, cuando él si tuvo que dejar de apoyar a sus correligionarios y más centristas en RN a merced de los mejor apoyados por Lavín. Y la final en el 2009, cuando Camilo Escalona, como el disciplinado entrenador checoeslovaco, en vez de ir con lo natural (un candidato socialista o al menos izquierdista), se la jugó por el más robotizado y moderado Frei Ruiz Tagle. Éste, administrado por los complacientes y pragmáticos Tironi y asociados, se encontraron cuando ya era demasiado tarde con la candidatura de MEO. Lo más grave de esto consistió en que Piñera correctamente había anticipado que en caso que la Concertación fuese por la izquierda, su “plan A” le permitiría ganar en primera vuelta, pero que si venían por el centro, su “plan B” lo ungiría en la segunda.

¿Puede haber alguna duda que Piñera es el Garrincha de la política chilena? Y; ¿que los resultados de las elecciones de este y el próximo año dependerán de sus habilidades? ¿Y las del 2017?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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