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Desayuno de ICARE


Hay muchas partes donde ya no me convidan, lo cual no me importa demasiado porque cuando lo hacían yo casi nunca asistía. Pero en ICARE me siguen mandando invitación a los desayunos, y si bien voy a pocos y me salgo antes del término, nunca me arrepiento de haber ido, pese a la levantada temprano, a que Felipe Larraín llega siempre atrasado, y a que mi amigo Pancho Silva, el presidente de ICARE, dijo ayer cosas con las que no estoy de acuerdo.

Pues en su discurso de bienvenida dio a entender que nuestra sociedad vive un clima de aspiraciones sociales legítimas insatisfechas. Eso es lo que me pareció entender de lo que expresó. Bueno, ésa es una noción «plantada» por la izquierda. «Nuestra sociedad» es un conjunto de personas bastante satisfechas. Por supuesto, siempre, a lo largo de toda la historia de la Humanidad, las personas han querido tener más de lo que tienen, y en lo posible sin esforzarse. Entonces aquí llaman «aspiraciones sociales legítimas» a que los padres de familia quieran pagar menos, o en lo posible nada, por la educación de sus hijos; o a que los ayseninos, cuya supuestamente sacrificada vida no se aviene con lo que dice un folleto que me dieron ayer en ICARE, donde se expresa que tienen la mayor tasa de obesidad en los niños, quieran tener zona franca, combustible barato y leña gratis. Ni con que yo quiera que me bajen la bencina o las contribuciones.

Esas no son «legítimas aspiraciones sociales». Se trata simplemente de codicia connatural a la condición del hombre. Y como hoy en Chile hay bandas de encapuchados que incendian, saquean, apedrean a la policía, destrozan y levantan barricadas, asustando a todo el mundo, pero muy en particular al gobierno, a raíz de lo cual éste abre la billetera y les da todo lo que piden a los que están detrás de los encapuchados formulando variadas peticiones, nos salen con que hay «un clima de inquietud social muy atendible». Pamplinas. «Picardía criolla» al cubo para conseguir cosas gratis. Sólo gente que quiere más plata sin trabajar más y ha encontrado una manera expedita de conseguirla.

Después habló el ministro de Hacienda y acreditó que estamos fantástico, como efectivamente lo estamos. Chile, con el cobre a casi 4 dólares, no puede sino estar fantástico. La gracia era hacerlo crecer al 7 por ciento con el cobre a 76 centavos, como lo hizo Büchi. Pero ahora es papaya, sin perjuicio de reconocer que tenemos un ministro de Hacienda que lo hace bien. Un tipo serio que está obligado a trabajar para un presidente que no es serio. Yo estoy seguro de que el ministro no quiere subir los impuestos como lo ha decidido su jefe por razones estrictamente demagógicas (no hay nada que él desee más que darle gusto a la izquierda).

¡Cómo no va a estar feliz el ministro si la recaudación tributaria subió en 6.500 millones de dólares! ¿Para qué necesita subir el impuesto a las empresas entonces, y recaudar 700 millones de dólares? Él sabe que no se necesita, pero su jefe «está en otra» y quiere posar de izquierdista para mejorar en las encuestas.

Además de que todo esto es absurdo, porque el mismo ministro recordó ayer que había decretado dos rebajas de gasto público el año pasado. ¿No parece de locos un gobierno que por una parte hace rebajas del gasto público, debido a que tiene suficientes recursos, y por otra sube los impuestos como si careciera de ellos? De paso, el mismo ministro nos dijo que habían vuelto a aumentar los fondos de reserva para emergencias y para previsión que tiene el gobierno y que ya sobrepasan los veinte mil millones de dólares. ¿Cómo se entiende?

Se entiende si se lee que el mismo gobierno se ha querellado en el proceso judicial politizado sobre la muerte del general Bachelet, que todo el mundo sabe, partiendo por los que fueron sus compañeros de prisión en 1973 y 1974, que falleció de un infarto por insistir en prácticar básquetbol en la cárcel, sabiendo que tenía una condición cardíaca. El ex senador socialista Eric Schnake, que estaba preso junto con él, lo ha corroborado. ¿Por qué el gobierno insiste en plegarse al uso publicitario de los tribunales que hace la izquierda? Porque es el prurito del mismo presidente admirador de Ho Chi Minh, que recordó en Vietnam el grito «Ho Ho Ho, Ho Chi Minh, lucharemos hasta el fin», atribuyéndolo a los que eran jóvenes como él en los ’60, siendo que era exclusivo de las Juventudes Comunistas, como bien lo puntualiza en «El Mercurio» de hoy en su columna Gonzalo Rojas.

También en el desayuno de ayer la economista Andrea Repetto comprobó que nos estamos haciendo trampas en el solitario, pues el gobierno dice que ha creado en un año más de 600 mil nuevos empleos, en circunstancias que hubo un cambio en la forma de hacer la encuesta de empleo: antes les preguntaban a los encuestados si estaban o no trabajando una cierta cantidad de horas a la semana; cambiaron eso y pasaron a preguntarles si habían trabajado una hora en la semana anterior. Eso condujo a un «aumento» del «empleo» de 2,7 veces. El INE, durante un período, hizo la encuesta formulando las dos preguntas: usando la antigua, el aumento del empleo había sido de 145 mil personas; usando la nueva, resultaban 398 mil personas.

Es decir, el gobierno no le había contado a nadie que cambiando una pregunta de la encuesta podía aparecer creando 2,7 veces más empleos («la letra chica»). Con razón Benjamín Disraeli decía que las mentiras se clasificaban en tres grupos, de menor a mayor: mentiras blancas, mentiras normales y estadísticas.

Ayer oí al propio director del INE refiriendo que necesitaban 14 mil personas para el nuevo censo, y se habían presentado 300 mil solicitudes. Parece que no abundan las ocupaciones.

En fin, dejo constancia de que, aparte de aprender variadas cosas, una vez más los sandwichs de ave con palta y de jamón con queso del desayuno estaban exquisitos. De unos pasteles que había al medio de la mesa no puedo opinar, porque no me atreví a sacar ninguno, debido a que nadie lo hacía, y para no perder mi reconocida prestancia republicana.

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