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La torre más alta de Sudamérica

Patricio Herman
Por : Patricio Herman Presidente de la Fundación Defendamos La Ciudad.
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Como Paulmann quería tener la torre “más alta de Sudamérica” fue necesario que los funcionarios municipales procedieran muy creativamente para dar el sí a las aspiraciones del jefe fáctico y así fue como esa rasante de 70º no se levantó a nivel del suelo natural desde eje de la vía troncal Andrés Bello, como lo prescribe con mucha claridad el artículo 2.6.3. de la OGUC, sino que se calculó desde un punto más alejado de la ribera del río Mapocho.


Próximamente se abrirán las puertas del fastuoso mall que forma parte del denominado Costanera Center, construyéndose en un terreno de 4,5 hectáreas de la comuna de Providencia, colindante con la comuna de Las Condes, sector conocido como Sanhattan, cuya torre ícono pretende llegar a los 300 metros de altura. Este megaproyecto inmobiliario le pertenece a Horst Paulmann, uno de los empresarios más poderosos del país.

Los servicios de la Administración del Estado, para no incomodar a ese sociable actor del mercado, fueron muy flexibles con él y no le exigieron todo el papeleo que sí le piden a los medianos y pequeños empresarios. Por tal razón, el estudio de impacto vial que debería estar aprobado antes de la emisión del permiso de edificación, recién Cencosud lo obtuvo 3 años después que se iniciaran las obras.

El Seremi de Transportes, para hacerse el simpático y buena persona con el titular del proyecto, estableció que las mitigaciones viales, de cargo del rey del retail, tenían que estar terminadas según una cierta cronología asociada a las recepciones finales parciales de las distintas obras y como consecuencia de esta mala decisión aumentarán fuertemente los colapsos viales que ya se viven en esa zona comercial y de oficinas.

[cita]Como Paulmann quería tener la torre “más alta de Sudamérica” fue necesario que los funcionarios municipales procedieran muy creativamente para dar el sí a las aspiraciones del jefe fáctico y así fue como esa rasante de 70º no se levantó a nivel del suelo natural desde eje de la vía troncal Andrés Bello, como lo prescribe con mucha claridad el artículo 2.6.3. de la OGUC, sino que se calculó desde un punto más alejado de la ribera del río Mapocho.[/cita]

Por la altísima carga de ocupación del proyecto se le considera equipamiento mayor, según las disposiciones de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones (OGUC) y por ello debía enfrentar una vía expresa, lo que no acontecía porque la Avenida Andrés Bello, en ese tramo, tiene 36 metros entre líneas oficiales y por ello tiene categoría de vía troncal.

Ante esta circunstancia, el siempre complaciente Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) modificó dicha OGUC fijando que los equipamientos mayores, como Costanera Center, sí podían enfrentar vías troncales, además de las expresas y así, con la firma de un Decreto publicado rápidamente en el Diario Oficial, se solucionó el inconveniente.

Las normas de edificación aplicables para este proyecto están contenidas en un obsequioso Plan Seccional elaborado por el Minvu de la época aquella, por instrucciones del capitán general. Entre otras cosas, en ese instrumento normativo urbano se permite una altura libre de edificación, la cual en todo caso está limitada por el punto de encuentro de las rasantes, según el ordenamiento de la OGUC.

Como Paulmann quería tener la torre “más alta de Sudamérica” fue necesario que los funcionarios municipales procedieran muy creativamente para dar el sí a las aspiraciones del jefe fáctico y así fue como esa rasante de 70º no se levantó a nivel del suelo natural desde eje de la vía troncal Andrés Bello, como lo prescribe con mucha claridad el artículo 2.6.3. de la OGUC, sino que se calculó desde un punto más alejado de la ribera del río Mapocho.

Con esta novísima y habilidosa interpretación de las normas esa torre tendrá el récord de altura buscado con tanto ahínco por ese flamante empresario. Ahora bien, lo anterior lo expresé, en mi calidad de expositor, en un Foro público organizado en días recientes por la Universidad Adolfo Ibáñez titulado “Después de Costanera Center”, percibiendo que los asistentes se sentían incómodos al escuchar mis palabras, refrendadas en todo caso en un oficio firmado por el Seremi de Vivienda y Urbanismo, documento oficial que mostré reiteradamente al público.

A tal extremo llegó la desazón en el auditorio, que otro expositor tuvo que salir en defensa de las presuntas buenas prácticas del establishment, sosteniendo que tal informe, puesto a disposición de quienes lo quisieran conocer, no tenía el valor que yo le daba porque del mismo se apreciaban 2 opiniones contrapuestas: la del Director de Obras de Providencia y la del mencionado Seremi.

Lamentablemente para ese expositor, académico y lúcido especialista en transportes, tuve que aclararle a viva voz que no existía tal probable discrepancia de pareceres entre distintos funcionarios, porque la ley le otorga al Seremi de Vivienda y Urbanismo la atribución para interpretar el marco regulatorio y el Director de Obras debe acatar sus instrucciones.

En todo caso y dado que a la fecha no se ha dado cumplimiento a la resolución de ese Seremi, con lo cual se reduciría la altura de la torre, porque en Chile es de mal gusto molestar a los grandes empresarios, vislumbramos que ella será finalmente la más alta de Sudamérica, aunque sea con trampas, salvo que en un súbito arranque de probidad el Minvu decida extemporáneamente hacer cumplir la ley.

Muchos dicen más vale tarde que nunca y veremos si el ministro Pérez Mackenna, sopesando los pro y los contra, imparte las instrucciones de rigor con lo cual esa elevada torre ya no sería la más alta de Sudamérica, pero sí, como contrapartida, podríamos afirmar que Chile se está encaminando a ser un país serio en donde, aunque sea a regañadientes, las instituciones funcionan.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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