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Un nuevo «NO»…..el «NO» al modelo

Luis Pacheco
Por : Luis Pacheco Director de la Escuela de Ciencia Política y Relaciones Internacionales , Universidad Academia de Humanismo Cristiano
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El Gobierno y sus partidos políticos se encuentran entrampados, al parecer en un túnel sin salida. No se trata de una ceguera del gobierno ni sus aliados. Se trata del convencimiento de la eficacia de un modelo, que sin duda está dirigido por las necesidades y las visiones empresariales. Un gobierno que está dispuesto a bloquear el desarrollo político y democrático para propiciar un desarrollo económico, que en el caso de Chile ha demostrado toda la perversidad moral. Lo que se pudo justificar en un principio, no es posible justificarlo ahora.

No vamos a entrar en señalar los casos de corrupción ya tan conocidos, ni las gestiones empresariales poco transparentes para lograr determinados propósitos. Pero sin duda, la protesta y la disconformidad en Chile, son hacia un modelo político-económico que no permite ninguna variación ni progreso que conduzca a una mejor democracia. Es un gobierno que, en su esencia, no puede ser democrático, porque no está dispuesto a que las personas, es decir los ciudadanos, puedan ejercitar su libertad de autodeterminación para explorar nuevos caminos.

Es un gobierno que se asombra por la actitud y el contenido de las propuestas de los estudiantes, calificándolas de “políticas”. No tiene la capacidad, por su estructura de pensamiento y por sus definiciones políticas, de entender que una auténtica reforma educacional pasa por reformas políticas, económicas y sociales. Es decir, una visión integral de la sociedad y del ser humano.

Por supuesto que las acciones de los estudiantes son “políticas”, porque su contenido interesa a toda la “polis”, es decir a toda la ciudadanía de Chile. Desconoce el Gobierno que la política no la hacen sólo los partidos políticos, sino que, en el mejor sentido, la hacen los ciudadanos cuando exigen sus derechos, cuando se relacionan con el otro, cuando se agrupan para discernir sobre la sociedad, para organizarse para todo aquello que los involucra como ciudadanía. Todos somos políticos, aunque no todos militantes o en el ejercicio de la política.

Estamos enfrentados a una nueva y real lucha por dar cualitativamente un paso hacia adelante en el proceso de democratización de Chile. Es más que una reforma educacional, porque los jóvenes entienden que esa reforma no es posible en el país que vivimos. No es posible cuando los criterios los determina la empresa y no la acción política colectiva de ciudadanía y gobierno. Es una lucha auténticamente democrática. Una reforma educacional y al sistema tributario significa más democracia. Las nuevas formas de rearticulación de los partidos políticos, también tienen perspectivas más democráticas. Los jóvenes y la ciudadanía, en general, entienden que el que no quiere dar pasos en esa dirección, frena constantemente el desarrollo democrático. Lo hemos dicho otras veces: la democracia no es un modelo rígido. La democracia exige el constante perfeccionamiento de sí misma. Es profundamente dinámica.

Sólo una visión más que conservadora, diríamos francamente reaccionaria, puede tener una visión inmovilista de esta sociedad. El desarrollo humano es siempre permanente. El descubrimiento que hace de sí mismo el ser humano, como individuo y como sociedad, lleva, necesariamente, a perfeccionar el modelo, en el cual desarrolló su vida, como sociedad y como persona. Esto es lo que la derecha política no entiende. Sólo se refiere a los ciudadanos como sujeto de consumo, al cual se le otorgarán “próximamente” más posibilidades de consumo, pero nunca de ciudadanía, ni de justicia real.

La democracia, como la concibe o la expresan el Gobierno y los partidos que lo apoyan, no es promotora del desarrollo humano. Es una democracia abiertamente reconocida sin la equidad necesaria. La gente se da cuenta que esta ausencia de equidad, es también una ausencia de solidaridad y una disminución de su propia dignidad. El modelo no sólo no distribuye, sino que viola la dignidad, lo cual en sí mismo es deshonesto. En él, la solidaridad real se expresa, no en un sistema adecuado, sino en una política de bonos.

Sólo un gobierno y un sistema político auténticamente democrático, puede proporcionar una oportunidad para ejercitarlas libertades, los derechos y cumplimiento de los deberes.

Lo que está sucediendo en Chile, y que la gente ha entendido —los partidos políticos están en ese proceso— es que solamente una auténtica democracia puede derrotar políticamente, democráticamente, a un modelo perverso en sí mismo. Para esto no se necesitan banderas partidarias de un solo color, se requiere a todos los auténticamente democráticos para decir “no” a un modelo agotado. Se necesita ciudadanos con o sin partidos; se necesita de todos aquellos que están dispuestos a dar un salto cualitativo hacia el futuro.  Se debe combatir esta violencia institucionalizada del modelo, por una participación plural, democrática y sin dogmatismos, entendiendo que el interés de Chile es el interés de los ciudadanos y de las grandes mayorías. Significa combatir al “Tirano” que es, en nuestro caso, un modelo político y económico que no permite ser plenamente ciudadanos, es decir, sujetos de derechos y deberes.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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