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El CRUCh y su «dicta-blanda»

Angello Giorgio
Por : Angello Giorgio Presidente de la Federación de Estudiantes de la UAI Santiago
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Los movimientos de dinero, las inversiones, los cambios de última hora, la PSU, y muchos otros conceptos con los cuales este Consejo trabaja día a día son fiscalizados por ellos mismos. ¿Qué podemos esperar de una entidad que solamente es regulada por si misma?, ¿Por qué no implementar un ente fiscalizador autónomo externo?, ¿O un ente fiscalizador estatal? Sea cual sea la solución que se nos venga a la cabeza, el diagnóstico se hace concluyente y convergente justamente en la falta de fiscalización del sistema.


El CRUCh es el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas. Actualmente está constituido por todas las universidades existentes en el año 1981, tanto privadas como estatales que estuviesen registradas hasta esa fecha. Se les llama “Tradicionales”, y algunos creen que son todas estatales, pero no es así: gozan de participación y beneficios tanto Universidades Privadas como Estatales.

Los dos principales motivos para su creación en 1954 serían:
-Administrar los recursos fiscales en dichas instituciones.
-Representar los intereses de dicho círculo ante el Estado.

Cabe mencionar que el hecho de que una institución pertenezca al CRUCh, significa también que esta recibe millonarios aportes fiscales anuales que surgen de los bolsillos de todos chilenos. Por ejemplo, el año recién pasado la U. De Chile (estatal) recibió 32 mil millones de pesos de forma directa. No quedándose atrás la Pontificia Universidad Católica de Chile (privada) que recibió 20 mil millones de Pesos fiscales de manera directa y sin mayores exigencias. (Fuente: Mineduc)

[cita]Los movimientos de dinero, las inversiones, los cambios de última hora, la PSU, y muchos otros conceptos con los cuales este Consejo trabaja día a día son fiscalizados por ellos mismos. ¿Qué podemos esperar de una entidad que solamente es regulada por sí misma? ¿Por qué no implementar un ente fiscalizador autónomo externo?, ¿o un ente fiscalizador estatal? Sea cual sea la solución que se nos venga a la cabeza, el diagnóstico se hace concluyente y convergente justamente en la falta de fiscalización del sistema.[/cita]

También estas Universidades reciben Aporte Fiscal Indirecto, el cual es otorgado a las instituciones que reciben a los 27.500 mejores puntajes de la PSU. En este caso la Universidad de Chile (estatal) recibió, en el año 2011, 4.500 millones de pesos. Y por su parte la UC (privada) recibió 4.000 millones de pesos. (Diario La Tercera, Sábado 4/6/11, pp 24)

Con el tiempo han surgido nuevas universidades privadas: algunas de calidad y excelencia, algunas en desarrollo, y otras de dudosa seriedad. Hasta la fecha, ninguna de las recién mencionadas (Ues creadas post 1981) ha ingresado a este “Consejo de Rectores”, el cual se mantiene hermético y con sus puertas absolutamente cerradas. (Quizás han dado espacios de discusión en temas minoritarios, pero los temas esenciales jamás han sido tocados).

Es común escuchar a rectores, y también a dirigentes estudiantiles de las universidades del CRUCh, defender esta entidad con garras y dientes. Yo me pregunto ¿por qué?, ¿Qué tienen las universidades privadas que integran el CRUCh que NO tienen las nuevas universidades de calidad, sin lucro, con investigación, excelencia, y rol social? ¿Será legítimo que el CRUCh le cierre las puertas a Universidades de excelencia simplemente por haber sido fundadas después de 1981? ¿Qué le pide el Estado a las Universidades del CRUCh a cambio de los miles de millones de pesos que se invierten en ellas?

Aunque el CRUCh fue creado con nobles fines, la práctica nos ha dado resultados diferentes a los esperados, pues las universidades del CRUCH no resultaron ser todas “de excelencia”. ¿Será descabellado querer hacer algo por esas instituciones pertenecientes al CRUCh que hoy no están dando el ancho que Chile necesita? Comúnmente se conoce a la UC, la U. De Chile, la Usach, la UTFSM, entre otras. ¿Pero sabía Ud. que el Consejo de Rectores reúne a un total de 26 Universidades, de las cuales son muy pocas las que están al nivel de las recién mencionadas? ¿Por qué no se les pide nada a cambio a estas universidades? ¿Dónde se van los recursos de todos los chilenos?

No llevo conmigo el espíritu del rebelde denunciante, ni mucho menos busco perjudicar en ningún ámbito al sistema educacional superior. Así como me he dedicado en anteriores ocasiones a denunciar malas prácticas en Ues privadas, también justo es traer a la luz temas que quizás han sido callados por algunos, (y desconocidos para otros), y que tratan sobre Universidades «tradicionales» como son llamadas las pertenecientes al CRUCh.

Dicho lo anterior, se presentan puntos esenciales para comenzar a hacer del CRUCh una entidad verdaderamente potenciadora de las universidades con rol público y de calidad.

1-  Criterio para pertenecer al CRUCh.

Es verdaderamente impresentable pensar que el único hecho por el cual las universidades pertenecen a este consejo es por haber sido fundadas antes de 1981. El problema aquí está claro: las puertas del CRUCh están cerradas, tanto para que las malas universidades salgan de él, como para que las buenas universidades entren. ¿Por qué no se definen exigencias como rol público, resultados, ausencia de lucro, plan educativo serio, aporte social, integración de todos los estratos socioeconómicos, etc…? Es absurdo que algunas personas defiendan a las instituciones pertenecientes hoy al CRUCh señalándolas como “integradoras”, pues el 80% de los estudiantes universitarios de más escasos recursos estudian hoy en alguna universidad privada no tradicional. En otras palabras, todos estos miles de millones de pesos estatales que se presentaron al comienzo NO están destinados a quienes más lo necesitan.

Según el SIES (Servicio de Información de Educación Superior), en la Universidad de Chile sólo uno de cada cuatro (26%) de los matriculados para el año 2012 provienen de colegios municipales. Así mismo, el estudio muestra que en el caso de la U. Católica de Chile los números de integración son aún más preocupantes: solamente el 12% de sus matriculados vienen desde la educación municipal. Los datos son concluyentes.

2- ¿A quiénes se les debe otorgar aportes basales desde el Fisco?

A estas alturas está claro que dentro del CRUCh hay instituciones privadas y estatales. Cabe preguntarse si es justo que el dinero de todos los chilenos se vaya a manos de planes educativos privados. Universidades como la U. Católica de Chile, U. de Concepción, U. Técnica Federico Santa María, U. Austral de Chile, U. Católica del Maule, U. Católica del Norte, U. Católica de Valparaíso, entre otras, son instituciones absolutamente privadas, con planes educativos autónomos, y no regulados por el estado. ¿Qué pide el Estado a cambio de todo el dinero que reciben?

Lo que debemos hacer es decidir qué se hará en el futuro: ¿Participarán universidades privadas en el CRUCh?, si es así entonces exijamos un mínimo de resultados, ¿por qué “regalar” el dinero con el que todo chileno contribuye? Saquemos a las Universidades que no cumplan con los estándares mínimos de aprobación, e integremos a las universidades que, aunque han demostrado superar a muchas de las Ues del CRUCh, hoy se encuentran fuera este “círculo protegido”.

En el caso contrario (que decidamos que el Estado sólo financiará a las universidades estatales), invirtamos en la educación pública, gratuita, y de calidad que Chile llora hace años: con fuertes inversiones y potente fiscalización. Pero no nos engañemos más, o el CRUCH concentra sólo a las mejores universidades del país (privadas y estatales), o en su defecto simplemente contempla a las universidades estatales, y hace de ellas la educación pública soñada.

3-  ¿Quién regula el CRUCh? ¿Quién decide en la PSU?

Los movimientos de dinero, las inversiones, los cambios de última hora, la PSU, y muchos otros conceptos con los cuales este Consejo trabaja día a día son fiscalizados por ellos mismos. ¿Qué podemos esperar de una entidad que solamente es regulada por sí misma? ¿Por qué no implementar un ente fiscalizador autónomo externo?, ¿o un ente fiscalizador estatal? Sea cual sea la solución que se nos venga a la cabeza, el diagnóstico se hace concluyente y convergente justamente en la falta de fiscalización del sistema.

¿Cuánto le conviene a la Universidad de Chile que se mantenga la PSU como medida de acceso a la educación superior?

La PSU es vastamente desaprobada por los expertos de la educación, y también por la ciudadanía. Es una prueba totalmente segregadora que básicamente no mide tus habilidades, sino el colegio del cual provienes. Mide si pagaste 400 mil pesos mensuales, o si simplemente no pudiste pagar por tu educación y/o preuniversitario.

El AFI (Aporte Fiscal Indirecto) presentado en un principio, es un tremendo gasto fiscal para “premiar” a las instituciones educacionales por recibir a los 27.500 mejores puntajes de la PSU. Si la Universidad de Chile (la cual es juez y parte para manejar la PSU) llegara a quitar este sistema de acceso, y lo cambia por un ranking, por ejemplo, estaría dejando de recibir 4.500 millones de pesos anuales. ¿Cuánto querrá la Universidad de Chile y sus directivos cambiar la PSU?

Hay que tener ojo, pues cuando los dirigentes estudiantiles peleamos por cambios no siempre estamos luchando contra el Gobierno, legisladores, o empresarios de la educación: también peleamos contra el conservadurismo de muchas entidades que se mantienen cómodas en sus sillones de dinero. Lo que en Chile nos falta es eso, dejar las prácticas ancestrales de lado, dando paso a un sistema moderno y exento de vicios.

El consejo de rectores hoy representa “lo poco de educación financiada por el estado que queda”. Por lo mismo, si queremos defender nuestra educación “financiada por el Estado”, debemos ser lo suficientemente justos como para replantearnos su modelo (en este caso el CRUCh) y refinarlo cuanto más podamos, pues defenderlo a ciegas no tiene sentido.
Construyamos la educación pública que se quiere, que se debe, y que vamos a tener. ¿Gratuita?: sí, pero de eso hablamos después.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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