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Por qué Lavín debe renunciar

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Claudio Orrego
Por : Claudio Orrego Gobernador de la Región Metropolitana.
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Lo que es completamente inaceptable, es el intento de engaño a la fe pública que ha liderado el ministro Lavín, al manipular la interpretación y la entrega de los datos, para tratar de sacar una ventaja política pequeña. Con los pobres no se juega, con la verdad tampoco.


La discusión sobre la pobreza, que hemos tenido en Chile en las últimas semanas, ha sido vergonzosa. Mientras una parte importante de nuestros compatriotas enfrenta condiciones de vida indignas, injustas e innecesarias, hemos dejado que por semanas nuestra discusión se centre en el instrumento de medición y en la forma en que se manipulan comunicacionalmente los resultados para hacerlos parecer favorables al gobierno. El principal responsable de este desastre es el ministro Joaquín Lavín.

Desde antes de la celebración temprana con que el gobierno pretendió convencer al país de que la pobreza en Chile bajaba gracias a su gestión, el ministro ya conocía los antecedentes técnicos. El ministro sabía que una baja en la pobreza de 0,7%, con un margen de error de 0,8%, significa una sola cosa: que no hay una variación estadísticamente significativa en los resultados. En simple: no es posible afirmar que ha disminuido la pobreza.

Esto es especialmente grave cuando tenemos estadísticas favorables. ¿Cómo es posible que la pobreza no disminuya, cuando han mejorado las cifras de empleo, cuando el PIB de Chile sigue aumentando y las cifras macroeconómicas muestras que el país crece? El país desigual que hemos construido, en donde el aumento de la riqueza no llega a todos, es el verdadero escándalo que debiera remecer nuestras conciencias y disponernos a la acción, para trabajar con más fuerza en asegurar igualdad de acceso y de oportunidades a cada uno de los chilenos.

[cita]Lo que es completamente inaceptable, es el intento de engaño a la fe pública que ha liderado el ministro Lavín, al manipular la interpretación y la entrega de los datos, para tratar de sacar una ventaja política pequeña. Con los pobres no se juega, con la verdad tampoco.[/cita]

Sin embargo, el gobierno prefirió celebrar lo que no existía, hacernos creer que la baja era significativa, acusando de paso a cada político, académico e investigador que preguntó por los datos técnicos de la encuesta, de no alegrarse por el progreso de Chile, de no reconocer los logros del gobierno, de ser parte de un oscuro complot.

La publicación de la base de datos, permitirá que se pueda revisar técnicamente la encuesta, los cambios que en ella se introdujeron y las formas de asegurar e interpretar sus resultados comparativamente. Es más, podemos iniciar un debate serio sobre cómo fortalecer la generación de estas estadísticas (un INE fortalecido y autónomo) y cómo mejorar y complementar la medición de pobreza monetaria que hace la Casen.

Quiero ser bien claro. Hasta ahora no encuentro razones para dudar de la calidad técnica de la encuesta, del trabajo de los expertos de la CEPAL y del ministerio de Desarrollo Social, ni de los resultados que ella arroja.

Lo que es completamente inaceptable, es el intento de engaño a la fe pública que ha liderado el ministro Lavín, al manipular la interpretación y la entrega de los datos, para tratar de sacar una ventaja política pequeña. Con los pobres no se juega, con la verdad tampoco.

En los gobiernos anteriores, fueron destituidos ministros y subsecretarios por cuestiones harto menores que esta. Por vender frutillas en un auto fiscal o por no asegurar una adecuada supervisión de procesos de subvención. ¿Puede el ministro Lavín seguir en su cargo después de lo ocurrido con la encuesta Casen?.

A mí me parece que no, que el ministro Lavín debe asumir la responsabilidad directa y política por este intento de manipulación, por este verdadero «tongo» comunicacional. Lo que queda por dilucidar es si el Presidente va a respaldar este acto vergonzoso, o va a honrar, de una vez por todas, el gobierno de excelencia que prometió a todos los chilenos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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