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El balcón es lo de menos Opinión

El balcón es lo de menos

Patricia Politzer
Por : Patricia Politzer Periodista y ex Convencional Constituyente.
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Si extrapolamos su política en Obras Públicas, donde estima que quienes más conocen las rutas y sus necesidades son las concesionarias, podríamos imaginar que, en un eventual gobierno suyo, los impuestos los propondrán los empresarios que son quienes más conocen las necesidades de cada sector. O que las mineras tendrán la obligación de plantear reformas al royalty, los sostenedores de escuelas cambios a las subvenciones y los exportadores presentar la política cambiaria.


Escándalo provocó la eventual imagen del presidenciable Laurence Golborne en el balcón consistorial de la plaza de Armas, celebrando la reelección del acalde Pablo Zalaquett si este gana el próximo domingo. La clase política no parecía ver más que el balcón y las sonrisas pletóricas de ambas autoridades.

Cuesta entender que esa posible fotografía –simbólica, sin duda— irrite al máximo a los dirigentes políticos mientras dejan pasar otros hechos que no son virtuales sino reales y que pueden afectar al país mucho más que una pillería coyuntural.

En las últimas semanas, a través de sus columnas en La Tercera, el profesor Eduardo Engel, sostuvo una dura discusión con el ministro de Obras Públicas a raíz de las cuantiosas inversiones que se harán para mejorar la Ruta 68.

El ministerio está evaluando las nuevas obras a través de un contrato complementario con la actual concesionaria de la ruta, la española Abertis. Pero, Engel asegura que esto sólo beneficia a la empresa en desmedro de los usuarios y los contribuyentes, y que sería mejor poner término anticipado a la actual concesión y llamar a una nueva licitación.

[cita]Cuesta entender que esa posible fotografía —simbólica, sin duda— irrite al máximo a los dirigentes políticos mientras dejan pasar otros hechos que no son virtuales sino reales y que pueden afectar al país mucho más que una pillería coyuntural.[/cita]

La respuesta del ministro Golborne —en una columna en el mismo diario y otras declaraciones de prensa— no hizo más que exasperar al profesor Engel. En su segunda columna sobre el tema, denunció que los argumentos de la autoridad sugieren “que el MOP no está haciendo la pega”. Esto, porque el ministerio pretendería cambiar el sistema de concesiones, delegando en las concesionarias la elaboración de propuestas sobre las obras futuras que requiere nuestra infraestructura. Es decir, afirma Engel, “es como dejar el gato a cargo de la carnicería”.

Una vez más, el gobierno —ahora a través del ministro de OO.PP.— demuestra su total incomprensión frente a los conflictos de interés.

Lo grave es que Laurence Golborne no es cualquier ministro, es el presidenciable que hoy aparece con más posibilidades de competir —e incluso ganar— las próximas elecciones presidenciales.

Si extrapolamos su política en Obras Públicas, donde estima que quienes más conocen las rutas y sus necesidades son las concesionarias, podríamos imaginar que, en un eventual gobierno suyo, los impuestos los propondrán los empresarios que son quienes más conocen las necesidades de cada sector. O que las mineras tendrán la obligación de plantear reformas al royalty, los sostenedores de escuelas cambios a las subvenciones y los exportadores presentar la política cambiaria.

Más allá de fantasear con el futuro, lo concreto es que hoy no sólo están en juego más de 350 millones de dólares para renovar la Ruta 68 sino, sobre todo, una fórmula para futuras concesiones que puede afectar gravemente las arcas fiscales y el bolsillo de los usuarios.

El asunto suena grave. ¿Dónde estarán los políticos que deben escandalizarse en representación de la ciudadanía? ¿Pensarán que para el futuro es más importante la foto de Golborne en el balcón consistorial que lo que está haciendo en su ministerio? ¿O creerán que a los votantes les importa más la sonrisa ganadora que el destino de los recursos públicos?

Algo anda mal, el balcón es lo de menos…


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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