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Una Educación para la realización de seres humanos sanos

Milton Flores
Por : Milton Flores Psiquiatra. Investigador en Desarrollo Esencial Humano. Director Triagrama, Instituto para el Desarrollo de la Vida en Comunidad.
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El proyecto de vida que surge paulatino cuando lo espiritual efectivamente emerge humilde, maduro, se recrea dramáticamente y progresivo. La relación con la materia se va recreando, la relación con la vida toda, donde el rol de lo material, del cuerpo donde habitamos, el dinero, se transforma, brotan necesidades de otro orden, y potenciales, recreándose lo de siempre, un todo más conciente y más preciso que orienta hacia una respuesta más inteligente, oportuna, sana, con brillos espirituales en la mirada, con respeto y amor en los contactos.


Sanos, no necesariamente normales, una educación que entregue la influencia necesaria y suficiente como para habilitarnos para lo sano, para lo justo, paro lo que nos haga bien a todos.

De lo que surge razonable, con toda la sabiduría y conocimiento disponible, un factor trascendente, susceptible de cultivar, de desarrollar, es el grado de inclusión en nuestra conciencia de nuestra propia vida. En 1989 se establecía con rigor como causa de la debilidad frente a las drogas, como una de las variables interrelacionadas que afectan la vida de las personas y que están a la base de la incapacidad en grados variables para ser y funcionar como seres humanos libres y sanos,  precisamente la insuficiente cobertura que la norma, la mayoría, utiliza sobre la existencia. Nuestro contacto con lo que es real no nos alcanza para comprender de lo más esencial, de aquella fuente de riqueza que es el espacio de lo espiritual de la vida.

[cita]El proyecto de vida que surge paulatino cuando lo espiritual efectivamente emerge humilde, maduro, se recrea dramáticamente y progresivo. La relación con la materia se va recreando, la relación con la vida toda, donde el rol de lo material, del cuerpo donde habitamos, el dinero, se transforma, brotan necesidades de otro orden, y potenciales, recreándose lo de siempre, un todo más conciente y más preciso que orienta hacia una respuesta más inteligente, oportuna, sana, con brillos espirituales en la mirada, con respeto y amor en los contactos.[/cita]

En el proceso de asistir a personas, familias, grupos de trabajo, el  entrenamiento para cultivar la percepción y expandir la conciencia se ha constituido en una estrategia -que en presencia de las condiciones adecuadas-  facilita la habilitación efectiva para modificar la cualidad del observador y poder paladear la vida espiritual, recreando objetivamente el contexto para nuestra existencia. Somos seres espirituales, como la Constitución lo establece en un principio, la ley marca esa convicción para lo adecuado, para lo justo, para lo sano. No se si así estuvo inspirada, pero es posible pretender que esa y no otra deba ser la intención, y cuando se habilita en este meta-espacio y se incluye la dimensión transmaterial de la realidad en la conciencia cotidiana, a través de  los distintos métodos organizados para tales fines, efectivamente la satisfacción posible de experimentar, es superior, mas eficiente, suficiente como para liberara a adictos, para recuperar la esperanza, para sentir alegría y felicidad.

Les decía que normalmente nuestra habilitación nos tiene con una conciencia que recibe de lo virtual, no obstante encontrarnos viviendo en un plano vital de realidad, es decir, más integral, no sabemos de sí y de todo en grado suficiente, no saboreamos el poder que latente nos espera.

Los chamanes procuran en sus respuesta para curar, el despertar del Ser en la conciencia, la recuperación de lo espiritual para el alma, y así, el contacto más sutil y pleno con la existencia, para curar de la ignorancia, de una fisiopatología donde la oscuridad alude a un estado de conciencia, desde el cual no estamos capacitados para amar ni vivir en paz, manteniéndonos en una lucha esencial, desarrollada desde esta ignorancia, para rechazar nuestra propia vida, no nos ofrecemos cauces amables, sensuales, no sentimos la vida, la pensamos, no vivimos en Dios, en un espacio de integralidad que nos ligue efectivamente al Todo, que nos enriquezca y nos simplifique.

El proyecto de vida que surge paulatino cuando lo espiritual efectivamente emerge humilde, maduro, se recrea dramáticamente y progresivo. La relación con la materia se va recreando, la relación con la vida toda, donde el rol de lo material, del cuerpo donde habitamos, el dinero, se transforma, brotan necesidades de otro orden, y potenciales, recreándose lo de siempre, un todo más conciente y más preciso que orienta hacia una respuesta más inteligente, oportuna, sana, con brillos espirituales en la mirada, con respeto y amor en los contactos. Amor que para nosotros significa participar de un estado de conciencia, despiertos, contemplativos, recibiendo la vida misma en la conciencia, tranquilos en sus distintos momentos, siempre intensos, sintiendo vida y nosotros aceptándola, no tolerándola, también a veces soportándola, siempre interesados en ella, en la verdad de una fisiología esencial de la existencia.

Seres humanos sanos es lo que necesitamos, y nosotros ofrecemos este esfuerzo en desarrollo para reivindicar un sano espiritualizado, más despiertos, livianos, firmes, existiendo en cuerpos, con género, masculino o femenino, trascendiéndolos en la conciencia de lo espiritual y con la esperanza de la vida después de la desintegración funcional de la materia. Un aporte para la comprensión de lo sano.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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