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Una Navidad contextualizada

Luis García Huidobro
Por : Luis García Huidobro Ex sacerdote jesuita
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Tal es el caso de los relatos sobre la Navidad. Y es que nada más ajeno a una “noche de paz”. Vamos al texto. Se trata de una pareja que está en situación de embarazo ilegal (y por tanto la ley ordenaba que la mujer muriera apedreada). Su pueblo está ocupado militar y colonialmente, y José debe tomar a María para unirse a las caravanas de desplazados internos por la ley de censo, impuesta por el opresor.


Hay historias bíblicas que estamos tan acostumbrados a escuchar, que corremos el riesgo de descontextualizarlas y vaciarlas de significado, y así podemos también celebrar las fiestas religiosas al margen del contexto actual en el que la historia narrada vuelve a cobrar sentido.

Tal es el caso de los relatos sobre la Navidad. Y es que nada más ajeno a una “noche de paz”. Vamos al texto.

Se trata de una pareja que está en situación de embarazo ilegal (y por tanto la ley ordenaba que la mujer muriera apedreada). Su pueblo está ocupado militar y colonialmente, y José debe tomar a María para unirse a las caravanas de desplazados internos por la ley de censo, impuesta por el opresor.

[cita]Tal es el caso de los relatos sobre la Navidad. Y es que nada más ajeno a una “noche de paz”. Vamos al texto. Se trata de una pareja que está en situación de embarazo ilegal (y por tanto la ley ordenaba que la mujer muriera apedreada). Su pueblo está ocupado militar y colonialmente, y José debe tomar a María para unirse a las caravanas de desplazados internos por la ley de censo, impuesta por el opresor.[/cita]

Así, en condición de allegados les nace un hijo varón. Pero lo que debiera ser una “buena noticia” es para José y María una amenaza, y a los pocos días deben salir huyendo como refugiados por la violencia, logrando escapar de una feroz matanza de niños inocentes.

Esa es la historia. No hay viejo pascuero ni regalos. No hay mall.

Propongo ahora un contexto actual en el que la historia vuelve a cobrar sentido:

Este 18 de diciembre se conmemoró el Día Universal de las Migraciones, lo que incluye la situación de desplazados, migrantes y refugiados. Este año, 26 millones de latinoamericanos y caribeños pasarán la Navidad fuera de sus países. La Red Jesuita con Migrantes ha denunciado en estos días que gran parte de ellos —como José y María hace dos milenios— enfrentan situaciones de vulnerabilidad, desprotección y violaciones de sus derechos humanos, entre ellas la estigmatización mediática, la criminalización de su situación irregular por parte de los Estados, la explotación laboral, y la explotación sexual de mujeres y niños. Las causas de esto en América Latina son la pobreza, la violencia, las catástrofes naturales y el modelo de desarrollo centrado en la extracción abusiva de recursos naturales; especialmente en territorios indígenas.

La pregunta que nos surge es ¿puede un cristiano en América Latina hacer caso omiso a la verdadera historia de la “sagrada familia” y al desgarrador contexto actual en el que nuestro continente celebra la Navidad?

Por ejemplo, esta Navidad patrones chilenos y trabajadores peruanos podrían celebrar juntos, como una familia; pero esto no puede ocurrir sin antes haberse asegurado de estar teniendo una relación laboral justa y digna.

En 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos —prescindiendo de fundamentos religiosos— proclamó que todos somos “miembros de la familia humana”. Navidad —el día en que millones de personas creen que Dios se hizo ser humano— es una buena ocasión para hacer realidad los derechos humanos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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