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Lograda la cumbre mapuche, la bajada. Balance de un verano

José Marimán
Por : José Marimán Doctor en Ciencia Política.
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Aucán, cual Mandrake el Mago, sacó de su trailongko los 10 puntos del “Consenso Mapuche”, elaborado semanas antes según propia confesión a The Clinic. Si bien instala la palabra autodeterminación en la escena de la etnocontienda, no aporta absolutamente nada nuevo para quienes han seguido su pensamiento.


Luego de tres semanas intensas en la cuestión nacional mapuche, los ánimos comienzan a apaciguar. Los mapuches caen progresivamente de las noticias, y finalmente la contienda electoral, con sus apuestas sobre quién ganará, hará olvidarse a todos del tórrido verano 2013. Una nueva montaña de olvido sepultará las pretensiones mapuches de ser escuchados seriamente, a menos que se las ingenien para colocar sus problemas en la arena electoral, sin recurrir a la violencia, que quedó condenada por todos, o casi todos, como praxis política indeseable. ¿Quiénes sacaron provecho de la coyuntura y quiénes sufrieron derrotas?

Desde mi subjetividad hubo ganadores a ambos lados. El gobierno gana por cuanto logró, previo algunos exabruptos como los de ministros llamando a defenderse de los indios (el ministro de Agricultura y la del Trabajo, por ejemplo), imponerse a los políticos arrebatados de su conglomerado y a representantes de los latifundistas, que una semana antes de la muerte de los ancianos Luchsinger-McKay, llamaban a abrir la temporada de caza de indios. Bien por el gobierno que mientras ha logrado tener entretenidos a algunos mapuche en mesas de conversa no vinculantes y que nunca llegan a nada (matizada con la presencia de algunos políticos y hombres de negocios), y logrado condenas a la violencia de todos lados, le ha pasado el mensaje a la sociedad estatonacional chilena, por boca de su presidente, que Chile “es un solo país, una sola nación”.

Gana también Aucán Huilcamán, que como el ave fénix rebrota de las cenizas. Aucán, además, logró alinear a su entorno a viejos enemigos políticos, como José Santos Mellao (también Ana Llao), que lo expulsó de Ad-mapu a fines de los 80 y que no se ha caracterizado por contribución alguna al discurso de la autodeterminación, al cual más de una vez llamó “yanacona” por colaborar con los gobiernos de la Concertación y su institucionalidad (CEPI-CONADI). Aucán muestra así sus dotes imbatibles de polítiku entre los mapuches. Y La Moneda no ha dejado de percatarse del hecho, de manera que la postura previa de negarle la sal y el agua, vía anunciar que no asistirían a la cumbre del Ñielol, terminó suavizándose con el envío de observadores y la invitación al “werken internacional” a participar de futuras conversaciones. Bien por Aucán que muestra así que le da baile a cualquier otro polítiku mapuche y es capaz de subirse por el chorro del éxito, mientras los que han hecho el trabajo duro por lograr algunas conquistas, pagan en la cárcel su osadía. Aucán, cual Mandrake el Mago, sacó de su trailongko los 10 puntos del “Consenso Mapuche”, elaborado semanas antes según propia confesión a The Clinic. Si bien instala la palabra autodeterminación en la escena de la etnocontienda, no aporta absolutamente nada nuevo para quienes han seguido su pensamiento.

Pierden los sectores violentistas a ambos lados. Los latifundistas termocéfalos que ya a fines de diciembre hacían llamados a cazar mapuche, terminaron a regañadientes alineados por las promesas de orden del gobierno y el aumento de las guardias policiales a sus feudos (el Comando Trizano tendrá que esperar otro momento). Pero esta es una frágil obediencia que puede romperse fácilmente en futuros recrudecimientos del conflicto. También, en ese lado del espectro político pierde Carabineros, que desde el golpe de Estado, para ser honestos, ha sido brazo armado de la derecha y de los latifundistas de la Araucanía (al menos en la percepción de los mapuche reprimidos por ellos, y de quienes sufriendo la represión en marchas en las calles de Chile, los han visto brillar por su ausencia en la toma por horas de la Ruta 5 Sur por camioneros y latifundistas). Carabineros ha tenido que bajar la cabeza y echar a alguien de su “familia”, a petición del gobierno y en favor de la paz, que no del principio de la justicia igual para todos, porque se demostró en juicio que uno de sus filas asesinó por la espalda a un activista mapuche y mintió en el proceso de esclarecer la verdad. ¿Podremos esperar que los asesinos de Alex Lemún y Jaime Mendoza Collío corran la misma suerte? Difícil. El precedente no habla bien y menos la nunca pronunciada disculpa a la sociedad estatonacional por el alto mando.

Pierde también la CAM, que no solo sufre desde antes la pérdida de tener a sus líderes presos y luchando por sus derechos humanos, porque la coyuntura muestra que es una organización en vías de atomización (y quizás extinción). Su carta, exculpándose y condenando el crimen de los ancianos y exponiendo que ellos sabotean los interés de las compañías madereras y no atentan contra la vida de seres humanos, mencionó que la zona en que ocurrió el ilícito no estaba bajo su control, sino de escindidos de su orgánica, a los cuales faltó poco identificar por sus nombres. Dicha declaración ha sido tomada por ex militantes acunados en sus filas, como una delación, una vendetta. Lo que deja a Llaintul, enfrentando una huelga de hambre de por medio, en una situación cada vez más precaria y aislada, y en un escenario político en que todos han condenado el método de la violencia. Otros grupos, también perdedores, son Wallmapuwen y la Enama. El primero sigue mostrando incapacidad y marginalidad en política (carece en forma endémica de iniciativa). Y el segundo depende en demasía de que la derecha y las forestales le aceiten la mano, no dejándolos bajo las mesas, para que hagan el discurso de los mapuche buenos, ejemplares, emprendedores.

Conclusión. Nada cambia mucho en el presente escenario. No será este gobierno (ya no lo fue) el que converse en serio la relación del pueblo o la nación mapuche con el Estado, en la búsqueda de un nuevo contrato etnosocial, que pase por reconocer el carácter plurinacional del Estado en Chile, empodere a sus minorías étnicas a través de procesos de descentralización y concesión de autonomías para regiones multiétnicas, y resuelva de una vez los problemas derivados de la expoliación del territorio a los mapuche y de la usurpación de las tierras reduccionales. Y en hora buena que así sea, porque las presentes organizaciones mapuches y candidatas a liderar un diálogo de ese tipo, siguen mostrando hasta el cansancio incapacidad infinita de unirse programáticamente y de liderazgos altruistas, idealistas y generosos.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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