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La lección política de Ricardo III Opinión

La lección política de Ricardo III

¿Es el compensar esas carencias emocionales, más importante que la verdad en política? Es triste decirlo, pero a veces así lo parece. En política por momentos importa poco mostrar la verdad: cifras de crecimiento económico, aumentos históricos del empleo o enumerar un largo listado de éxitos en distintos ámbitos.


Varios medios nacionales e internacionales han destacado que a 525 años de su muerte, investigadores de la Universidad de Leicester, confirmaron el hallazgo del cadáver del mítico Rey Ricardo III de Inglaterra, muerto en la batalla de Bosworth (1485).

¿Cómo se recuerda hasta el día de hoy la figura de Ricardo III, duque de Gloucester?

En su obra «Ricardo III», Williams Shakespeare, fijó por siglos el mito del polémico rey. Mito que permitió satisfacer la necesidad emocional de encontrar un perverso culpable a tantos males del período.

¿Cómo describe Shakespeare físicamente a Ricardo III?; «Yo, que estoy toscamente acuñado … yo que estoy privado de la hermosa proporción, despojado con trampas de la buena presencia por la naturaleza alevosa, deforme inacabado, enviado antes de tiempo a este mundo que alienta; escasamente hecho a medias, y aun eso, tan tullido y desfigurado que los perros me ladran cuando me paro ante ellos …».

Hasta los perros le ladran cuando lo ven…

Y qué dice Shakespeare desde el punto de vista moral del Rey deforme: “… un tirano sanguinario y un homicida; elevado en sangre, y en sangre establecido; que buscó todos los medios para llegar a lo que tiene y mató a los que fueron medios para ayudarle, una baja piedra sucia …» y una vez muerto en la batalla «¡Dios y vuestras armas sean alabados, victoriosos amigos¡ La jornada es nuestra: ha muerto el perro sanguinario».

[cita]A veces se percibe en la ciudadanía, que más que resolver problemas, lo que se busca en la acción pública es un camino de comprensión, de afecto, de protección. Por eso la importancia del ya ninguneado «relato» en política, porque el relato es el que construye los «mitos» que permiten llenar emocionalmente todas las carencias del electorado.[/cita]

Shakespeare lo hacía directamente responsable del asesinato de sus sobrinos, (hijos del fallecido Eduardo IV), los príncipes Eduardo y Ricardo, de 12 y 9 años de edad, encerrados en la Torre de Londres supuestamente con el fin de preparar la coronación de Eduardo como rey. Sin embargo, asesinados los niños, el duque de Gloucester, se convertía en Ricardo III.

Para ser francos, William Shakespeare no intentó escribir un libro de historia, o atenerse al rigor de las fuentes de la época. Él escribió una obra de teatro que para ser exitosa, debía colmar las necesidades emocionales de los espectadores y lo hizo con creces, a tal punto que la imagen descrita por Shakespeare, es prácticamente la versión oficial de la vida de Ricardo III.

¿Y la verdad de su deformidad física? se preguntará más de alguno. Bueno, los hallazgos del cadáver de Ricardo III por parte de los investigadores de la Universidad de Leicester, señalan que su cuerpo muestra una considerable escoliosis que habría disminuido su estatura, pero que estaba lejos de esa deformidad física que hacía que hasta los perros le ladraran cuando lo veían.

¿Y la verdad sobre su maldad moral? se preguntará otro. Aquella alma pervertida que hizo de él un asesino de dos niños inocentes, para conseguir el trono de Inglaterra.

En este punto las fuentes son menos certeras, pero recomiendo un excelente libro titulado The Daughter of Time de Josephine Tey, una novela policiaca escrita en 1951 y que, sin embargo, hace un real y excelente análisis de las pruebas y antecedentes del horrendo crimen, para llegar a una conclusión que hoy muchos defienden. Ricardo III no habría asesinado a sus sobrinos.

El título del libro, es sacado de una cita atribuida a Francis Bacon: «La verdad es hija del tiempo, no de la autoridad».

¿Cuántos conocen la discusión sobre la verdad histórica del asesinato de los sobrinos de Ricardo III? Casi nadie. La verdad no importa, por la sencilla razón de que por lo general, ésta no cuadra con nuestras necesidades emocionales y por tanto será el mito de Shakespeare el que seguirá siendo la verdad «aceptada» por la inmensa mayoría de la opinión pública.

¿Cuál es la lección de Ricardo III?

La política se mueve en coordenadas muchas veces inexplicables desde el punto de vista racional u objetivo. Incluso por momentos, da la impresión que en política, lo que menos le importa al ciudadano común, es la verdad.

A veces se percibe en la ciudadanía, que más que resolver problemas, lo que se busca en la acción pública es un camino de comprensión, de afecto, de protección. Por eso la importancia del ya ninguneado «relato» en política, porque el relato es el que construye los «mitos» que permiten llenar emocionalmente todas las carencias del electorado.

¿Es el compensar esas carencias emocionales, más importante que la verdad en política? Es triste decirlo, pero a veces así lo parece.

En política por momentos importa poco mostrar la verdad: cifras de crecimiento económico, aumentos históricos del empleo o enumerar un largo listado de éxitos en distintos ámbitos.

Es necesario construir un mito.

El mito de la exitosa Bachelet, en donde la verdad de la mediocridad de su gobierno no importa.

El mito del fracaso de Piñera, en donde la verdad de su éxito tampoco importa.

De muestra sólo un botón. He podido constatar en terreno que muchas personas creen que el «postnatal de 6 meses» es obra de Michelle Bachelet…

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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