Pareciera que existe un consenso general en la sociedad de que la capacidad económica de las familias no sea un impedimento para acceder a la educación, sin embargo, una problemática se presenta cuando se piensa en ¿Por qué quienes tienen la capacidad para financiar su educación deberían recibir este beneficio? Este argumento ha sido utilizado transversalmente en el mundo político, desde la derecha hasta la concertación. Si bien pareciera razonable esta reticencia, el movimiento estudiantil se ha mostrado partidario de que la educación sea gratuita para todos, cuestión que ni siquiera desde la Concertación pareciera recibir un apoyo real. La pregunta es ¿Cuáles son los argumentos que fundan esta exigencia?
Ahora bien, antes de responder esta pregunta, tratemos de contextualizar esta diferencia entre el mundo político y los estudiantes. Una de las principales cuestiones que dejan de manifiesto estas diferencias tiene que ver con la acepción “Chile ha cambiado” y el distanciamiento entre la sociedad y el mundo político en este punto, se debe principalmente a la crisis de representatividad que tiene nuestro país, lo cual es una muestra clara del distanciamiento que existe entre la sociedad y la esfera política. Para responder ahora a la interrogante planteada anteriormente, podemos resumir el sentido de esta exigencia principalmente en la Autonomía.
El reconocimiento de la Educación como un derecho, no es un argumento vacío o propagandístico y su sentido se eleva por sobre las clases políticas y las condiciones socio-económicas de sus habitantes. Cuando un joven que termina la enseñanza media y decide continuar sus estudios en una universidad o centro de formación técnica, dadas las condiciones actuales, debe considerar su capacidad económica y la medida en que ésta le permita acceder a sus aspiraciones. Para aquellos jóvenes cuyas familias se encuentren en situación de pobreza o clase media, el mayor desafío no solo se centra en conseguir alguna Beca o crédito que le permitan acceder a la educación superior, sino además competir en términos académicos, con aquellos que han recibido una mejor preparación, debido a la gran diferencia de calidad que existe entre el sistema municipal, particular subvencionado y particular pagado. En este sentido, pareciera absolutamente razonable, que sea el estado quien deba permitir, que la situación socioeconómica no sea un impedimento. Sin embargo, ¿qué sucede con aquellos jóvenes provenientes de familias de altos recursos?. La afirmación que escuchamos con frecuencia es: “Si ellos pueden pagar, ¿Por qué debe el Estado, es decir, todos los chilenos, pagar su educación?”
La razón, como lo decíamos anteriormente, tiene relación con la autonomía. Un joven de clase alta, debe recurrir al patrimonio familiar para financiar su educación y su autonomía se ve, por tanto, mermada a la influencia que ésta pueda tener en el área académica al cual quiera aspirar. Cabe la pregunta entonces, ¿qué sucede si un joven proveniente de una familia adinerada pretende estudiar teatro, música o filosofía y no cuenta con el apoyo de su familia para perseguir alguna de éstas u otras carreras? Pensemos en familias tradicionales donde los padres esperan que sus hijos sean todos abogados o médicos, es decir, graduados de carreras con altas expectativas de ingresos en el futuro. Aquí aparece la autonomía. Un sistema educativo universalmente gratuito, permite a los jóvenes decidir en absoluta libertad económica su orientación académica, sin presiones, ni prejuicios, tanto desde el espectro financiero, como familiar o de su entorno. Sin embargo,autonomía, no es el único argumento, también está el de la segregación. Es aquí donde podemos avanzar sustancialmente una vez que el mundo político pueda superar sus determinaciones unilaterales sobre la construcción de la sociedad y dar un paso hacia el fin de la segregación.
Como todos sabemos, la segregación se gesta en el cruel modelo educativo que se nos impuso hace mucho tiempo y que la derecha nunca ha querido cambiar y donde la Concertación jamás ha tenido elvalor para luchar por estas aspiraciones como la sociedad se los demanda. Poco sentido tendría poner nuestras aspiraciones en la derecha, que bien sabemos, no tiene ninguna intención de modificar este punto y cuyos argumentos generalmente ponen la calidad como caballo de batalla, antes de la gratuidad, sin embargo esto solo nos muestra el poco conocimiento que tienen de la realidad de los procesos educativos en el gran espectro de país.
Ahora bien, escuchamos desde la Concertación cómo ellos han tomado esta gran batalla del mundo estudiantil por la gratuidad y la han puesto como sello de campaña “fin del lucro”, sin embargo, ¿Qué tan real es esta aspiración? La respuesta sería: muy poca, ya que cuando escuchamos a la candidata Michelle Bachelet, nos damos cuenta que lo que en realidad quiere decir es “menos lucro”. Si recordamos el rol de la Concertaciónen este punto, podemos justificar nuestra tendencia a creer que en realidad esto solo significa “montaremos una gran reforma cuyo título será Fin al lucro”, pero que en la práctica tendrá tantos recortes y letra chica que terminará siendo más de lo mismo. Cuando la Concertación señala que no pretende que quienes puedan pagar lo hagan, nos muestran que viven aún en ese Chile que la sociedad ya ha superado y que no entienden que el mundo académico se debe construir con la mayor autonomía posible, tanto del modelo económico, como del político a fin de romper el lazo con el “linaje” del estudiante dados los antecedentes familiares que trae, ya que es una variable independiente de sus capacidades y habilidades efectivas como persona. La independencia de los jóvenes cuando alcanzan la mayoría deedad no debe ser solo simbólica en el ámbito educativo, sino real. Una educación gratuita para todos, sin distinción de clases sociales, permite a los jóvenes de todos los sectores, poder construir su futuro con real autonomía familiar y social.
El filósofo Alemán Wilhelm Von Humboldt, señaló en su libro “Los límites de la acción del estado” de 1792: “Por eso, a mi juicio, debiera implantarse en todas partes una educación lo más libre posible del hombre, orientada lo menos posible a las condiciones sociales” En este sentido, si el mundo político y especialmente la Concertación, en quienes muchos esperan poder depositar sus esperanzas, no entiende la relevancia de este punto, jamás nos acercaremos a vencer la segregación y lo más probable es que solo termine acrecentándose. Así que la invitación es a no repetir el error, de por ingenuidad, caer en las trampas que una y otra vez el mundo político nos ha impuesto y que siempre nos hacen pensar, que en larealidad la mayoría de ellos diría cualquier cosa para conservar sus cuotas de poder, pero cuando llega la hora de representar a la sociedad, terminan simplemente representándose a sí mismos.
(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl