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Los desafíos de Venezuela tras el triunfo de Maduro

Pamela Figueroa
Por : Pamela Figueroa Directora de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Central.
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Con esta elección ha quedado de manifiesto que Maduro no es Chávez y que, a pesar de haber centrado su campaña en evocar la figura del ex líder venezolano, es muy difícil traspasar la popularidad y votación. Con estas dificultades políticas, Maduro deberá enfrentar desafíos no menores como son la seguridad pública (por las altas tasas de homicidios y crímenes registrados) y una economía con alta inflación y que requiere de ciertos ajustes, ambas políticas públicas que no contarán con gran popularidad.


La estrecha victoria de Nicolás Maduro en las recientes elecciones presidenciales del 14 de abril traen importantes desafíos para el nuevo presidente y la política Venezolana.

En estos momentos, y a pesar que el Consejo Nacional Electoral del país ha dado un triunfo electoral a Maduro —quien alcanzó el 50,66 % de los votos con 7.505.338 votos—, fue tan estrecha la diferencia que el comando del contendiente Henrique Capriles (quien obtuvo solo 243.935 votos menos), ha pedido una completa revisión de la votación antes de reconocer públicamente el triunfo del sucesor de Chávez.

Si ya Capriles había logrado en octubre de 2012 estrechar por primera vez el apoyo ciudadano en las elecciones nacionales en las que el entonces presidente Chávez obtuvo un 55,07 % y Capriles un 44,31 % de los votos, esta nueva votación posicionó aún más al sector opositor que éste representa.

[cita]Con esta elección ha quedado de manifiesto que Maduro no es Chávez y que, a pesar de haber centrado su campaña en evocar la figura del ex líder venezolano, es muy difícil traspasar la popularidad y votación. Con estas dificultades políticas, Maduro deberá enfrentar desafíos no menores como son la seguridad pública (por las altas tasas de homicidios y crímenes registrados) y una economía con alta inflación y que requiere de ciertos ajustes, ambas políticas públicas que no contarán con gran popularidad.[/cita]

Desde la muerte de Hugo Chávez, el chavismo puso en Maduro las esperanzas de la victoria electoral y la continuidad del proyecto bolivariano. Si bien se obtuvo un triunfo electoral, el primer desafío de Maduro será afrontar las críticas al interior de su propio partido al no igualar la victoria que obtuvo Chávez sobre el MUD (Mesa de la Unidad Democrática) en octubre.

Esto va asociado a la mantención de la coalición electoral del chavismo, donde Diosdado Cabello ha jugado un rol fundamental, en la base de esta coalición de una izquierda civil con importantes sectores militares.

Ya Cabello hacía un llamado ayer, a través de su cuenta de Twitter, diciendo que “a una profunda autocrítica nos obligan estos resultados, es contradictorio que sectores del pueblo voten por sus explotadores de siempre”.

Con esta elección ha quedado de manifiesto que Maduro no es Chávez y que, a pesar de haber centrado su campaña en evocar la figura del ex líder venezolano, es muy difícil traspasar la popularidad y votación.

Con estas dificultades políticas, Maduro deberá enfrentar desafíos no menores, como son la seguridad pública (por las altas tasas de homicidios y crímenes registrados) y una economía con alta inflación que requiere de ciertos ajustes, ambas políticas públicas que no contarán con gran popularidad.

Por su parte, la oposición política representada en el MUD y liderada por Capriles, tiene el desafío de capitalizar el apoyo popular expresado en las elecciones.

La oposición debe buscar las formas institucionales y más permanentes de hacer valer sus puntos de vista. Al no tener una presencia fuerte en instancias como la Asamblea Nacional, las gobernaciones y la sociedad civil organizada, el liderazgo de Capriles tiene el desafío de canalizar esta energía en un referente que sea capaz de influir en el proceso de toma de decisiones durante los próximos años.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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