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¿QUÉ ES EL NUEVO CICLO POLÍTICO?

Adolfo Castillo
Por : Adolfo Castillo Director ejecutivo de la Corporación Libertades Ciudadanas
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La progresiva deslegitimación del sistema político chileno, cuya prueba más elocuente es la retracción de los electores de procesos eleccionarios desde 1997, muestra no sólo un malestar o hastío ciudadano con un orden percibido ajeno y para usufructo de unos pocos; constituye a la vez el proceso formativo de una nueva voluntad popular.

Se ha hecho común hablar que estamos iniciando un nuevo ciclo histórico luego del agotamiento de aquel surgido de los acuerdos Pinochet-Concertación, de 1988-1989. Tal crisis se asocia a los malestares subjetivos de la nueva sociedad chilena, los temores al otro, la desconfianza social, los nuevos miedos del capitalismo globalizado o la modernización vertiginosa que ha traído consigo el mercado. En este cambio se observa confusión.

La derecha ultramontana y neoliberal no alcanza a vislumbrar las dimensiones del cambio que se vive y de modo ingenuo apela a caricaturas de manuales para explicar los motivos de la desafección social hacia las reglas del orden político que continúa su erosión. Y hablan de avanzar a una sociedad más justa como cuando se hace promoción de una marca publicitaria. Por otro lado, los reproductores del orden neoliberal de posdictadura, hacen prestidigitación política y se plantean como nueva mayoría cuando los datos indican que su base social se retrae.

Lo que aún no es posible asimilar por parte de los bloques dominantes, sea por la distancia temporal así como por la cercanía del poder y privilegios asociados, es la detención y contracción física del campo de apoyo que hizo posible su reproducción en tanto clase dirigente hasta hace pocos años. Uno de los condicionamientos estructurales —el Estado— ya no ejercen los niveles de coerción sobre los actores sociales y la masa de maniobra que fue usada para ese propósito. Tal contracción del poder real o de la fuerza de sustentación política se está agotando tanto por cuestiones generacionales así como por emergencia de nuevos proyectos políticos.

¿Cuánto sustrato o materia política del pasado reciente logrará proyectarse en el próximo tiempo que haga posible la proyección de proyectos agotados? De ser posible la reproducción del modelo a través de sus agentes corporativos —Alianza y Concertación— ¿Cuáles serán los nuevos dispositivos de hegemonía cultural y bajo qué condiciones podrá ser usada la fuerza material de esa hegemonía?

Parte de la respuestas que han dado los intelectuales orgánicos del modelo, institucionalizados en universidades, centros de estudios o partidos políticos, es que tal sustrato se afinca en la nueva sociedad de mercado, que genera códigos, símbolos, confiere status, que produce adherencias al orden por esa vía; otros, el bando realista, ve que se agota un modo de acceso al poder y se requiere renovar el repertorio discursivo; ingresar a la guerra de maniobra dentro del campo de batalla neoliberal y retomar del baúl del progresismo las viejas banderas enarboladas desde 1789.

El nuevo ciclo político es, contrariamente a lo observado, un nuevo modo de apreciación de la realidad contingente y trascendente, en gran medida operado por dispositivos que generan rupturas en las interacciones clásicas entre gobernantes y gobernados a través de los nuevas formas de comunicación. Este fenómeno está en la base de la revolución ciudadana que tiene lugar hoy y que escinde a la sociedad y produce a los nuevos sujetos políticos.

Por cierto que los viejos poderes institucionales, incluido los poderes fácticos mercantiles, operan como fuerzas disciplinadoras e integradoras, donde la disputa política que hoy se libra está señalando las formas que adoptará la nueva dominación de cara al cambio que se avizora.

En este cuadro, la presencia de candidatos en la carrera presidencial, como Marcel Claude y su propuesta de restablecer los fundamentos de una sociedad de derechos en Chile frente a la mercantilización de los sistemas, está generado un cerco mediático y de censura de parte de los poderes económicos y políticos que expresan esa tensión. Hasta hoy no había candidatura que tuviera tal arraigo en la juventud al punto que se torna la voz del cambio, y forma de insurgencia ciudadana.

Los perfiles del nuevo momento histórico se pueden distinguir tanto de las reacciones al cambio del orden reinante secretadas por las instituciones de la hegemonía neoliberal así como por el realineamiento de las posiciones de los grupos y fracciones de la sociedad frente a las nuevas propuestas. Se trata solo de líneas, tendencias en desarrollo que configuran lo que podemos denominar ciclo instituyente.

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