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Por las buenas o por las malas

Rodolfo Schmal
Por : Rodolfo Schmal Ingeniero Civil Industrial y Master en Informática. Académico de la Escuela de Ingeniería en Informática Empresarial de la Universidad de Talca.
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En Chile, las próximas elecciones son una nueva oportunidad para debatir distintas posiciones y miradas en torno al pasado, presente y futuro del país. En medio de este debate, las palabras de un destacado abogado constitucionalista, Fernando Atria, ha logrado que la derecha haga gárgaras con ellas poniendo el grito en el cielo por una supuesta voluntad de la oposición por cambiar la Constitución que nos rige por cauces extrainstitucionales.

Los mismos que hoy se escandalizan ante la búsqueda opositora de alternativas que posibiliten un cambio en las reglas del juego que gobiernan nuestra convivencia, son quienes la impusieron “por las malas”.

Sería bueno que recuerden bajo qué circunstancias fue impuesta la Constitución que nos rige. En tiempos del innombrable, cuando su palabra era ley, y entre quienes le rendían pleitesía se encontraba Jaime Guzman, el ideólogo de la constitución y fundador de la UDI, partido destinado a perpetuar el buen nombre del innombrable. Inventó un plebiscito fraudulento, sin registros electorales, allá en 1980, cuando la oposición era perseguida. Entonces, Eduardo Frei Montalva, sacó la voz en un histórico acto en el teatro Caupolicán, denunciando los atropellos. Dos años después, su voz fue acallada con su muerte.

Quienes hoy rasgan vestiduras ante la modesta advertencia de un abogado constitucionalista, son los herederos de quienes impusieron la constitución que nos rige “a las malas”. Entiéndase bien: nadie quiere cambiar la constitución a las malas, por el contrario, lo que se quiere es cambiarla “a las buenas”. El país demanda una constitución “por las buenas”, y la inmensa mayoría del país así lo quiere. Son otros quienes nos han impuesto e imponen una Constitución “a las malas”. Una minoría, que por más de 30 años, ha logrado perpetuar una constitución que la mayoría rechaza. Una minoría que impuso cerrojos en la Constitución que limitan los cambios solo a aquellos permisibles por esa misma minoría. Ella manda aunque gobiernen otros.

Este es el drama de Chile. Desde los 80 la Constitución ha sufrido múltiples cambios, pero solo aquellos que la minoría admite, por tanto, estamos jugando en una cancha a la pinta de la minoría, siempre con viento a su favor. ¿Hasta cuándo? Este veto se está haciendo insostenible a la luz de las explosiones sociales que de tanto en tanto, en los más diversos rincones del país, y cada vez más frecuentemente, se están dando.

Los nudos que debemos desatar, queremos desatarlos por las buenas, pacíficamente, y ello demanda algún grado de disposición de parte de una minoría que se cierra a la construcción de un país más integrado, que no quiere guerra, sino paz, que no quiere jóvenes encapuchados, sino jóvenes estudiantes, que no quiere adultos mayores con pensiones miserables, que no quiere más abusos de los de arriba sobre los de abajo. ¿Es mucho pedir?

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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