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El Ladrillo de Michelle Análisis del libro “El otro modelo: Del orden neoliberal al régimen de lo público»

El Ladrillo de Michelle

Jaime Retamal
Por : Jaime Retamal Facultad de Humanidades de la Usach
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Hoy el libro será presentado en sociedad por la candidata Michelle Bachelet, lo que no es para nada baladí, pues de esa manera el acto de presentación será simbólicamente un acto fundacional que pone la primera piedra del Programa Político de la Nueva Mayoría y de lo que será la viga maestra, el horizonte de sentido de la nueva “Michelle”, ya nunca más nombrada por cierto “Bachelet”, pues este nombre corresponde a la historia neoliberal de la Concertación que precisamente se quiere enterrar con las casi 400 páginas escritas.


Hoy es el lanzamiento de un libro que es algo más que un libro. No es una frase que diga yo, simplemente, en todo caso. Algunos de sus capítulos se los hice leer a unos 15 estudiantes de posgrado de la universidad y todos opinamos lo mismo a la hora del análisis: teníamos frente a nosotros un Programa de gobierno con aspiraciones de proyecto político mayor. Eso es mucho más que un libro, por cierto, y sus mismos autores en verdad lo presentaron en el edificio de El Mercurio como el nuevo «Ladrillo» de la política chilena.

Hasta ahí todo puede parecer una simple estrategia de marketing legítima: el decano en la santa sede otorgándole el nihil obstat a un texto. Sin embargo, es también mucho más que marketing: hoy el libro será presentado en sociedad por la candidata Michelle Bachelet, lo que no es para nada baladí, pues de esa manera el acto de presentación será simbólicamente un acto fundacional que pone la primera piedra del Programa Político de la Nueva Mayoría y de lo que será la viga maestra, el horizonte de sentido de la nueva “Michelle”, ya nunca más nombrada “Bachelet”, pues este nombre corresponde a la historia neoliberal de la Concertación que, precisamente, se quiere enterrar con las casi 400 páginas escritas.

El título del libro es El Otro Modelo. Del orden neoliberal al régimen de lo público, escrito por Fernando Atria, Guillermo Larraín, José Miguel Benavente, Javier Couso y Alfredo Joignant, y en su portada aparece un ladrillo gigante, entre derrumbado y desconstruyéndose, lo que evidencia aún más el parangón con el célebre Ladrillo.

El Ladrillo de Pinochet nunca fue concebido, en verdad, como una obra que se escribe de principio a fin, aunque terminó agrupada en un formato de libro publicado, bien tarde, en 1992. Siempre fue la sumatoria de un conjunto de papers de corte academicista que, con altas pretensiones socio-políticas, se fraguó en los pasillos de las facultades de economía de la PUC y de la Universidad de Chile. El canon ideológico es lo que le da unidad y espíritu a esos papers: el fundamentalismo neoliberal y el fundamentalismo católico que, aunque escrito por muchas manos, es una verdadera estructura unitaria de sentido.

[cita]Es un libro que efectivamente se trata de Otro Modelo, de un Programa Político fundacional para la Nueva Mayoría; quedará por ver si efectivamente servirá para domesticar las ilusiones de la calle y de su profundo malestar o si se trata de una simple segunda edición —apócrifa— del verdadero Ladrillo. El tiempo dirá. Veremos si estamos en presencia de otro Ladrillo de un nuevo Modelo o si no es más que “otro ladrillo en la pared”. Veremos.[/cita]

Lo que era percibido como un conjunto de “errores epistemológicos” en la conducción económica del país, con el arribo de la Unidad Popular al poder en los 70, fue ahora visto, por este conjunto de académicos, como una verdadera crisis política que llevaría a la economía chilena hacia el cadalso social y estatista del marxismo. Era necesario actuar con sentido de urgencia para refundarlo todo antes de que la crisis marxista acabara con el país. Fue así como esos papers dejaron el frío rincón de las oficinas académicas y fueron enviados periódicamente a los escritorios de los altos mandos de las FF.AA. de corte obviamente golpista en un principio, para convertirse después en el proyecto político, social y económico de la dictadura de Pinochet. El Ladrillo nació como respuesta a una crisis a fines de los 70 y sigue siendo hoy, quiéranlo o no, el cimiento basal del actual modelo.

Qué mejor metáfora para el modelo que la de El Ladrillo: base fundamental de la estructura, al mismo tiempo que contrafuerte amurallado contra el populismo económico social. Es una buena metáfora que explica que la Concertación desde Aylwin hasta Bachelet no hizo más que administrar y mejorar ese modelo durante su administración: de ello no hay dos lecturas. A todo el cemento aglutinador institucional se le ha demonizado durante toda la Concertación con diferentes nombres desde “enclaves” hasta “binominal”, pero lo cierto es que desde los intelectuales hasta los políticos del otrora oficialismo concertacionista, todos, se acomodaron demasiado bien y demasiado rápido al Ladrillo, al modelo y tampoco hay dos lecturas al respecto.

En este sentido, la crisis del año 2011 fue una verdadera oportunidad caída desde el cielo para la Concertación, porque ya no era ella quien administraba el gobierno y el aparato estatal, sino los mismos arquitectos y constructores del modelo. El descontento y malestar se expresaba con fuerza en las calles y no eran precisamente ellos quienes estaban en La Moneda para sufrirlo. De esa manera, el fenómeno emergente de la calle arrasó, poco a poco, con la piedra angular del contrafuerte y quien mejor lo supo interpretar fue un sociólogo outsider, maldito y bastardo de la academia, Alberto Mayol, con un título sugerente y provocador a la vez: “El derrumbe del modelo. La crisis de la economía de mercado en el Chile contemporáneo” y, aunque no se le cite por las razones que sean, las expresiones respecto al “fin del modelo” tienen el sello de ese best-seller criollo.

La crisis del 2011, el imaginario que fundó, las consignas que levantó (‘no al lucro’, ‘educación gratuita’, ‘derrumbe del modelo’) no fueron sino entre excusas o motivaciones segundas de aquello que verdaderamente motiva este libro: la derrota de la Concertación a manos de la derecha política chilena liderada por Sebastián Piñera. Los mismos autores lo reconocieron a El Mercurio (al decano no se le miente), pues ya desde el 2010 que este libro viene siendo diseñado. Diseñado y testeado en diferentes círculos fácticos de la Concertación como buen Programa Político debe ser en todo caso. No es menor que antes de ser publicado, el libro fue leído y comentado por personajes como René Cortazar, Alejandro Foxley o Ricardo Lagos, así como por Diego Vela o Carolina Tohá. Es decir, desde lo más fáctico y granado de la Concertación, hasta la calle de una alcaldesa y un dirigente estudiantil. Así se calibran los Programas, perfilando la ‘medida de lo posible’, haciéndolo al mismo tiempo ‘a la medida de todos’.

Al igual que El Ladrillo de Pinochet, se escribió entre universidad y universidad: desde la muy empinada cota mil de la Adolfo Ibañez hasta la muy udepedista Diego Portales (ya obtuvo el dedo en alto del rector Peña), pasando de nuevo por los pasillos de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile (era que no, la más reaccionaria de las facultades contra el movimiento social y estudiantil).

Al igual que El Ladrillo de Pinochet aprovecha la pelota botando de una crisis para meter el gol ideológico de un pretendido nuevo orden, esta vez de lo que llaman socialdemocracia.

Al igual que El Ladrillo de Pinochet se trata de una mezcla de convicciones éticas con argumentos objetivos que iluminan —en este caso— el malestar de la calle y le dan viabilidad política como Programa de gobierno para una también renovada candidata a la Presidencia.

Mientras El Ladrillo de Pinochet se pensó y diseñó en democracia para una dictadura, este otro se piensa en democracia para la democracia. No hay duda en eso, la reserva moral de la Concertación, ahora Nueva Mayoría, por favor, sigue intacta. Lo que sucede es que si de símbolos estamos hablando, seamos entonces consecuentes.

Es, en consecuencia, un Programa-libro que pretende institucionalizar la crisis de la calle (apprivoiser para que me entienda Joignant), para darle viabilidad y conducción política con un horizonte de sentido renovado (nuevos lenguajes, nuevas lecturas, nuevos discursos) para Michelle Bachelet.

Sus autores se mueven en distintos ámbitos socioculturales y son relativamente reconocidos desde la seriedad de la academia hasta la farándula política de los medios, lo que le da más brillo y sexappeal al texto. Ahí está el atractivo, pues mientras algunos son más reconocidos desde la seriedad del mundo académico como Javier Cousso y José Miguel Benavente, otros son más reconocidos, como es el caso de Fernando Atria, desde la influencia académica como polemista y ‘bestia negra’ de la asamblea constituyente. En cambio, más ligados al mundo de los medios, destacados columnistas de La Segunda, están el ex super de Valores y Seguros Guillermo Larraín, y el incombustible Alfredo Joignant, ampliamente reconocido en el mundillo como un grand intello, un comunicador nato.

Así las cosas, el Programa-libro aunque esté mal escrito, eso no pasa de ser una mera formalidad. Lo que importa es su carácter, su pretensión, su espíritu fundacional que será sacramentado nada más y nada menos que por “Michelle”.

Es un libro que efectivamente se trata de Otro Modelo, de un Programa Político fundacional para la Nueva Mayoría; quedará por ver si efectivamente servirá para domesticar las ilusiones de la calle y de su profundo malestar o si se trata de una simple segunda edición —apócrifa— del verdadero Ladrillo. El tiempo dirá. Veremos si estamos en presencia de otro Ladrillo de un nuevo Modelo o si no es más que “otro ladrillo en la pared”. Veremos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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