Publicidad

Hacia el futuro, 40 años después

Marco Enríquez-Ominami
Por : Marco Enríquez-Ominami Presidente Fundación Progresa
Ver Más

La sociedad ha crecido más que el modelo neoliberal. Y la sociedad hace rato que está haciendo escuchar sus exigencias: democracia económica; no más instituciones pinochetistas; no más rémoras del golpe derechista en nuestra educación, salud, previsión, vivienda, consumo. No más Constitución pinochetista. No más mentiras políticas. Y no más de los mismos.


Había nacido hace apenas tres meses para el golpe derechista de 1973, pero sé que el Gobierno Popular de Salvador Allende fue una gran esperanza del pueblo chileno. Sé también que quienes lo derrocaron no eran todos militares. Los hubo también civiles, de diversas nacionalidades. Y políticos afines. No era posible para ellos que un Presidente electo quisiera avanzar en el socialismo por medios democráticos y pacíficos. Como tampoco ignoro los errores que se cometieron.

¿Qué queda hoy de todo lo trabajado, de toda la sangre derramada, de la discriminación, de toda esa pobreza, de la tortura, o el exilio? ¿Qué queda de la ley pisoteada?

Queda impunidad y siguen pendientes más justicia, reparación y, sobre todo, más verdad.

Y queda instalado el legado político y económico de la dictadura: el autoritarismo neoliberal bajo el cual vivimos.

Los políticos de la transición, en su momento, conciliaron este modelo con el bando autoritario y avalaron democráticamente su inserción a fondo en la sociedad chilena.

[cita]La sociedad ha crecido más que el modelo neoliberal. Y la sociedad hace rato que está haciendo escuchar sus exigencias: democracia económica; no más instituciones pinochetistas; no más rémoras del golpe derechista en nuestra educación, salud, previsión, vivienda, consumo. No más Constitución pinochetista. No más mentiras políticas. Y no más de los mismos.[/cita]

Cuarenta años después, ¿cómo mirar hacia adelante?

¿Cuáles son nuestras convicciones hoy?

El golpe derechista de 1973 se ejerció en dos tiempos, bien programados. Primero el terror, la sangre. Después –y mientras tanto– la entronización de un sistema político y económico que, en su obra gruesa, perdura hasta hoy: la más irrestricta aplicación del modelo neoliberal que ha registrado el mundo. El ciudadano como sujeto de mercados financieros irrestrictos.

Un modelo autoritario neoliberal nacido de la dictadura y consensuado en democracia consagra hoy la desigualdad y, pese a su rotundo fracaso global, todavía se aferra a nuestras vidas en base a abusivos amarres institucionales, clavados en la Constitución de Pinochet.

Allí es donde vive hoy el Golpe.

Si queremos ser fieles a nuestras convicciones democráticas, honrar a nuestros caídos, mirar con serenidad hacia delante y mejorar Chile, debemos luchar con pasión por superar los muchos nudos que ese golpe derechista nos ha dejado. Y éste es tema de la política, el deber de la política.

Por desgracia, el poder político ha sido obsecuente a los límites fijados por el modelo neoliberal y su legado; rescató la democracia y amplió lo instalado en dictadura.

Pero la sociedad ha crecido más que el modelo neoliberal. Y la sociedad hace rato que está haciendo escuchar sus exigencias: democracia económica; no más instituciones pinochetistas; no más rémoras del golpe derechista en nuestra educación, salud, previsión, vivienda, consumo. No más Constitución pinochetista. No más mentiras políticas. Y no más de los mismos.

No lo pido yo. Son más de 10,5 millones de chilenos nacidos tras el Golpe quienes exigen un piso mínimo ético a nuestras autoridades. Y ese piso no es más que repudiar lo sucedido, pedir perdón a quienes corresponda y comenzar a construir a partir de esa base, tan mínima, pero que a muchos les ha costado tanto asumir.

Hay evidencias de que un gran cambio es posible en el Chile de hoy. Un cambio que sólo aspira a la normalidad, a una sociedad de derechos universales garantizados. Uno que nos permita definitivamente mirar hacia el futuro, cuarenta años después.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias