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La invención del 5 de octubre

Adolfo Castillo
Por : Adolfo Castillo Director ejecutivo de la Corporación Libertades Ciudadanas
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El proceso o el modo en que ha sido abordado el 5 de octubre no es sino una invención política para legitimar la segunda etapa de la transición del proyecto neoliberal (dictatorial), en su fase “democrática”.


Tras 25 años desde el 5 de octubre de 1988 puede apreciarse desde otra perspectiva el significado que adoptó para la política y la sociedad; así como las proyecciones que tuvo para el proyecto neoliberal y la forma democrática que adquirió la transformación del orden republicado iniciado con la dictadura.

Aun cuando pueda pensarse que la variable temporal no es aun relevante para levantar nuevas preguntas sobre el sentido del plebiscito del 5 de octubre, lo cierto es que la vasta transformación que ha vivido la sociedad chilena exige, al menos, ser más estrictos con los mitos que, de cuando en cuando son erigidos para brindar solvencia al confuso orden que experimentamos en el tiempo presente.

¿Fue el 5 de octubre un hito democrático, una epopeya que abrió paso a la libertad, la igualdad y la justicia social tras años de opresión?, ¿O se trató simplemente de un acto legal establecido en el itinerario constitucional de la dictadura?, ¿Qué fue lo que representó aquel día en el desarrollo de un proceso sociopolítico en el que sus actores operaron más como marionetas que titiriteros?

Una forma de ver la trama exige observar la dinámica de constitución del orden dictatorial como un proceso en el que los actores (protagonistas) se vieron enfrentados a condicionamientos normativos o estructurales muy superiores a sus voluntades y campos de autonomía, al punto de abdicar ante ellos y tornarse partes del proceso mismo de la transformación.

Para observarlo en sus grandes trazos, puede identificarse un gran ciclo, integrado por tres sub-ciclos: el primero, que emerge el 11 de septiembre de 1973 y concluye el 11 de marzo de 1981, el segundo, iniciado ese 11 de marzo y concluye el 11 de marzo de 1990, y el último, que se inicia ese día y finaliza el 11 de marzo de 2010.

Así el 5 de octubre es un día más, debido a que forma parte de un sub ciclo menor que da lugar a una fase de acuerdos o pactos que llevan a reformas constitucionales en 1989, y a la elección que permite a la Concertación asumir el gobierno del Estado.

¿Qué es entonces el 5 de octubre?
Es parte integrante del orden dictatorial transicional. El primer ciclo corresponde a la etapa de dictadura terrorista, al estado de excepción. La promulgación de la Constitución de 1980, y su puesta en vigencia en 1981, traza el camino de la dictadura transicional que contiene una propuesta de proyección, y condiciona a los actores sociales y políticos durante los años 80.

El reconocimiento del orden legal, de lo estéril del debate sobre su legitimidad, el giro hacia un nuevo realismo y la aceptación, finalmente, de las reglas de la dictadura por parte de la Democracia Cristiana y de los socialistas renovados, más que ser comprendidos como actos de claudicación ante el peso de la dictadura, deben ser concebidos como componentes de la propia transición dictatorial o del proyecto neoliberal, por cuanto, junto con devenir agentes operadores del nuevo orden económico institucional, el proyecto concertacionista terminó desplegando el rostro amable de la contrarevolución conservadora que derrocó a Salvador Allende.

Mirado así, el proceso o el modo en que ha sido abordado el 5 de octubre no es sino una invención política para legitimar la segunda etapa de la transición del proyecto neoliberal (dictatorial), en su fase “democrática”.

Un mito necesario para dar coherencia a los comportamientos de aquellos actores que terminaron sirviendo a los artífices del nuevo proyecto, tornándose efectivos agentes reproductores de un orden contra el cual algunos intentaron superarlo o transformarlo o simplemente humanizarlo.

Las lecciones dejadas por el actual gobierno en materia de derechos humanos, por ejemplo, más allá de la monserga de las condiciones políticas condicionantes que habrían impedido avanzar más en el pasado —usadas una y otra vez para justificar posiciones—, son una elocuente muestra que el 5 de octubre fue sólo una apuesta del dictador, y no una victoria de sus pretendidos vencedores. Los días del mito se han agotado.

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