Publicidad

El camino para la Asamblea Constituyente

El desafío democrático para este período es converger en un gran frente amplio por la Asamblea Constituyente. Un frente que vaya más allá de los convencidos y cuya labor principal sea la de coordinar acciones. No necesitamos domiciliar la Asamblea Constituyente, todo lo contrario, y menos poner los énfasis en los matices que nos dividen. Nuestro desafío es enorme, es evidente que aún faltan muchas voluntades por sumar en este empeño.


El movimiento por la Asamblea Constituyente ha logrado «desarchivar» el tema de aulas universitarias y grupos de izquierda, para posicionarlo en el debate nacional.

Los candidatos y candidatas, líderes sociales, columnistas, las redes sociales, hasta las editoriales mercuriales están hablando y deben hablar sobre Asamblea Constituyente. Esta bandera en la agenda y en la opinión pública es probablemente el mayor logro del movimiento, hasta ahora.

Sin embargo, este posicionamiento del tema está asumiendo diferentes formas en los distintos domicilios políticos.

Así, por ejemplo, mientras hubo candidaturas que apoyaron abiertamente la Asamblea Constituyente como ejes de sus programas y campañas (Roxana Miranda, Marcel Claude y Marco Enríquez-Ominami; y, en alguna medida, también Alfredo Sfeir), el reformismo que propone Bachelet ha cerrado la puerta a una Asamblea Constituyente, y propone en cambio una Nueva Constitución privilegando mecanismos intitucionales, comisiones bicamerales, comisiones técnicas con expertos “transversales”, un proceso que ya conocimos en la tramitación de la gran reforma educacional de Bachelet, la LGE, que finalmente cristaliza una manera de entender la política, bastante conservadora, tecnocrática y excluyente.

[cita]El desafío democrático para este período es converger en un gran frente amplio por la Asamblea Constituyente. Un frente que vaya más allá de los convencidos y cuya labor principal sea la de coordinar acciones. No necesitamos domiciliar la Asamblea Constituyente, todo lo contrario, y menos poner los énfasis en los matices que nos dividen. Nuestro desafío es enorme, es evidente que aún faltan muchas voluntades por sumar en este empeño.[/cita]

Por otro lado, hubo quienes siguieron la estrategia del Caballo de Troya y participan de la «Nueva Mayoría» pensando que pueden incidir en las decisiones de dicha coalición. Están los que pretenden agudizar la crisis institucional restándose de las votaciones, y por fin estamos los que llamamos a votar, lo que fuese y por quien fuese, pero marcando «AC» en el voto.

Si hay una lección clara de este 2013, es que la dispersión no es un camino efectivo para quienes queremos la Asamblea Constituyente. Repetir dicha fragmentación no sería sensato.

Se abre un nuevo escenario político en el país. Si queremos tener una Asamblea Constituyente debemos ser generosos y aceptar que nuestros caminos no son ni los únicos ni los mejores.

El desafío democrático para este período es converger en un gran frente amplio por la Asamblea Constituyente. Un frente que vaya más allá de los convencidos y cuya labor principal sea la de coordinar acciones.

No necesitamos domiciliar la Asamblea Constituyente, todo lo contrario, y menos poner los énfasis en los matices que nos dividen.

Nuestro desafío es enorme, es evidente que aún faltan muchas voluntades por sumar en este empeño. Hay que aterrizar más este debate y llevarlo a los espacios más despolitizados de nuestra sociedad. Debemos convertir el movimiento por una Asamblea Constituyente en el espacio de convergencia en los espacios locales.

La tarea no es fácil, pero es necesaria. Nosotros estamos dispuestos a recorrer ese camino.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias