Publicidad

La geografía, la política y el Mineduc

José Orellana Yáñez
Por : José Orellana Yáñez Doctor en Estudios Americanos Instituto IDEA-USACH, Magister en Ciencia Política de la Universidad de Chile, Geógrafo y Licenciado en Geografía por la PUC de Chile. Académico de la Carrera de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Academia Humanismo Cristiano
Ver Más


En fecha reciente, se ha evidenciado la voluntad ‘político – técnica’ de vaciar y disminuir de contenidos a la materia de geografía, como oportunidad de comprensión de la interrelación que se logra entre el medio y una sociedad humana.

Las disposiciones del Consejo Nacional de Educación, lograron disminuir los contenidos de la geografía en la enseñanza formal que va desde 7° básico a 4° medio, hecho que permite que los estudiantes de Chile comprendan menoscabadamente las múltiples interrelaciones que logran los seres humanos organizados políticamente sobre la faz de tierra, circunstancia que se hace concreta en las organizaciones estatales, entre otras.

En ese marco, las expresiones físicas, tanto como humanas, dispuestas en permanente interconexión, permiten estructuras espaciales que explican conflictos internacionales, desigualdades socioeconómicas, las hambrunas, los procesos migratorios, dinámicas delincuenciales, sistemas de dominación, catástrofes naturales y calentamiento global, entre otras tantas situaciones de las cuales somos testigos.

En el caso de nuestro país, no sólo se explican los diferendos limítrofes con Perú y Bolivia desde la historia, la política, las relaciones internacionales y el derecho, sino que también desde una necesaria interpretación espacial de los hechos, la cual se relaciona con todas las anteriores perspectivas analíticas.

Lo mismo ocurre con Rapa Nui, proyección ‘geográfico político’ de Chile en el Océano ‘Pacífico – Polinesio’, que tiene múltiples interpretaciones, entre ellas, las reivindicacionistas, lectura que realiza el Estado, hasta la colonialista, lectura que se realiza desde Rapa Nui, las cuales, ante el peso específico del caso mapuche, en más de una oportunidad, son soslayadas. Caso aparte, son todas las interpretaciones geopolíticas de la situación. Esta comprensión es, inminentemente, geográfica.

La desigualdad en Chile no sólo se explica por la economía global, o los grandes acuerdos que se logren desde una integración de países, o desde las definiciones que tomen las organizaciones supranacionales, sino que también desde la dotación de recursos naturales que tiene el país, los cuales, además se encuentran en localización y distribución desigual. Hecho que se hace aún más intenso, cuando la propiedad de los mismos se encuentra en muy pocos propietarios, sean nacionales o internacionales, los cuales operan sobre un arreglo sociopolítico y socioeconómico nacional (constitución de 1980, más leyes orgánicas), que lo permite. Los ejemplos son claros: el cobre, el agua, el suelo y la voluntad que se tiene sobre el litio. La interpretación espacial de estos hechos es pertinente y necesaria.

Chile tiene una “loca geografía”, la que se ha logrado a lo largo de los tiempos geológicos, pero que tiene una intensidad factual contingente y contemporánea. En Chile existen los terremotos recurrentes, los cuales, en ocasiones, como ocurrió el 27 de febrero del 2010, generan tsunamis, hechos que permiten, un intenso golpe a la economía nacional, provocando des economías ‘fatales’: desde las pérdidas de vidas humanas, pasando por la destrucción de infraestructura portuaria, vial, agrícola y equipos diversos, hasta llegar a las simbólicas, cuando de impacto en el ‘alma nacional’ se refiere. Parece, que en la temporalidad republicana de nuestro país, los conceptos geográficos, no fueron los mejores, ya que por cada catástrofe natural que se registra, siempre se tiene que develar la vulnerabilidad sistémica que se tiene para afrontar una situación de crisis y previsión de la misma. Futuro negro entonces, dado que el Mineduc  minimizó los contenidos de geografía.

La comprensión de los conflictos político – ambientales, como es el caso del proyecto Pascua Lama, Hidroaysén, Isla Riesco, Alto Maipo, Freirina o Mehuín, entre otros, se entienden en función de la capacidad de establecer la relaciones entre capital, necesidades humanas, recursos y definiciones políticas de los actores intervinientes, los cuales, todos operan en una lógica geográfica, esto es, intervención en un espacio geográfico concreto, en un lugar.

El ordenamiento del territorio, que va desde definir qué lugares son óptimos para construir edificios, casas, cultivos, turismo, reservas naturales, entre otros, en función de una definición política y económica, permite entender genuinamente nuestra realidad objetiva. En el caso de Chile, el neoliberalismo se ha constituido en ese marco. ¿Se busca NO entender esto entonces?

Acabamos de concluir un evento democrático. Se ha escogido nueva presidenta, la señora Michelle Bachelet; se escogieron los nuevos integrantes del Congreso, en su expresión de senadores y diputados. De forma inédita se escogieron democráticamente los consejeros regionales, los cuales vendrán a constituir más comprensivamente el gobierno regional. Pero a estas elecciones les acompañan una serie de cuestionamientos que van desde la crisis de representatividad, la abstención, el sistema electoral, la necesidad de redistritaje, la crisis de los partidos políticos, los problemas de la centralización, que tiene su solución por medio de la descentralización, siempre prometida, pero siempre muy parcial y escasamente lograda. Finalmente, la superación de la Constitución de 1980. Todo esto es geografía, ya que cada una de estas circunstancias involucra una relación geográfica. ¿Se busca dificultar esta comprensión con este tipo de medidas?

La geografía en cuanto contenido, debe ser entendida como un insumo que contribuye a la configuración de la formación ciudadana de los chilenos y las chilenas, de las ciudadanas y ciudadanos, que son portadores de derechos y deberes. El deseable ejercicio de estos derechos y deberes tiene que ver con el genuino manejo de nuestra realidad geográfica.

Este ejercicio podrá ser crítico o no, pero lo que no puede ocurrir en una patria republicana es que el ejercicio de estos deberes y derechos democráticos se ejerzan sin la debida entrega de herramientas analíticas espaciales. En este sentido, las disposiciones del Mineduc, para nada contribuyen a fortalecer, finalmente, la democracia.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

Publicidad

Tendencias