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Los enemigos abiertos y encubiertos de la reforma educacional

Jaime Insunza
Por : Jaime Insunza Profesor de Historia
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Parte de esta campaña es debilitar al ministro de Educación e intentar su salida. En esa operación, los medios de la derecha arman diversos tinglados –intervención del Ministerio del Interior al Mineduc, “comisiones de Servicio” inexistentes–. Pese a los reiterados desmentidos, se insiste en ello en ese y otros medios. A ello se suman, como ya dijimos, voces “liberales” de la Nueva Mayoría, casi con el mismo discurso de la UDI, y grupos de “izquierda”, que –al decir de Neruda– como el mundo es redondo de tanto caminar hacia la izquierda se termina sirviendo a la derecha.


En las primeras páginas de El Manifiesto Comunista (1848), Marx sentenciaba una frase memorable para los tiempos venideros: “Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo, contra este fantasma se han coaligado en santa jauría todos los poderes de la vieja Europa, el Papa y el Zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los policías alemanes. ¿Dónde hay hoy un partido de la oposición a quien sus adversarios en el gobierno no le lancen la infamante acusación de comunista…”.

No cabe duda; es otro el contexto histórico. Las formas de la dominación son de una naturaleza mucho más compleja. Sin embargo, hoy podemos reivindicar un horizonte comunista a modo de una afirmación ética contra el actual régimen de exclusiones.

El fantasma que persigue a la derecha chilena hoy tiene otro nombre, es la crisis irreversible del modelo de sociedad que violentamente impuso la dictadura. El movimiento social por la educación como un derecho es la más clara demostración de una fractura con la modernización pinochetista. Un derecho social fundamental promovido en los tiempos del desarrollismo dio paso a una “sociedad de negocios”. La segregación, la discriminación, la baja calidad se han ramificado dentro del mercado educacional (salvo escasas excepciones, ni siquiera los colegios particulares pagados alcanzan los niveles mínimos en las pruebas internacionales). Esto es lo que caracteriza al sistema educacional impuesto en el marco del terror de Estado.

Lo anterior se expresa en todos los niveles, la educación superior sufre problemas similares. Las pruebas de selección segregan y terminan favoreciendo principalmente a los sectores más altos de la sociedad (SIMCE, PSU). El concepto de calidad acuñado por el modelo se reduce a los privilegios de los grupos. Educación de calidad es algo muy similar a capacidad adquisitiva.

[cita]Parte de esta campaña es debilitar al ministro de Educación e intentar su salida. En esa operación, los medios de la derecha arman diversos tinglados –intervención del Ministerio del Interior al Mineduc, “comisiones de Servicio” inexistentes–. Pese a los reiterados desmentidos, se insiste en ello en ese y otros medios. A ello se suman, como ya dijimos, voces “liberales” de la Nueva Mayoría, casi con el mismo discurso de la UDI, y grupos de “izquierda”, que –al decir de Neruda– como el mundo es redondo de tanto caminar hacia la izquierda se termina sirviendo a la derecha.[/cita]

Un gran número de instituciones de la educación superior, públicas y privadas, lucran, pese a lo cual experimentan profundas crisis económicas (el ejemplo más dramático fue el intento de la Universidad de Chile de poner en venta su hospital clínico), algunas de ellas no han padecido la mediatización de sus problemas internos porque reciben recursos públicos de manera indirecta o, bien, poseen una inmobiliaria que les permite acceder a una bancarización de largo plazo. De las 10 Universidades que más donaciones de privados reciben, 9 son privadas (la mayoría de ellas ligadas a la Iglesia o a la UDI: Los Andes –Opus Dei–, Desarrollo –UDI– , Finis Terrae –Legionarios de Cristo–, Andrés Bello –Laureate, UDI–, entre otras) que de esta forma reciben recursos que los grandes grupos económicos descuentan de los impuestos o bien los hacen aparecer como gasto y, por tanto, no tributan.

De este modo, las universidades que reciben a los estudiantes de los sectores más beneficiados por el sistema económico aprovechan recursos públicos que deberían ir destinados a los sectores menos beneficiados.

El Gobierno–más allá de los apoyos y las divergencias– se ha propuesto llevar a cabo una reforma educativa que intenta resolver esos graves problemas. La Reforma Educacional, el fantasma actual contra el que se coaligan todos los poderes, recoge la demanda ciudadana que significa recuperar la educación como un derecho social, terminar con el negocio educativo y en particular con el lucro con fondos públicos, garantizar una educación pública no segregadora ni discriminatoria y de calidad para todos los chilenos. De hecho, el primer proyecto de ley toca aspectos fundamentales: poner fin al lucro con recursos públicos, terminar con la segregación económica y social.

Como era de esperar: la derecha ha movilizado todos sus recursos fácticos contra la reforma. Es lo ya mencionado lo que defiende, no a la mentada y manoseada “clase media”, que es otra ficción, como se han encargado de dejarlo claro múltiples analistas, ni la libertad de educación que, por cierto, hoy no existe.

El control que tiene sobre los medios de comunicación no es una cuestión fácil de revertir y le permite instalar falsos dilemas, más cuando desde sectores de la Nueva Mayoría, que en muchos casos están ligados al negocio de la educación, se alzan discursos contra el espíritu de la reforma. Ello agrega un problema adicional al polo de reformas que se llevan adelante.

Parte de esta campaña es debilitar al ministro de Educación e intentar su salida. En esa operación, los medios de la derecha arman diversos tinglados –intervención del Ministerio del Interior al Mineduc, “comisiones de Servicio” inexistentes–. Pese a los reiterados desmentidos, se insiste en ello en ese y otros medios. A ello se suman, como ya dijimos, voces “liberales” de la Nueva Mayoría, casi con el mismo discurso de la UDI, y grupos de “izquierda”, que –al decir de Neruda– como el mundo es redondo de tanto caminar hacia la izquierda se termina sirviendo a la derecha.

Desde el punto de vista estructural el problema de si hubo o no “comisión de servicios”, si se debe comprar infraestructura financiada con recursos públicos, no es lo central, sino los intereses programáticos que están operando en el telón de fondo de esta discusión: los diseños de sociedad que están en debate. El problema no sólo es la relación perversa entre lucro y educación, sino la crisis terminal del modelo que instaló la Dictadura en 1981. Es decir, la crisis de un sistema educativo que no sólo convirtió el derecho a la educación en un negocio, sino en un vector fundamental del sistema de dominación que reproduce en este ámbito la profunda desigualdad que impera en nuestra sociedad, segregando, discriminando, entregando mala calidad.

Por ello en la UDI, y lamentablemente también se suman otros, defienden un sistema funcional a los intereses del gran capital. No es la libertad educativa que no existe y lo que quiere definirse como tal está determinado sólo por la capacidad económica de las personas, no es la calidad educativa que no existe, como lo prueban todos los sistemas y mediciones existentes, es simplemente los intentos para que permanezca un sistema educativo que mantenga la dominación y hegemonía de lo que esos sectores representan.

Hoy, es claro, esta compleja operación tiene un solo sentido: impedir que se realice la reforma educacional. Para ello se miente, se tergiversa, se manipula, se instalan medias verdades, se busca distraer a la opinión pública de lo esencial de la discusión: devolver a los chilenos el derecho a la educación, a una educación de calidad, no segregada, no discriminatoria, recuperar y fortalecer la educación pública, devolver a los profesores su dignidad y un trato justo acorde con la responsabilidad social que cumplen, terminar con el negocio educativo a todo nivel, terminar con el lucro con fondos públicos.

La inmensa mayoría de los chilenos que hemos apoyado y sido participes del movimiento social por la educación que estudiantes, profesores, apoderados han desarrollado en estos años, debemos retomar el horizonte crítico y combatir el asedio comunicacional de los últimos días sin perder de vista lo fundamental.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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