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Primarias versus cuotas: la batalla por las nominaciones

Marcela Ríos Tobar
Por : Marcela Ríos Tobar Socióloga, politóloga, ex ministra de Justicia.
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Una segunda alternativa, consistente con la práctica internacional, sería aplicar el principio de listas equilibradas también a las elecciones primarias, manteniendo los incentivos para que los partidos deban buscar candidatos competitivos de ambos sexos, tanto para competir en primarias como para integrar sus listas generales. Esta opción permitiría mantener la posibilidad de realizar primarias asegurando la representación de género.


El proyecto de sustitución del sistema electoral binominal elaborado por el gobierno ha logrado sortear obstáculos y ser aprobado en general en la Comisión de Constitución de la Cámara de Diputados. Sin embargo, existen aún discrepancias sobre diversos aspectos que, no siendo parte del “corazón” de la propuesta, tienen un efecto relevante a la hora de definir nuevos incentivos para el funcionamiento del sistema político.

Uno de los aspectos que no ha sido zanjado es la potencial contradicción entre la propuesta de cuotas de género aprobada como parte de la reforma y la preexistente Ley de Primarias. Se trata, en definitiva, de dos mecanismos de selección de candidaturas inspirados en objetivos políticos y estrategias opuestos.

Las cuotas de género se proponen enfrentar la subrepresentación de las mujeres en los cargos de elección popular, asegurando que los partidos políticos elaboren listas equilibradas de candidatos en términos del sexo de los/as postulantes, impidiendo que predominen sólo hombres, como ha ocurrido históricamente en el caso chileno. Este mecanismo busca la equidad de género en procesos de nominación, pero sin alterar su esencia, ya que no interfiere en quiénes participan o cómo los partidos organizan la búsqueda y definición de sus candidatos/as.

Las elecciones primarias, en cambio, tienen como objetivo principal modificar los procesos de nominación, abriéndolos a que un mayor número y tipo de actores participe en la búsqueda y selección de candidatos/as. En Chile, las primarias son voluntarias, pero una vez adoptada la decisión de realizarlas su resultado es vinculante.

[cita]Una segunda alternativa, consistente con la práctica internacional, sería aplicar el principio de listas equilibradas también a las elecciones primarias, manteniendo los incentivos para que los partidos deban buscar candidatos competitivos de ambos sexos, tanto para competir en primarias como para integrar sus listas generales. Esta opción permitiría mantener la posibilidad de realizar primarias asegurando la representación de género.[/cita]

De aprobarse el proyecto original existiría un conflicto potencial entre la cuota y las primarias, en la medida que los partidos deben asegurar que las listas de candidato/as respeten un equilibrio donde ningún sexo sobrepase el 60% de los cupos. Sin embargo, si los mismos partidos optan por realizar primarias, éstas no pueden asegurar dicho resultado. Se generará entonces la duda sobre qué mecanismo debe prevalecer.

Existen varios posibles caminos para resolver este problema. La indicación presentada por el Ejecutivo y aprobada en la Comisión de Constitución, propone excluir los distritos donde se hayan realizado primarias del cálculo para la aplicación de la cuota. No obstante, a la luz de la evidencia internacional y del comportamiento histórico de los partidos en procesos de nominación, ella aparece como la menos positiva para asegurar una adecuada implementación del equilibrio de género en el proceso eleccionario. Esta fórmula ya fue usada en México, generando diferencias en la legitimidad de origen entre candidatos y candidatas e incentivos para que los partidos utilizaran las primarias para no nominar mujeres y subvertir el espíritu de las cuotas. Una vez constatada la “trampa”, el tribunal electoral de ese país emitió un pronunciamiento, obligando a los partidos a aplicar el principio de paridad de género también en la realización de las elecciones primarias.

En el caso de Chile, una posibilidad para sortear esta contraposición es eliminar las primarias para elecciones plurinominales. De hecho, ésta fue una indicación propuesta transversalmente por diputadas y diputados, desde la UDI al Partido Comunista, y finalmente rechazada también por un grupo transversal en la Comisión de Constitución. Sin embargo, si se considera el cambio planteado por la reforma desde el binominal a uno proporcional con distritos más grandes y la posibilidad de presentar un candidato más en cada uno de ellos, la necesidad de realizar primarias será excepcional, pues disminuye la presión para definir candidatos únicos. Por lo tanto, para disminuir aprensiones de muchos respecto de esta alternativa puesta sobre la mesa, la medida de eliminar las primarias de las elecciones plurinominales, como son las parlamentarias, podría ser aprobada en forma transitoria por las mismas cuatro elecciones consecutivas donde se aplicarán las cuotas.

Una segunda alternativa, consistente con la práctica internacional, sería aplicar el principio de listas equilibradas también a las elecciones primarias, manteniendo los incentivos para que los partidos deban buscar candidatos competitivos de ambos sexos, tanto para competir en primarias como para integrar sus listas generales. Esta opción permitiría mantener la posibilidad de realizar primarias asegurando la representación de género.

Frente al rezago en materia de representación política de las mujeres en el país, y considerando lo difícil que ha sido realizar reformas al sistema político y electoral, resulta fundamental que la incorporación de cuotas de género tenga una real aplicación y no quede en la práctica en “letra muerta”. Para ello es necesario compatibilizar las cuotas en los procesos de nominación de candidaturas con la ley de primarias ya aprobada. Estamos a tiempo de solucionar una incongruencia que a futuro puede generar tensiones innecesarias.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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