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Claudia Pascual y la guerra contra las mujeres

Tomás Henríquez
Por : Tomás Henríquez Abogado. Director de Área para Latinoamérica y el Caribe ADF International
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Lo que evidencia una medida como esta es la disposición de Pascual y compañía a sacrificar la vida de mujeres de carne y hueso por la promoción de su propia agenda ideológica de “género”.


La semana pasada, el medio digital Chile B informó que el Servicio Nacional de la Mujer decidió retirar desde Contraloría los actos administrativos que darían lugar a la renovación del Servicio de Información para Mujeres Embarazadas.

Se trataba de una iniciativa de información a usuarios, por vía telefónica, de un enorme valor para las mujeres de Chile, prestando orientación directa en el ejercicio y goce de sus derechos como el pre y postnatal. Casi el 70% de todas las consultas realizada (de más de 26 mil el año pasado), tenían que ver con el resguardo y ejercicio de los derechos asociados a la maternidad.

Cualquier ciudadano o ciudadana desinteresado consideraría que un servicio así era una excelente idea. Un medio útil y efectivo, con alta satisfacción de usuarios, para ayudar en el proceso de empoderar a las personas y generar conciencia de sus derechos. Pero Claudia Pascual no es cualquier ciudadana desinteresada. Y este no era cualquier servicio. Pues, además de orientar en la forma descrita, la línea telefónica se constituía como una ayuda para las mujeres con embarazos imprevistos, prestando orientación, contención, y consejería ante su situación, presentándoles sus opciones y promoviendo la adopción como alternativa ante su predicamento.

[cita]Lo que evidencia una medida como esta es la disposición de Pascual y compañía a sacrificar la vida de mujeres de carne y hueso por la promoción de su propia agenda ideológica de “género”.[/cita]

¿Y cuál es el problema?, nos preguntamos todos los demás. Para Pascual, este servicio no sólo no ayuda, sino que obstaculiza, pues la Ministra y el gobierno tienen en mente un objetivo político e ideológico más importante y trascendente que cualquier otro: lograr que Chile se abra al aborto como “derecho” y que el Estado se convierta en su proveedor gratuito y de calidad. No importa que las mujeres de Chile tengan una infinitud de otros problemas que las aquejan (¿inseguridad en sus propias casas?, ¿educación para sus hijos?, ¿servicios de salud competentes y dignos? Pfff… ¡esos no son temas de “género”!). No, lo que es verdaderamente importante es que ellas puedan acceder al aborto, porque con eso mostraremos nuestro salto hacia el desarrollo. Y para eso hay que remover obstáculos.

Es verdad que dejar de prestar el servicio está dentro de sus competencias y es parte de las decisiones que puede tomar como autoridad. Pero que al menos nos explique por qué lo hace. Pues a falta de esa explicación, la única razón que se me ocurre para que decida poner fin a un servicio así de valioso es porque Pascual quiere que las mujeres aborten. Quiere que sientan que sus embarazos son una forma de “esclavitud” (como le gusta decir a sus compañeras del mundo feminista radical). Quiere que sientan que estar embarazadas es el fin de su vida como la conocen. Quiere, en definitiva, poner a las mujeres de Chile en una posición sin salida y de agobio, gatillando su decisión de abortar. Porque, ¿qué importa que haya una mujer más o una menos que, en su desesperación y sin opciones (como las que el Gobierno de Chile no quiere que ella conozca) incurra en la comisión de un aborto homicida? El martirio de una, bien vale la victoria final de las otras.

En definitiva, lo que evidencia una medida como esta es la disposición de Pascual y compañía a sacrificar la vida de mujeres de carne y hueso por la promoción de su propia agenda ideológica de “género”. Una instrumentalización burda de la persona humana, justificada, en su mente, por los fines que se persiguen. Es, finalmente, una auténtica guerra contra las mujeres, fundada en su desprecio de la maternidad como un valor dentro de nuestra sociedad, porque ella y su equipo consideran que esto es una afrenta al “género”. Y si esto no es así, entonces que sea la misma ministra Pascual quien nos desmienta.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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