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Arcis y el fin del patrimonio político intelectual de Chile Opinión

Arcis y el fin del patrimonio político intelectual de Chile

Alejandro Osorio Rauld
Por : Alejandro Osorio Rauld Universidad Complutense de Madrid https://ucm.academia.edu/AlejandroOsorioRauld
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También quiero decir públicamente que los espacios para la crítica política y cultural son cada vez menos, y asistimos a su pronta desaparición. Lograr equilibrar una posición “desde el afuera” y de crítica al modelo socioeconómico y político imperante y entrar en sus mismas lógicas precarizantes para subsistir, sumado esto a una politización de la administración técnica de la Universidad, es una tarea compleja prácticamente imposible de realizar. Y Arcis es una muestra de ello.


Esta es una columna muy honesta y biográfica que intenta explicar, a los lectores de este medio, las razones de la gravedad de la situación que aqueja a la Universidad Arcis, y que a mi juicio tienen relación con un daño severo a parte importante del patrimonio político intelectual del Chile actual. Sé y conozco a muchas personas antiarcianas y anticomunistas por muchas razones, todas ellas atendibles, por supuesto, en un contexto de debate público con altura de miras. Primero, en ese marco, quisiera decir que no soy comunista, y que soy uno de los tantos profesores que no ha recibido su salario hace ya tres meses; tengo, además, serias distancias irreconciliables con la dirección y gestión de la Universidad en los últimos años… de algún modo, soy un hijo no deseado de este espacio intelectual, quien tuvo la oportunidad de seguir creciendo en otro espacio universitario, y que por esa misma razón me permito, con humildad, establecer algunas reflexiones básicas, no sociológicas, sobre la crisis que afecta a Arcis desde una mirada crítica.

Me gustaría partir diciendo que soy un sociólogo formado en las aulas de la Universidad Arcis, donde tuve la oportunidad de hacer mi carrera académica. Tuve la posibilidad de tener clases con profesores y connotados intelectuales, como Tomás Moulian (con quien tuve la oportunidad de escribir un libro), María Emilia Tijoux, Carlos Pérez Soto, Patricio Escobar, Inés Reca, Jorge Rojas, Hernán Courard, Ernesto Espíndola, entre otros intelectuales que dieron vida por muchos años a esta universidad. Muchos de ellos hoy día ya no están, pero fueron parte de la historia que constituyó a la Universidad Arcis. Si tuviera que hacer una lista de las personas que pasaron por esta universidad dejando un legado invaluable en términos políticos y culturales, seguramente ésta sería extensa. En Arcis, contribuyeron mujeres y hombres de máxima connotación política e intelectual, entre ellos, Norbert Lechner, Manuel Antonio Garretón, Cecilia Sánchez, Tomás Vasconi, Nelly Richard, Luis Torres, Gabriel Salazar, entre otros tantos intelectuales que fueron personajes relevantes en los procesos de transición a la democracia, y he ahí el aspecto patrimonial que Arcis contiene.

[cita] Me pregunto, muy humildemente, en qué otros espacios se ha discutido con tanta vehemencia y pasión, en forma sistemática, las consecuencias de la modernización neoliberal… a todas luces, es posible señalar con certeza que muy pocos, sobre todo en un contexto creciente de los credencialismos académicos en detrimento de la vocación docente.[/cita]

Es importante traer a nuestra memoria que, en 1997, Moulian levantó el primer diagnóstico crítico sobre nuestra sociedad, cuyo impacto en las ciencias sociales aún está sumamente vigente: su tesis sobre el “gatopardismo”, que a muchos les puede parecer discutible, por su propia naturaleza permite mostrar los aspectos más deplorables de nuestra sociedad y su modelo político y económico. La pregunta que nace de ahí es: ¿es posible traducir a valor económico ese aporte a la cultura y política de nuestro país?; del mismo modo, es fundamental recordar que, en 1998, Norbert Lechner, muy amigo del mismo Tomás y docente de Arcis, despachaba un informe del PNUD con características lapidarias sobre las consecuencias de la modernización neoliberal en Chile. Entonces: ¿tienen valor en sí mismos estos trabajos reveladores para la conformación de una ciudadanía crítica o son sólo recuerdos para historiadores de la cultura en nuestro país?

Evidentemente, ese desarrollo político y cultural tiene un valor fundamental para comprender los cimentos del Chile de hoy. Y es esencial señalar una cosa en esa dirección: podemos estar de acuerdo con el alcance de esas tesis marco desarrolladas por profesores vinculados a la Universidad Arcis, o bien considerar que no explican en buenas cuentas la transformación sociocultural del Chile contemporáneo, sin embargo, no podemos negar que muchos hemos ocupado horas de nuestra existencia discutiéndolas, pensando el pasado, presente y futuro de nuestro país, sabiendo de su existencia y de la inconformidad de muchos con el Chile postautoritario. Me pregunto, muy humildemente, en qué otros espacios se ha discutido con tanta vehemencia y pasión, en forma sistemática, las consecuencias de la modernización neoliberal… a todas luces, es posible señalar con certeza que en muy pocos, sobre todo en un contexto creciente de los credencialismos académicos en detrimento de la vocación docente.

En estas reflexiones no realizaré una defensa de la gestión técnica y política de esta universidad en manos del partido político en boga, a saber, el Partido Comunista. Primero, porque ante todo tengo principios y valores que me indican que sería injusto hacerlo, y además, porque es imposible defender lo indefendible. Sin embargo, es pertinente preguntarse si el Partido Comunista es parte del patrimonio político intelectual de Arcis. Sí, y eso es innegable. La izquierda chilena y aquellos hombres más críticos de la dictadura, muchos de ellos militantes comunistas, se cobijaron en esta universidad, así como en la Academia de Humanismo Cristiano, en FLACSO, en CIEPLAN, entre otras instituciones que permitieron contribuir al debate académico que generó las condiciones culturales para la transición y recuperación de la democracia: entonces, en ese marco, ¿cómo no considerar a esta universidad como patrimonio político intelectual de los sectores progresistas de este país? Este reconocimiento no lo hago yo únicamente, es cosa de revisar los libros y la literatura de la transitología para observar con claridad la importancia que jugaron estas universidades y centros de estudios en la historia nacional.

Como dije al comienzo de estas reflexiones, sé que hay mucha gente que tiene una mala concepción de Arcis, así como también de su principal administrador, el Partido Comunista. Sin embargo, creo que esa negatividad se produce, precisamente, por la deshistorización que ha recibido este espacio político cultural. Evidentemente, acá han pasado cosas muy cuestionables por parte de los controladores como también de los principales gestores de la Universidad, y mucha de la gente gloriosa que estuvo ya no está presente por distintos motivos, pero eso no cambia su principal esencia, que es la crítica sistemática y dirigida a las políticas neoliberales que se promulgaron en dictadura y en los gobiernos postautoritarios. Eso es muy importante de rescatar, independientemente de nuestras afiliaciones políticas e incluso de las mismas distancias que podemos tener con esas propias críticas. Lamentablemente, nos han enseñado desde muy pequeños a no valorar nuestro patrimonio, a sobrevalorar lo que viene de afuera, y eso va desde aquel patrimonio tangible como los bienes culturales nacionales hasta los espacios académicos que han intentado, con éxito o fracaso, contribuir a un país más justo. Creo que Arcis cabe dentro de esa categoría, así como muy pocas Universidades y centros de estudio en este país.

Como indiqué antes, soy crítico de la dirección actual y de los últimos años de Arcis y no tengo problemas en decirlo. Creo que en gran parte han llevado a Arcis a la decadencia del mismo patrimonio político intelectual que remarcaba anteriormente. Pero, de otro lado, también quiero decir públicamente que los espacios para la crítica política y cultural son cada vez menos, y asistimos a su pronta desaparición. Lograr equilibrar una posición “desde el afuera” y de crítica al modelo socioeconómico y político imperante y entrar en sus mismas lógicas precarizantes para subsistir, sumado esto a una politización de la administración técnica de la Universidad, es una tarea compleja prácticamente imposible de realizar. Y Arcis es una muestra de ello.

En esa misma dirección, la Universidad Arcis, patrimonio político intelectual del progresismo, decidió no lucrar y como estudiante y ahora docente, soy testigo de ello. Probablemente, el castigo pueda ser su desaparición. Si los medios han dicho lo contrario, serán las instituciones pertinentes y democráticas las que tendrán que determinar las culpabilidades. De eso no hay duda, y personalmente lo exijo por decencia y justicia. Como persona afiliada emocional, intelectual y laboralmente a este espacio de la crítica, creo en la necesidad de su resurgimiento, atendiendo a su necesidad histórica. Esa que dice relación con la superación del neoliberalismo y el paso a una sociedad más justa e igualitaria y, sobre todo, con el papel que juegan los intelectuales y las instituciones en esa tarea titánica pero imprescindible.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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