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Por qué Solidaridad Opinión

Por qué Solidaridad

Y esto no nos hace un voluntariado ni un “proyecto social”, sino que un movimiento que entiende que la política es el espacio para transformar realidades y avanzar hacia el bien de toda la comunidad. La preocupación especial está en los más vulnerables, pero el objetivo principal es apuntar a una transformación cultural donde todos, y no sólo “quienes más nos necesitan”, cambien su forma de pensar y entender la sociedad.


Hace 126 años nace el sueño de construir un espacio que, a través de la búsqueda del conocimiento, contribuyese al desarrollo de un Chile justo y humano. Con el propósito de colaborar mediante la investigación, docencia y extensión, surge la Pontificia Universidad Católica de Chile, institución que asume como propia la construcción de una mejor sociedad. Durante los años, sus alumnos han cumplido el objetivo fundacional en diversas direcciones, pensando y construyendo la historia de Chile a través de políticos, historiadores, artistas, profesores, jueces, médicos y otros ex alumnos que le han dado forma al país en que vivimos. Y así como a ellos se les presentó en su momento una oportunidad, hoy nos corresponde a los estudiantes asumir los desafíos que exige el Chile actual. Un país que muchas veces parece olvidar, tras los buenos indicadores macroeconómicos, que el bienestar no está llegando a todos de verdad; para muchos el objetivo simplemente es llegar primero a la meta, sin importar quiénes van quedando atrás.

Esta concepción de la persona nos ha llevado a perder el sentido de comunidad, a desentendernos de la corresponsabilidad que tenemos con el presente y futuro de Chile y a despreocuparnos de los que más nos necesitan. Es entonces trascendente cuestionarnos la realidad nacional: ¿es acaso justo que los adultos mayores estén condenados a una vejez indigna?, ¿es acaso entendible que en un país OCDE existan más de 29 mil familias que no tengan una vivienda digna y se mantengan en campamentos? o ¿es acaso razonable que los privados de libertad sean también privados de dignidad al obligarlos a existir en condiciones inhumanas? ¿Nos parece bien que frente a la realidad de la maternidad vulnerable nos quedemos indiferentes? La evidente respuesta a estas preguntas nos escandaliza, nos mueve y motiva a salir de la indiferencia, a combatir con fuerza la indolencia, a mirar al otro como un igual e ir al encuentro de su realidad para así concretar cambios que nos permitan vivir mejor y en verdadera comunidad. Frente a eso, no nos basta tener una Universidad que sólo sea reconocida por su excelencia académica; la UC tiene un potencial que nos invita a exigirle más. Las universidades están llamadas a la generación del pensamiento crítico, a la investigación y estudio de los problemas que aquejan al país, a ser el cerebro de la sociedad. Es en esa línea donde debemos cuestionarnos hacia dónde avanzar.

[cita] Movimiento implica cambio, implica dejar atrás lo estático. El desafío es dejar atrás una representación estudiantil desgastada y sin un compromiso real por el Chile rezagado, el Chile injusto que no sólo nos necesita, sino que el Chile que no puede esperar más. Ese Chile al que le urge una Universidad capaz de estar a la altura de los desafíos sociales y de entender que también es responsable del desarrollo de una sociedad que exige ser pensada y repensada por quienes hoy tienen la gran oportunidad de ser parte de la comunidad universitaria. [/cita]

La propuesta de Solidaridad es una propuesta innovadora. Creemos que el desarrollo de Chile se juega en una visión de hombre y sociedad que incluya a todos, especialmente a los más vulnerables y olvidados de la sociedad.  Creemos en un mercado inclusivo y humano, el cual respete la libre iniciativa, permitiendo el desarrollo de las personas en todas sus dimensiones, y no en un mercado que mide el éxito exclusivamente por un PIB que triunfa en promedios pero fracasa en los márgenes. No abogamos por una democracia que aplasta a minorías y vulnera derechos fundamentales. Defendemos una empresa capaz de obtener excelentes resultados y que al mismo tiempo pueda otorgar a sus trabajadores la posibilidad de ejercer su rol como madres o padres de familia. Reconocemos la riqueza de la vida social anulada hoy por una idolatría al Estado, pero no defendemos a aquellos que nos plantean que “cada uno debe rascarse con sus propias uñas” y que la única forma de alcanzar el bien común es cuando cada uno logra su propio fin, pues quienes creen que toda irrupción del Estado es en sí misma irresponsable, invisibilizan a los más vulnerables y esconden los dramas de la injusticia social que hoy tiene a tantas familias en el olvido. Ver un Chile segregado e individualista y quedarse estáticos ya no sólo es indiferencia, sino que raya en la indolencia.

Entonces, haciéndonos cargo de una larga tradición universitaria, contextualizándola en la crisis social y cultural y comprometiéndonos desde nuestra identidad como movimiento, la invitación no puede ser menos que a inquietarse, a moverse, a entender que el sufrimiento ajeno debe ser también propio, porque somos justamente los jóvenes a quienes nos cabe la tarea de transformarnos en un país integrado y solidario. Somos los estudiantes los que nos caracterizamos por la energía y capacidad de movilizar masas y trabajar por lo que nos hace sentido, comprendiendo que estamos marcando la pauta de hoy y mañana. Tenemos la obligación de exigirnos, ¡de estar a la altura de los tremendos desafíos que queremos afrontar! Y lógico que esto implica salir de la comodidad, pero eso es lo mínimo que se espera de quienes buscan generar cambios profundos en nuestra sociedad y de quienes pueden hacer de sus oportunidades las posibilidades de otros y el sueño de muchos. El idealismo, tan propio de la juventud, de poco servirá sin prioridades claras y sin acción.

Y es aquí donde Solidaridad entra a dar la pelea. Su razón de ser está justamente en la sociedad, en el desarrollo integral de todas las personas, pero entendiendo que esa labor parte justamente desde la Universidad. Y esto no nos hace un voluntariado ni un “proyecto social”, sino que un movimiento que entiende que la política es el espacio para transformar realidades y avanzar hacia el bien de toda la comunidad. La preocupación especial está en los más vulnerables, pero el objetivo principal es apuntar a una transformación cultural donde todos, y no sólo “quienes más nos necesitan”, cambien su forma de pensar y entender la sociedad. Un país fraterno que valore la comunidad y entienda el daño que genera la falta de relaciones humanas. Solidaridad busca fomentar la disposición a ser protagonistas y promover la convicción por una sociedad encontrada y más humana por la que vale la pena jugárnosla. ¡Para lograr cosas distintas hay que hacer cosas distintas! Y en Solidaridad compartimos una profunda convicción y disposición –nuestra historia muestra que no somos cómodos ni indiferentes ante la realidad social– por una UC al servicio de nuestro país, soñamos con transformar vidas y nos desvivimos por hacer del cambio cultural una urgencia, pero también una realidad.

Movimiento implica cambio, implica dejar atrás lo estático. El desafío es dejar atrás una representación estudiantil desgastada y sin un compromiso real por el Chile rezagado, el Chile injusto que no sólo nos necesita, sino que el Chile que no puede esperar más. Ese Chile al que le urge una Universidad capaz de estar a la altura de los desafíos sociales y de entender que también es responsable del desarrollo de una sociedad que exige ser pensada y repensada por quienes hoy tienen la gran oportunidad de ser parte de la comunidad universitaria. El desafío también es inquietarnos frente a una Universidad quieta, cómoda en el statu quo, indiferente hacia la indiferencia. Tenemos la oportunidad única de optar por agitarnos y mover el desarrollo del país, desde la UC, hacia uno fraterno, justo y humano. ¿Entendemos el rol que tiene la Universidad dentro del país y vemos que en ello algo de responsabilidad nos cabe? Hoy es justamente la Universidad el espacio que se nos presenta para trabajar por la sociedad y comunidad que soñamos. Alcanzar el país y cultura que anhelamos pasa por derribar ciertas barreras, por romper con la indiferencia, por humanizar nuestro entorno y combatir las injusticias y el materialismo que hoy nos preocupan de la sociedad. No nos quedemos parados frente a esta realidad, movámonos y cambiemos lo que no nos gusta. La invitación de Solidaridad es a jugárnosla de verdad, a dar siempre un poco más, a ser intransigentes en la renuncia a nuestros ideales y convencernos de lo posible de nuestras convicciones. Tenemos la gran oportunidad de afectar vidas y cambiar conciencias. Con humildad y esfuerzo podemos ser verdaderas y efectivas herramientas de la causa más noble: ponernos al servicio de los que más nos necesitan y dar lo mejor de nosotros gratuitamente. La vida está para gastarla y no para ahorrarla y hoy es hora de desgastarnos por la Universidad, por Chile y por toda la sociedad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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