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No somos como ustedes Opinión

No somos como ustedes

Alejandro Prieto
Por : Alejandro Prieto Profesor de un colegio particular pagado con cargo directivo y Magister en Educación
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La opción de seleccionar por parte de los colegios se sustenta en una experiencia de orden. Dar una forma, una figura, una disposición implica cierta tranquilidad porque logramos la simplificación de lo complejo. Si usted desea organizar una biblioteca, uniformar los textos que la conforman implica una estética común y simple, una apariencia de control a través de la visión, pero no permite identificar diferencias entre un texto y otro.


A pesar de que el nudo de la reforma educacional parece ser la discusión acerca del lucro, cada vez queda más claro que en el corazón de este cambio está la posibilidad, o el derecho, según algunos de ustedes, de seleccionar a los alumnos en las escuelas. La consideración de la diversidad en su amplitud se encuentra ante una prueba de fuego. Como muchas veces ocurre, los que, de ustedes, se dicen tolerantes y acogedores se pueden encontrar con sus temores y fantasmas, más aún si es su hijo o hija el que tiene que convivir con lo diverso, ya que solemos dar por descontado que su hijo o hija no es parte de lo que se considera diverso.

Interesante forma de plantear el problema de la educación es esta de manifestar la forma de tratar lo diverso y lo diferente, ya que así se puede valorar la profundidad y la consistencia de la intencionalidad educativa tanto como la noción de ser humano que sustenta el colegio en que usted tiene a su hija o hijo.

La opción de seleccionar por parte de los colegios se sustenta en una experiencia de orden. Dar una forma, una figura, una disposición implica cierta tranquilidad porque logramos la simplificación de lo complejo. Si usted desea organizar una biblioteca, uniformar los textos que la conforman implica una estética común y simple, una apariencia de control a través de la visión, pero no permite identificar diferencias entre un texto y otro. Si queremos una biblioteca con textos del mismo color y forma surgen dos posibilidades: hacemos una biblioteca con la misma edición de un solo texto o encuadernamos distintos textos con la misma apariencia ocultando sus diferencias.

Más directamente, si su colegio selecciona, va a querer alumnos idénticos entre sí aunque tenga que forzar la uniformidad y ocultar que su hijo es diferente al resto, pero usted se da cuenta de que cada hijo es diferente, incluso si tiene más de uno lo notará en su casa.

Ocurre algo similar con algunas instituciones educativas. Pretenden seleccionar a alumnos desde criterios de uniformidad intelectual, social, moral, temperamental. Aminoran la discriminación gracias a una implacable discriminación en la selección de ingreso. Intentan comprar libros que calcen exactamente con los anaqueles del mueble, se hacen responsables de ellos siempre que sigan siendo iguales, no hay responsabilidad social, comunitaria, nacional.

[cita]Es probable que si usted revisa los proyectos educativos de estos colegios se encuentren con hermosas intenciones, frases bien escritas que aspiren a grandes ideales. También es probable que esos proyectos educativos se le hagan cada vez más pesados y difíciles de levantar en una marcha, tal vez sea necesario crear un nuevo proyecto educativo que diga que no todos son bienvenidos, que la misión no declarada de nuestro colegio es separar a unos de otros, a capaces de incapaces, a disciplinados de indisciplinados, a inteligentes de limitados, y así elevar a quienes están dentro por sobre los que quedan fuera.[/cita]

Aunque lamentablemente usted notará, Sr./a apoderado/a, que en ocasiones la selección y la necesidad de orden va más allá de la selección inicial y los procesos de seguimiento de su hijo o hija se centran en poner condiciones para que permanezcan en la institución más que profundizar la particularidad de cada persona. En esos momentos la evaluación más que la valoración de cada uno para generar procesos de mejora, se presenta como calificación y acreditación, parte de la permanente selección que anima a los procesos educativos; son evaluaciones estandarizadas y simples que evitan la complejidad del proceso de aprendizaje. No se considera que, lamentablemente, en una biblioteca con el mismo libro repetido muchas veces es imposible que surjan nuevos conocimientos, sólo se repite lo de siempre, los estándares son rígidos, la flexibilidad y creatividad escasas, la diferencia es vista con recelo y/o castigada en vez de verla, en su propio hijo o hija, como una oportunidad de acceder a nuevos conocimientos.

Usted se preguntara entonces: ¿es una educación responsable la que estos colegios dan a mis pupilos/as? ¿Con quién es responsable este tipo de educación? Al parecer su colegio, que otorga o pretende otorgar una educación de calidad, solo otorga una selección de calidad. Es eficaz en seleccionar más que en alimentar el conocimiento, menos en hacer salir al mundo lo que alumnas y alumnos traen en su interior. Podría su colegio ser responsable con la familia pero tienden a condicionar cada problema que su hijo o hija manifiesta y abandonarlo o abandonarla cuando no cumple con las expectativas, por lo que debe abandonar la institución; la selección sigue funcionando, ¿se fija? Al parecer su colegio es una institución que responde a sí misma y a su propia visión del ser humano, una visión única y uniformada que oculta a cada ser humano, en la que la planificación rígida oculta la incertidumbre y la simplificación la complejidad de los procesos del aprendizaje y de la vida en general. Sin ambigüedades, debo decirle, señor apoderado, señora apoderada, esa es una mala calidad de educación, no hay creación ni flexibilidad, no hay capacidad de resolver problemas ni trabajar en equipo, no hay competencias comunicacionales ni posibilidad de enfrentar la incertidumbre. Sin embargo estudiantes, apoderados, docentes y directivos piensan que es una educación de calidad pero esto es sólo porque “en país de ciegos el tuerto es rey”. Usted ha visto cómo, orgullosos con sus puntajes en pruebas estandarizadas, los esgrimen como demostración de una calidad que no resiste la comparación con los países a quienes aspiran imitar, pero se enorgullecen porque pueden ser tuertos y esto les permite diferenciarse de los ciegos. Gran parte de quienes quieren mantener la selección en los colegios son orgullosos tuertos que marchan diciendo a su entorno: “No somos como ustedes”. Pero, permítame la confianza, además son reyes desnudos a los cuales nadie se atreve a decirles que lo están, orgullosos reyes tuertos y desnudos que se engañan con una educación que no supera la medianía de lo que se necesita para enfrentar el mundo actual. Aunque sí enseñan cosas que no estoy seguro de que usted aprobaría: enseñan a competir más que a compartir, a aspirar al bienestar personal sin considerar el bienestar social, a tener derechos sin reconocer los derechos de los otros.

Fíjese bien, si seleccionar es escoger para separar, la separación en este tipo de institución se relaciona siempre con la proximidad del afuera, los alumnos se sienten más o menos fuera en la medida en que responden o no a lo esperado, siempre podrían dejar de responder a la unifromidad que se les pide. Pero, usted entenderá, cuando un país es el que entra en esa lógica, se transforma en un país que en vez de acoger a sus hijos los aparta, salvo a quienes forman parte del selecto grupo de los que sobresalen, grupo del cual creemos formar parte todos, hasta que alguien nos dice que nuestro hijo parece ser distinto o simplemente no alcanza el estándar.

Por eso, mi distinguido apoderado o apoderada, muchos de quienes marchan a favor de la selección en los colegios, en definitiva marchan en contra de sus propios hijos, los privan de una verdadera educación de calidad, los encierran en un camino individual e individualista por ser más que otros, por aparecer más que otros, por reemplazar la felicidad con el éxito como aspiración vital.

Es probable que si usted revisa los proyectos educativos de estos colegios se encuentre con hermosas intenciones, frases bien escritas que aspiren a grandes ideales. También es probable que esos proyectos educativos se le hagan cada vez más pesados y difíciles de levantar en una marcha, tal vez sea necesario crear un nuevo proyecto educativo que diga que no todos son bienvenidos, que la misión no declarada de nuestro colegio es separar a unos de otros, a capaces de incapaces, a disciplinados de indisciplinados, a inteligentes de limitados, y así elevar a quienes están dentro por sobre los que quedan fuera. Sería un gran día para la honestidad y podríamos dormir más tranquilos, un día en el que por fin estarán las cartas sobre la mesa pero, por ahora los que, de ustedes, se dicen tolerantes y acogedores se encuentran con sus temores y fantasmas, y muchos reprueban, aunque si me tocó vivir a su lado en la tómbola que nos hace nacer a unos cerca de otros, podemos seguir dialogando sin que yo lo seleccione y lo deje fuera de este proyecto educativo llamado Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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