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“Las reformas tributarias siempre generan una fuerte reacción por parte de los grupos que serán afectados”

Eugenio Rivera Urrutia
Por : Eugenio Rivera Urrutia Director ejecutivo de la Fundación La Casa Común.
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Actualmente no existe un diálogo deliberativo y sistemático con la ciudadanía. Sin duda, ello genera un desafecto fundamental: sólo así se explica que reformas tan sentidas sean miradas con cierto desinterés y desidia. Esta falta de sintonía puede constituirse en un talón de Aquiles del proceso transformador.


La mayoría de las reformas realizadas hasta ahora tenían como objetivo, generar estímulos adicionales a la inversión, que se tradujeron en numerosas exenciones y beneficios a la renta proveniente del capital pero que no generó una dinámica inversionista de largo plazo; tampoco rompió el estancamiento del crecimiento de la productividad y competitividad de la economía nacional ni permitió avanzar a una economía intensiva en conocimiento sino que, creó nuevos mecanismos de elusión y evasión tributaria, que favorecieron al 5% más rico de la población.

La movilización estudiantil de los años 2011 y 2012 así como la rebelión de varias regiones y ciudades en el mismo período, dejaron en evidencia que la política pública concentrada sólo en los más pobres no era sostenible.

Los fundamentos de la actual reforma estarían en una mayor demanda de bienes públicos y en consecuencia, mayores ingresos fiscales; en la experiencia internacional y en las movilizaciones de las capas medias y las insuficiencias en el desarrollo productivo. En este contexto, la reforma tributaria busca una recaudación tributaria adicional de 3 puntos del PIB, dos y medio de los cuales vendrían de las diferentes reformas propuestas y medio punto del mejoramiento del control de la evasión y elusión tributaria.

[cita]Actualmente no existe un diálogo deliberativo y sistemático con la ciudadanía. Sin duda, ello genera un desafecto fundamental: sólo así se explica que reformas tan sentidas sean miradas con cierto desinterés y desidia. Esta falta de sintonía puede constituirse en un talón de Aquiles del proceso transformador.[/cita]

Entonces, no deja de ser paradojal que el ajuste tributario introducido por el Gobierno de Sebastián Piñera haya detonado un cambio en la manera en que se miraba la tributación. Aunque la mayor recaudación no fue significativa, el aumento de los impuestos dejó de ser un mala política en toda circunstancia y empezó a ganar en partidarios la idea de que la política tributaria era un instrumento de política económica, que podían elevarse los impuestos lo cual podía ser adecuada o no dependiendo de sus fines y sus características específicas.

La virulencia y la pasión que se desató en contra del proyecto de la actual reforma llamó la atención y que se podría explicar por varios elementos. Nuevas facultades para el Servicio de Impuestos Internos, perjuicio de amplios sectores de la población un eventual mayor costo de las viviendas, mayor precio de las bebidas alcohólicas y el eventual mayor precio de la energía eléctrica son las modificaciones que potenciaron las reacciones de los grupos de más altos ingresos (esto es un universo cercano al 5%) de la población económicamente activa, que verá aumentada significativamente su carga tributaria.

Lo anterior, se benefició de la fuerte incidencia de la ideología neoliberal en la población, debilidades de la conducción política y de las diferencias existentes al interior de la Nueva Mayoría, donde jugaron un papel crucial quienes habían desempeñado roles protagonistas en los equipos económicos de los 4 gobiernos de la Concertación.

Actualmente no existe un diálogo deliberativo y sistemático con la ciudadanía. Sin duda, ello genera un desafecto fundamental: sólo así se explica que reformas tan sentidas sean miradas con cierto desinterés y desidia. Esta falta de sintonía puede constituirse en un talón de Aquiles del proceso transformador.

Ahora bien, los cambios no solo están en el Gobierno o en la matriz exportadora sino que también es necesario un cambio en el sector energético y en los liderazgos públicos porque enfrentamos por una parte un gran malestar social y un modelo económico que ya desde hace tiempo está dando muestras de agotamiento, sobre los cuales se centrará el debate en el futuro.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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